El primer tabloide saudí

(PD/Agencias).- El hecho de que Khalaf Alharbi todavía mantenga su diario en pie es suficiente prueba de que el techo de las libertades en la ultraconservadora Arabia Saudí está subiendo.

El tabloide ‘Shams’ (Sol en árabe) ha sobrevivido a la suspensión, el arresto de uno de sus periodistas y las continuas críticas de los islamistas ortodoxos, que acusan al rotativo de personificar el futuro occidentalizado al que ellos temen que Arabia Saudí se enfrente si los liberales se salen con la suya.

Pero con una tirada diaria de casi 70.000 ejemplares, además de un permiso reciente para imprimir dentro del reino petrolero en lugar de hacerlo en el vecino Barhein, Alharbi dice que este periódico para jóvenes apunta a establecer un nuevo modelo después de sus primeros seis turbulentos meses.

«El atrevimiento es una de las herramientas básicas de un periodista. Debes tratar de dar con todas las zonas sensibles y tratar de ir un poco más allá», ha declarado en una entrevista.

«El temor por la libertad de prensa está basado en una ilusión. Los países con libertad de prensa han descubierto que no hay problema, que la prensa puede ser responsable porque, en definitiva, es patriota y ama a su país», ha añadido.

‘Shams’, propiedad de un nieto del príncipe sultán heredero de la corona, sin duda ha predicado con el ejemplo.

Tratando de romper con el molde de la generalmente rutinaria prensa escrita de Arabia Saudí, ‘Shams’ evitó contratar a periodistas con experiencia.

«Optamos por un equipo sin experiencia periodística previa. Las reglas laborales en los otros diarios son un poco tradicionales y nosotros queríamos ser diferentes», ha explicado Alharbi.

La de Arabia Saudí es una de las sociedades más conservadoras del mundo, una monarquía absoluta que gobierna por medio de una estricta interpretación de la ‘sharia’, la ley islámica.

Cuando el rey Abdullah llegó al poder el año pasado, prometió avanzar en una serie de reformas políticas, sociales y económicas.

Las caricaturas de Mahoma
La aparición del primer tabloide sensacionalista de Arabia Saudí, en diciembre del año pasado, ha sido percibida como otro signo del lento pero inevitable cambio que experimenta el país.

El diario ha publicado noticias en otro tiempo impensables sobre las bodas forzosas de jóvenes, relaciones prematrimoniales, el desempleo entre la población femenina, la prohibición oficial de practicar deporte en los colegios para las niñas y ha informado de detenciones arbitrarias por parte de la Policía.

Incluso se las arregló para sobrevivir a su acto más audaz: publicar algunas de las caricaturas danesas del profeta Mahoma que provocaron una protesta generalizada entre los musulmanes de todo el mundo a comienzos de año.

El periódico fue clausurado después de publicar las viñetas, pero el Ministerio de Información, considerado una fuerza progresista en Arabia Saudí bajo el ministro Iyad Madani, permitió que volviera a circular unas semanas más tarde con su nuevo editor, Alharbi, un escritor de cuentos breves que había trabajado anteriormente para periódicos del Golfo.

«Teníamos los permisos adecuados (para publicar las caricaturas), pero se trataba de una crisis y la gente estaba muy nerviosa, de modo que hubiese sido más acertado no meterse con eso», ha reconocido Alharbi.

El periódico dijo entonces que contaba con la aprobación clerical para publicar las caricaturas con el fin de que el público saudí pudiera juzgar por sí mismo.

Dos meses después, uno de los periodistas del diario fue arrestado y puesto en libertad más tarde, a causa de un artículo aparecido en Internet que criticaba la escuela puritana del Islam.

Hasta ahora, la Policía religiosa de Arabia Saudí no ha desafiado directamente a ‘Shams’, a pesar de sus críticas a la organización.

«No estamos en contra de ellos, pero creemos que su papel necesita un poco de orden y clarificación. La gente tiene derecho a conocer sus derechos», ha señalado Alharbi, quien se define a sí mismo como liberal.

«Fuimos acusados en sitios de Internet de ser alborotadores, de estar fuera de los límites de las costumbres y la tradición, de ir en dirección a Occidente o hacia la occidentalización», ha explicado.

Alharbi ve en Arabia Saudí un mercado para los tabloides sensacionalistas debido a la enorme población joven del país.

Se cree que el 60% de los saudíes tiene menos de 21 años y los tradicionales periódicos de formato grande, llenos de artículos repletos de texto y comunicados semioficiales sobre aquellos que ocupan el poder, resultan indiferentes para muchos.

Los principales diarios dicen contar con tiradas de más de 200.000 ejemplares, pero la cifra real puede estar más cerca de la mitad.

«El mayor mercado periodístico de Oriente Próximo es Arabia Saudí», ha señalado Alharbi, en alusión al esperado producto interior bruto saudí, que en 2006 será de, al menos, 350 billones de dólares.

«Crecer nos llevará unos pocos años, pero no hay límite porque el mercado es grande», ha añadido.

Internet, el lugar en el que los saudíes expresan sus opiniones acerca de que la cultura conservadora y el cerrado sistema político del país no pueden tolerarse en público, presenta uno de los mayores desafíos para la prensa escrita en el país.

«La prensa es como el pan de cada día, no se puede vivir sin ella. Pero Internet ha elevado la vara de la libertad, de modo que los periódicos deben tratar de ir también a por más libertad», ha explicado. En su opinión, «la prensa saudí ha progresado mucho, pero no lo suficiente para el mundo moderno».

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