«No todos somos Rubianes»

"No todos somos Rubianes"

«No todos somos unos groseros, unos impertinentes, unos maleducados, unos irrespetuosos, unos malhablados, unos soeces, unos lenguaraces, unos insolentes, unos descarados y unos chaqueteros». Así comienza un artículo de Federico Quevedo, que revive la polémica de las brutales declaraciones del actor Pepe Rubianes sobre la «puta España» en la televisión pública catalana TV3. Como afirma el periodista, de haber hecho unas declaraciones similares sobre Cataluña en Telemadrid habría sido objeto de un verdadero linchamiento moral.

El Confidencial recoge en su página web un artículo de opinión de Federico Quevedo sobre todo lo que ha rodeado a la obra de Rubianes que, finalmente, y gracias a la Opinión Pública, ha sido retirada del programa de funciones del Teatro Español, porque como apunta Quevedo, alguien que afirme en una televisión controlada con dinero público, es decir, con los impuestos de todos los españoles: «Que se metan a España en el puto culo a ver si les explotan los huevos«, no tiene derecho a recibir subvención pública del dinero de los españoles para actuar en el Teatro Español, por mucho que haya pedido disculpas por sus declaraciones:

«… Ustedes, que son lectores inteligentes y avispados, convendrán conmigo en que si el actor Pepe Rubianes hubiera dicho de Catalunya en Telemadrid lo que de España dijo en la TV3, habría sido objeto de un verdadero linchamiento moral –si no del otro- por parte de la misma izquierda que ahora se lleva las manos a la cabeza simplemente porque, por una cuestión de respeto a las instituciones y a la nación que nos da cobijo, se le ha negado a un teatro público para representar su obra Lorca somos todos, que sí que podrá representar en una sala que le ha cedido el sindicato CCOO. Y me parece bien.

Ni que decir tiene que en el caso contrario Rubianes habría sido objeto de una persecución implacable, declarado persona non grata en Catalunya, y que si alguna sede del PP se hubiera puesto a su disposición para representar su obra, habría sido quemada por las juventudes neonazis de ERC, y sus militantes molidos a palos por los mismos que el otro día llevaban camisetas en las que se podía leer Rubianes somos todos con el amparo de ese personaje que se ha mostrado capaz de dejar a Goebbels en pañales llamado José Montilla.

Yo sé que al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, le ha costado tomar esa decisión, pero la aplaudo, porque no es pertinente que un político que cree en la idea de España y que asume el espíritu de concordia que hizo posible la transición acepte de buen grado que un sujeto afirme en una televisión controlada con dinero público, es decir, con los impuestos de todos los españoles: «Que se metan a España en el puto culo a ver si les explotan los huevos».

De haber sido en otro país…

En cualquier otro país serio, semejante alegato contra la nación, contra la Patria, sería objeto de denuncia y de sanción, pero en este nos seguimos avergonzando, por desgracia, de ser lo que somos, a pesar de que nuestra historia es rica en hazañas que hemos conseguido llevar a cabo, precisamente, porque trabajamos codo con codo bajo una misma idea de España y de proyecto futuro en común.

… Fuera de nuestras fronteras no se entiende esta obsesión antiespañola de vascos y catalanes, salvo en aquellos países que han sufrido el efecto de la balcanización y sus nefastas consecuencias. Pero, sobre todo, lo que es incomprensible es ese odio irrefrenable hacia todo lo español, como si de verdad durante siglos hubieran sido vendidos como esclavos a los señores feudales castellanos, cuando la realidad es que vascos y catalanes han contribuido de manera muy activa y generosa a la configuración de España como nación de ciudadanos libres e iguales en derechos y deberes.

Pero más sorprendente, si cabe, es el hecho de que la izquierda española, tradicionalmente centralista, se haya subido al carro de esta ola separatista y de odio hacia todo lo español.

… No podemos ser Rubianes los que creemos en la libertad individual, en la democracia, y en el respeto a las ideas de los demás. Y me responderán ustedes que hay que respetar a Rubianes… Si, pero no a sus insultos y sus obscenidades. No al modo grosero y lenguaraz con el que ataca una idea común y esencial para nuestra convivencia.

Los mismos que defienden a Rubianes, los de la camiseta, son los que cuando el PP organiza un acto para sus militantes acuden a atemorizar, insultar e, incluso, agredir, simplemente porque no pueden aceptar que haya gente que no piensa como ellos, y hacen buena aquella afirmación de Mussolini según la cual “conforme la civilización asume formas más complejas, más tiene que restringirse la libertad del individuo”.

Quienes creemos en la pluralidad no podemos ser Rubianes. Quienes creemos en la liberalización, no podemos ser Rubianes. Quienes creemos en el esfuerzo individual y colectivo como receta para el desarrollo, no podemos ser Rubianes.

Rubianes pertenece a la cultura del subsidio y la planificación, a la mentalidad de la subvención y la ayuda del Estado. Rubianes es de los que creen que la cultura, ‘su’ cultura, debe sufragarse con los impuestos de ciudadanos a los que se somete a la obligatoriedad ideológica y fiscal.

Pero si no es esa obra, será otra que, igualmente, incida en la separación, en la ruptura, en la consagración de las ‘dos Españas’ que tanto daño ha hecho a nuestra convivencia favoreciendo nuestro desarrollo como aldea en lugar de cómo país. Sinceramente, si Lorca levantara la cabeza, dudo mucho que estuviera de acuerdo con todo esto, y mucho menos con Rubianes».

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