Carta en ABC a doña Teresa Jiménez-Becerril

(PD).- La hermana del teniente alcalde de Sevilla asesinado por ETA junto a su mujer se ha convertido estos días en un azote contra la política antiterrorista llevada a cabo por el Gobierno de Zapatero. Este martes ABC publica una carta de un agente de la Polícia a Teresa Jiménez-Beceril contando su experiencia el día del asesinato de sus familiares.

Fernando Ramón Calderón Muñoz, secretario de la CEP en Córdoba ha escrito una Carta al Director al diario de Vocento, el mismo en el que Teresa Jiménez-Becerril escribió una «tercera» titulada «El espíritu de Txapote«.

Reproducimos a continuación el texto:

Estimada señora: tras leer su artículo de opinión, en la sección de Tribuna Abierta del diario ABC de fecha 25 de junio de 2006, denominado «El «espíritu Txapote»», creo que debo comunicarle lo siguiente:
Señora, el día del vil asesinato de su hermano don Alberto y de su cuñada doña Ascensión me encontraba de servicio como radiopatrulla en el distrito Centro de la capital de Sevilla. Esa noche fui comisionado junto a mi compañero, por la sala del 091, a dirigirnos al lugar del asesinato, apenas a 1.500 metros de distancia. Quiero decirle, señora, que esa noche lloré por la calle Abades en busca de una respuesta, lloré de rabia mientras me cruzaba con algunos ciudadanos, los cuales, asombrados, veían a un policía uniformado llorando desesperadamente y en busca de algo que ellos ignoraban. Esa noche amé como nunca he amado a mi mujer, esa noche ansié como nunca he ansiado abrazar a mis hijos, a mis pequeños que dormían a 140 kilómetros, en mi tierra, en mi Córdoba. Esa noche, señora, de la cual aún mantengo grabado en mi mente el olor de la pólvora asesina, me separaron de la vida y de la muerte solamente 1.500 metros, 1.500 malditos metros.
Querida señora, esa noche sentí en mi corazón emociones que nunca había percibido en mi profesión. Siempre, ante la muerte, había actuado como policía, pero esa noche, quizá por el parecido físico de su cuñada doña Ascensión con mi esposa, o por intuir o percibir que con ese asesinato quedaban unos hijos huérfanos, no fui solamente un policía más. Me sentí, permítame mi atrevimiento, parte de su familia, parte de sus seres queridos, porque vi en esa calle de triste recuerdo a mi mujer, a mis hijos, a tanto compañero asesinado por ETA. Esa noche, querida señora, lloré como un niño, no me importa reconocerlo, lloré por su hermano, por su cuñada, por mi familia, por mis compañeros, y le juro que los busqué por la calle Abades, por Los Seises, y, mientras los buscaba, sentí que me habían arrancado un trozo de mi alma. Esa noche, señora, 1.500 malditos metros me marcaron. Esa noche supe apreciar lo que tenía, y desde esa noche me considero otra víctima más de ETA, porque sentí, permítame mi atrevimiento, que era parte de su familia. Un abrazo, doña Teresa, y un beso a sus sobrinos.
Fernando Ramón Calderón Muñoz, secretario de la CEP en Córdoba.

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