El asesino Txapote en el banquillo… de la prensa

Yesica Jiménez (PD).- El numerito de Txapote ayer en la Audiencia Nacional no ha sentado nada bien a varios periodistas de nuestro país, que sienten «indignación democrática». Entre patadas a la mampara e insultos, el etarra se encaró al presidente de la Sección Tercera, Alfonso Guevara y le llamó «monigote de circo» durante el juicio por el asesinato del socialista Fernando Múgica.

Todo comenzó cuando el tribunal ordenó a Txapote que se pusiera en pie para ser identificado por un testigo. Sin embargo, García Gaztelu se negó y tuvo que ser obligado por dos policías. Al término del reconocimiento, el juez pidió al etarra que tomara asiento de nuevo. Como respuesta, Txapote espetó: «No me da la gana» y Guevara ordenó que le esposaran al banquillo. El acusado, entonces, propinó una patada a la mampara de la cabina donde se encontraba y se sentó de espaldas en señal de protesta.

Así han expresado su opinión a cerca del acontecimiento algunos medios:

EL MUNDO
La realidad de ETA: el desafío de ‘Txapote’ Y las cartas de extorsión

Habrá quienes digan que Txapote es un loco, un monstruo, un caso extremo. Sin embargo, aun cuando pueda haber presos de ETA que sí estén dispuestos a pedir perdón a las víctimas y reintegrarse en la sociedad, el de Txapote no es un caso aislado ni muchísimo menos. Como bien ha dicho el presidente de la Audiencia Nacional, Carlos Dívar, su actitud desafiante «es una manifestación de lo que es el terrorismo y de lo que son sus protagonistas». ETA es una banda mafiosa y criminal a la que ningún Gobierno debería convertir en interlocutora de un «conflicto político». Y menos aún cuando no ha dado ninguna señal de querer abandonar la violencia.
La actitud de Txapote podría reflejar una frustración personal ante el hecho más que probable de que, como desea el hijo de Fernando Múgica, se acabe pudriendo en la cárcel. El fiscal jefe de la Audiencia ha pedido que se haga en su caso «Justicia con mayúsculas». Sin embargo, la reacción del asesino de Múgica y Miguel Angel Blanco también refleja el envalentonamiento que todo el entorno de ETA y Batasuna viene exhibiendo desde que el Gobierno decidió sustituir la estrategia de derrota definitiva de los terroristas por la de la negociación.

ABC
Los insultos de eta

La chulería macarra del tal García no es nueva en la Audiencia Nacional; que este matón insulte al presidente del tribunal o que le amenace públicamente como hicieron muchos otros antes que él resulta irrelevante, los exabruptos son una muestra de irritación y de impotencia pero lejos de suponer un ultraje sólo han venido a engrandecer la figura del presidente del Tribunal, Alfonso Guevara. Las palabras de Txapote no merecerían un análisis político siempre que se cumpliera el sabio refranero español: «No insulta quien quiere sino quien puede».
El auténtico insulto a la justicia españolo salió hace ya unos cuantos meses de labios de Otegi en forma de pregunta -«¿Esto lo sabe el Fiscal General del Estado?»-, el insulto está en la pasividad ante la actividad pública de la ilegalizada Batasuna o en las veladas amenazas al juez Marlaska. El ultraje a la dignidad democrática no reside en las palabras de ETA sino en su capacidad para forzar encuentro político entre el PSOE y Batasuna sin que se haya producido el menor gesto de arrepentimiento por parte de los criminales. Batasuna y ETA son lo mismo; lo sabe toda España y lo sabía también el juez Garzón antes de su ataque de amnesia americano. Txapote y Otegi son las dos caras de una misma naturaleza: uno pretende reventar a patadas los cristales blindados en la Audiencia Nacional y otro intenta dinamitar las reglas elementales del Estado de Derecho.
Txapote asesina, insulta y patea, Otegi presiona, habla de política y de soluciones «democráticas» -¡valiente sarcasmo!- y Gara recuerda a Zapatero los plazos temporales y unos inquietantes compromisos… nada nuevo en ese tradicional reparto de funciones. La auténtica noticia sería que alguno de ellos pidiera perdón a las víctimas y reconociera lo cruel e inútil de los crímenes de ETA. Sólo así podría comenzar el cacareado proceso de paz. Mientras eso no ocurra la reparación que esta semana ha recibido la familia Mújica, puede acabar convertida en un espejismo tan cruel como la situación de la familia Pagaza que aún no ha visto la cara del asesino pero sí la del traidor. Ese es el insulto.

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