Zapatero no para de enredar. ETA con él y él con nosotros. Se sabe que los asesinos le han marcado el iter y que lo va a seguir. Tenía que haber sido hoy pero a este presidente no le gustan los miércoles. Entonces será mañana. Seguimos a la espera. Los tullidos, mutilados de cuerpo y alma que desde anoche le aguardan en la puerta del Congreso tendrán que esperar para agarrarse a los bajos del pantalón del presidente. Cuentan con que lo único que van a conseguir es un salivazo y una patada en la boca. A todos éstos Otegui los quería hace ya tiempo en la cuneta. Es el proceso.
Hoy es el último «cara a cara» del programa de Concha García Campoy en Punto Radio. Se va. Pregunta a sus oyentes «¿Debe el Gobierno negociar con ETA?». A su lado ha sentado las dos sensibilidades. Una del no y otro del sí, a lo que sea. Primero Elena Nebreda, del no.
Yo creo que la pregunta está un poco mal formulada porque decías ¿crees que hay que negociar con ETA? Yo creo que la pregunta sería si crees que hay que continuar negociando con ETA porque estoy convencida que el PSE y el Gobierno lleva negociando con ETA-Batasuna desde hace meses. Pues yo te pregunto a ti, Concha, ¿y tú me lo preguntas a mí? Qué más da lo que yo opine. Si no importa lo que opinan 34 asociaciones cívicas, no importa lo que opinan todas las víctimas, no importa lo que opinan muchísimos votantes, los juristas, los cuerpos policiales, el Defensor del Pueblo ni la Unión Europea.
Arturo González, que lleva dos años más calmado, con el sí. Hoy viene suave y si por él fuera, más «salud» y «amor» y menos ETA.
Yo quiero acogerme a eso que has dicho tú tan generosamente para los oyentes, y me considero yo también oyente, para decir que cada uno diga lo que quiera…Pues yo quiero decir que a mí lo que me preocupa es la salud y el amor. Y por otro lado también me preocupa las incorrecciones que haya podido yo cometer con los oyentes y con vosotras dos.
A Arturo le flipa esta tregua. Declara incluso la suya propia en la mesa.
Y en relación a esto, yo sí creo que hay que negociar porque lo ha decidido o lo va a decidir en estos momentos el pueblo español a través de sus representantes o mandatarios o mandados en el Parlamento. Y es una obligación cívica, aún discrepando, aceptar lo que diga esa mayoría de nuestros representantes. Y el hecho de que haya una parte notable de discrepantes, siendo por supuesto legal y correcta su discrepancia, no invalida lo que diga la mayoría. Lo deseable sería el acuerdo general. ¿Pero no es sospechoso que el partido representante de esa ciudadanía discrepante no esté de acuerdo nunca en nada de nada?. Habrá que prescindir dolorosamente de su colaboración y gobernar hasta que las urnas, es decir, la totalidad de ciudadanos, vuelvan a decidir a quien otorgan su confianza.
Moreno Torroba se lo ha puesto en bandeja al presidente en el Teatro Real estos días: «Los caminos que van a la gloria son para andarlos con parsimonia». Sonsoles, la Luisa Fernanda de la Moncloa, lo sabe seguro.
Y el liberal extremeño Vidal, Plácido Domingo de barítono en este caso, entonó la melodía de letrilla castiza.
Puesto que se empeña se lo explicaré.
Hubo un tonto en mi lugar que se creyó golondrina.
Un día se echó a volar desde lo alto de una encina.
Bien se puede suponer cómo acabó la proeza:
sobre un hito fue a caer y se rompió la cabeza.
Concha, adiós. Te buscaré.
