Jesús Cacho acusa a Pedrojota de ‘soberbio’ y ‘censor’

Jesús Cacho acusa a Pedrojota de 'soberbio' y 'censor'

(PD).- Jesús Cacho, uno de los cronistas españoles más influyentes y temidos en el periodismo español durante los últimos 30 años, ha roto su relación con Pedrojota Ramírez y ha dejado de escribir en El Mundo. Cacho, tertuliano con Jiménez Losantos en la COPE y director de Elconfidencial.com revela en su diario online los entresijos hasta ahora inconfesables de su ruptura con Pedrojota.

El artículo se titula «Sobre el abrupto final de ‘La Rueda de la Fortuna’ en el diario El Mundo» y aparecía este lunes en la sección «Con lupa» que Cacho publica en su diario online. Por su enorme interés -sobre todo para los periodistas y los que vibran con el periodismo- lo reproduciomos a continuación.

Sobre el abrupto final de ‘La Rueda de la Fortuna’ en el diario ‘El Mundo’
@Jesús Cacho

El lunes 31 de julio pasado, a eso de las 10 de la mañana, recibí una llamada de Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, que dijo hallarse ya de vacaciones en Mallorca dispuesto, según manifestación propia, a dirigir las maniobras navales en defensa de su piscina en la Costa de los Pinos.

Bastante nervioso, me anunció que, aprovechando el parón agosteño, quería hacer cambios en el suplemento dominical Nueva Economía y había decidido prescindir de mi Rueda de la Fortuna, que desde hace años venía publicándose en el diario.

Mi respuesta fue escueta: “estás en tu derecho”.

Fin de la conversación.

Desde el principio decidí dejarlo correr, porque entre las prerrogativas del director de un medio de comunicación figura el contratar los servicios de un periodista y prescindir de él cuando lo considere oportuno.

Esas son las reglas del juego, y sacar a relucir querellas entre profesionales es asunto de mal gusto que poco interesa al lector inteligente.

La presión de los numerosísimos correos y llamadas telefónicas que he recibido en las últimas dos semanas me obliga, sin embargo, a cambiar de opinión y dar una explicación pública de lo ocurrido, porque guardar silencio equivaldría a hacer bueno el dicho de “quien calla otorga”.

Lo cierto es que el de La Rueda de la Fortuna en el diario El Mundo ha sido desde su inicio un camino tormentoso, plagado de broncas monumentales (no encuentro expresión más adecuada para definir lo ocurrido) provocadas por mi protesta radical ante la reiterada actitud de un Pedro J. Ramírez dispuesto a meter la tijera en mis textos por los motivos más variados, algunos ciertamente pintorescos.

He dicho antes que es facultad del director de un medio contratar a un periodista y despedirlo, pero no truncar sus textos simplemente porque lo que escribe no conviene a alguno de los poderosos amigos, generalmente empresarios y banqueros y/o políticos en el ejercicio del poder, del director de marras.

Muchas de las broncas están documentadas (material del que no pienso hacer uso a menos que sea absolutamente indispensable), si bien llegó un momento en que dejé de hacerlo por aburrimiento y porque su relato pormenorizado daría para escribir varios volúmenes.

Me permito, sin embargo, reproducir tres breves fragmentos de otros tantos correos remitidos por mí a Ramírez en épocas distintas, porque de ellos podrá el lector sacar sus propias conclusiones. El primero corresponde al 9 de junio 2003, y dice así:

“Estimado Pedro: El domingo, hallándome de viaje por mi Palencia natal, alguien me avisa de que algo ha ocurrido con el título de mi crónica, y con la foto grande también, porque lo aparecido no era lo entregado a última hora del viernes.

“En fin, pasada la indignación inicial por este nuevo acto de censura absurda y gratuita, difícilmente soportable por lo demás, he decidido tomármelo con filosofía. Y no es porque, como me recomiendan mis amigos, tenga que intentar ser tan cínico como tú, intento en el que francamente yo siempre saldría perdedor. No. La calma se debe a que no es a mí a quien ofendes: eres tú quien se degrada, quien se enfanga, quien se rebaja, quien se convierte, una vez más, en un perrito faldero del poder político de turno. ¿A quién le has vendido esta vez el favor, a Ana, a Rodrigo, o a ambos a la vez?

“El caso es que ésta es la más absurda de las muchas censuras que ha sufrido mi página a lo largo de los últimos años. Es tan absurda que tengo la tentación de pensar que se trata simplemente de una provocación”.

