(PD).- A las modelos se les pide un mímimo de masa corporal que se ha situado en 18. ¿No habrá un mínimo establecido para las princesas escuálidas ¿Juraría usted que María García de la Rasilla, princesa de Vidim, sobrepasa la talla 36? ¿Cree sinceramente que la Letizia Ortiz se engulló los siete platos con los que la homenajeó Arzak cuando le visitó en su luna de miel?
No nos engañemos. Salvo que padezcan hipertiroidismo, enfermedad que permite comer cantidades ingentes sin engordar, las royals, las reinas de las jet-set o las celebrities como Victoria Beckham lo que hacen es cerrar el pico, abrirlo sólo para comer acelgas o berros y machacarse en el gimnasio. Los expertos aplauden la decisión de Cibeles.
Según informa en Época Eva Reuss, no es el caso del sociólogo Pedro Mansilla, para quien la nueva norma de la pasarela madrileña resulta descabellada:
«La sociedad en la que vivimos es tan cínica que está dispuesta a fulminar a las modelos y, sin embargo, pasar por alto los evidentes trastornos alimenticios de algunas princesas».
Mucho discrepa José Manuel Ortiz-Urdiaín, experto en nutrición, para quien esta acertada medida debería hacerse extensible a otros sectores como el mundo publicitario.
«A mi juicio«, continúa Mansilla:
«La delgadez extrema de doña Letizia es fruto del implacable régimen de autoestima que se ha impuesto a sí misma».
Quiere ser perfecta y hará cuanto esté en su mano para ello. Esta actitud, añade:
«Es propia de cualquier persona de su condición en su posición; me explico: propia de cualquier chica de clase media que ha alcanzado un estatus real. Dicho de otro modo: doña Letizia es una víctima rigurosa de un ascenso irresistible en la escala social. Porque si hubiera pertenecido a la realeza o a la alta burguesía, ahora se dedicaría a bostezar, como los perros afganos, sin importarle el qué dirán sobre su aspecto físico o la opinión de los demás».
«A Doña Letizia le viene ancho el cargo»
opina Ortiz-Urdiaín:
«Los tres factores que provocan su aspecto de espagueti son: delgadez constitucional, más delgadez temperamental, más obligaciones del cargo. Con este trío jamás logrará sobrepeso. Su papel y su estado emocional la mantienen delgada, aunque coma bien, y eso que la tele te engorda eso, al menos cuatro kilos».
Elena o la mujer de Kyril de Bulgaria, Rosario Nadal, acudan a una fiesta con un traje de Lacroix o Valentino garantiza a sus creadores los más altos índices de eficacia publicitaria. En algunos casos, como en el de Isabel Preysler, el fenómeno se convierte en un estilo de vida, una rentable fuente de ingresos, en un arte incluso, según y cómo.
Puede que ellas no pongan de moda la delgadez, pero la delgadez, desde luego, está de moda entre ellas. Cuatro princesas y cuñadas entre sí de los Bulgaria valen para botón de muestra. María García de la Rasilla, esposa de Konstantin de Bulgaria y princesa de Vidim, es monísima, elegante y entra, seguro, en una talla 34. Miriam Ungría, mujer de Kardam y princesa de Tirnovo, luce siempre espléndidos modelos de Eduardo Ladrón de Guevara colgados sobre bracitos de alambre y prominentes huesos en la cadera. Rosario Nadal, casada con Kyril de Bulgaria y fiel a Valentino, está en el chasis, como suele decirse, y Carla Royo-Vilanova, princesa de Panagyuriste, es un simpatiquísimo alfiler.
Delgadez es igual a refinamiento
Ya que delgadez siempre fue sinónimo de refinamiento, no es nueva esta afición a las sílfides. Diana de Gales estuvo a punto de morir entre la anorexia y la bulimia de las que culpaba a las constantes infidelidades de su marido. Sólo el divorcio, el cambio de look efectuado por Versace y el amor la recolocaron en el peso ideal. Ahora, la más bella de las princesas actuales, Rania de Jordania, empieza a ser acusada no sólo de gastar fortunas en ropa de marca; también de perder más y más calorías al tiempo que aporta herederos a la corona de su país.