Tras la pérdida del poder del Partido Popular el 14 de marzo de 2004, las relaciones entre Pedro J. Ramírez y quien esto suscribe mejoraron notablemente, al desaparecer en buena medida los puntos de fricción (un día Aznar, otro su santa esposa, al siguiente Rodrigo Rato, y siempre Emilio Botín, Florentino Pérez o quien se terciara).

El caso es que, después de un par de años relativamente plácidos, la cabra volvió al monte con renovados bríos censores a primeros del año en curso. El siguiente fragmento corresponde a otro correo-protesta enviado a Ramírez el 20 de mayo de 2006. Dice así:

“Querido Pedro: Unas líneas solamente que quieren ser constructivas. Después de los padecimientos y tensiones que el Gobierno Aznar, particularmente en la segunda legislatura, provocó en nuestra relación a cuenta de La Rueda de la Fortuna, las cosas habían vuelto a su cauce con la práctica desaparición, salvo asuntos puntuales, de interferencias y/o censuras más o menos explícitas.

“En las últimas fechas, sin embargo, de nuevo han vuelto las sorpresas. En el mes de abril, no recuerdo exactamente la fecha, uno de tus redactores jefe me llamó un sábado para pedirme que quitara la referencia a El Corte Inglés que figuraba al final de mi página, dedicada en general a la corrupción marbellí, y en particular a la apertura del nuevo centro “Costa Mijas” del famoso gran almacén.

“Naturalmente me negué, pero cuál no sería mi sorpresa cuando al día siguiente, domingo, me encuentro con que, sin mi permiso y sin consulta previa de ningún tipo, uno de los sumarios que yo había remitido, dedicado al gran negocio de don Isidoro (“El Corte Inglés abre con gran pompa nuevo centro en Mijas. ¿Tiene licencia de apertura? ¿Es posible tenerla con tales accesos?”), había desaparecido para ser sustituido por otro totalmente inocuo. Vaya mi protesta, si bien tardía”.

“El domingo 14 de mayo ocurrió otro incidente (…) Si te cuento todo esto es porque estoy ya bastante mayor y tengo un alto concepto de mi mismo, de mi autoestima, como para seguir soportando este tipo de cosas que de cuando en cuando ocurren con La Rueda de la Fortuna, y quiero un compromiso explícito por tu parte de que van a dejar de producirse (…) Pedro, no podemos seguir así. Ni por ti, porque me parece penoso que un hombre de tu trayectoria se dedique, por sí o por persona interpuesta, a este tipo de actividades que rozan la censura vergonzante (caso de El Corte Inglés), ni por mí, porque, sinceramente, no necesito ese dinero para vivir y no estoy dispuesto a seguir en estas condiciones, a pesar de lo mucho que representa esta página para mí. De modo que te pido, con mi mejor voluntad, una definición expresa por tu parte al respecto”.

Naturalmente, siguieron produciéndose. Tan cerca como el domingo 16 de julio pasado dirigí al director de El Mundo un nuevo correo-protesta, del siguiente tenor textual:

“Querido Pedro: Descubro con cierto estupor que de mi Rueda de la Fortuna de hoy domingo han desaparecido las fotos de la familia Botín que yo había elegido para ilustrar mi página. También han desaparecido sin dejar rastro los sumarios que remití acompañando el texto principal y que, lógicamente referidos al tema central del artículo, la familia Botín, se han debido traspapelar, pues no alcanzo a imaginar cualquier otra posibilidad. Y ello sin la menor comunicación a mi humilde persona por tu parte o tus partes delegadas. En fin, me gustaría una somera explicación, si no es robarte demasiado tiempo”.

Las respuestas de Pedro J. Ramírez, rebosantes de la soberbia herida del individuo nada acostumbrado a que en su casa le lleven la contraria, insistían en la facultad del director de un medio para meter la tijera a discreción en los textos de cualquiera de sus columnistas.

Esto es, a grandes rasgos, lo que ha pasado con La Rueda de la Fortuna. En definitiva, lo ocurrido es tan obvio que el lector menos avisado podrá sacar sus propias conclusiones sin ayuda de nadie.

Desde el nacimiento de El Confidencial, hace ya 5 años, algunas de las páginas censuradas se publicaron los lunes en este diario. Sin duda me he equivocado mucho y he podido ser injusto en ocasiones con algunos notorios personajes de este país, pero en mi descargo debo decir que a lo largo de más de 30 años de ejercicio del periodismo yo y sólo yo he sido y soy responsable de mis éxitos y fracasos.

Agua pasada. Vida nueva. Queda el recuerdo de unos bonitos años junto a la gran plantilla de profesionales de El Mundo, muchos de los cuales me han hecho llegar estos días sus muestras de cariño, que muy sinceramente desde aquí agradezco.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído