¿En manos de quién estamos?

Juan C. Osta (Periodista Digital).- En la calle hay miedo. La inseguridad está dejando sobre la mesa unas cifras de delitos escalofriantes y unos crudelísimos modus operandi. La sociedad, atónita, lleva ya tiempo pidiendo auxilio a un ministerio de Interior encargado de garantizar la seguridad de todos. La última víctima: un joyero al quele robaron la vida en plena Gran Vía madrileña. Quizá, los coches blindados, las urbanizaciones de lujo, los escoltas privados no dejen ver a Rubalcaba que los españoles viven con las luces de alarma.

Un joyero mayorista de 59 años moría este martes en el centro de Madrid al recibir varios impactos de bala durante un atraco, que resultó frustrado.

El cuerpo del hombre, identificado como José Manuel M.R., de nacionalidad española, quedó tendido en la acera, junto a los dos maletines llenos de piezas de joyería que llevaba, frente al número 13 de la céntrica calle Isabel la Católica, en Madrid. El hombre llegó a entrar en quirófano pero murió debido a la hemorragia que le causó uno de los disparos, que le atravesó la arteria aorta y la vena cava.

El secretario general del Gremio de Joyeros de Madrid, Armando Rodríguez, ha dicho al respecto que «lo humillante en este país es la forma en la que tienen que desarrollar su trabajo, sin seguridad ninguna«.

El portavoz de este gremio recordó «al Gobierno de la Nación que es hora de que hagan las modificaciones legislativas que prometieron«, ya que este país se ha convertido en «un paraíso para los criminales que están llegando porque ven las facilidades que tienen para delinquir«.

El presidente del Gremio de Joyeros de Madrid explicó que la víctima de este atraco frustrado, que además es miembro de la Junta Directiva de la asociación, había sufrido otro intento de robo hace dos meses. En aquella ocasión, en la que sufrió una herida en la cabeza, el asalto también se produjo en esta zona del centro de Madrid, ya que el almacén del fallecido está a pocos metros del lugar, en la calle Silva.


FALTA DE RECURSOS POLICIALES

Las asociaciones de comerciantes Cocem y Cecoma han emitido un comunicado en el cual achacaban la situación de inseguridad creciente a «la falta de recursos policiales y de la ineficacia de la legislación penal«.

La Razón informa este jueves sobre el problema de la inseguridad ciudadana:

«`Llevamos manifestando nuestras reivindicaciones durante mucho tiempo», afirmó el secretario general de Cecoma, Ricardo Lage, `hace falta una armonización de leyes. No tiene sentido que las fuerzas de seguridad cumplan su función y detengan a los delincuentes y que después el sistema judicial, por falta de medios o de criterios, no sea eficaz y esa gente quede libre para reincidir´. `No sólo hay que atacar a los que personalmente cometen el delito´, continuó, `sino también a los receptadores, los que articulan los canales mediante los cuales se trafica con lo robado… Se trata de ser capaces de aplicar la ley vigente y, después, si es necesario, cambiarla´.

(…)

Nuevos problemas para el Gobierno Central, cuya delegada afirmaba hace unos días que Madrid seguía siendo una de las capitales más seguras de Europa. Por el momento, los comerciantes no están de acuerdo en la afirmación».

«VENTE A ESPAÑA, LA POLICÍA NI TE TOCA»

«Hombre, vente para España, que esto es el paraíso… Que sí, que aquí la policía ni te toca«. De piedra. Los guardias civiles estaban escuchando una cinta grabada durante una investigación a una banda de rumanos, especializada en robos en chalés y empresas y esa fue la frase que se escuchaba.

Es la «invitación» de un delincuente asentado en España a un miembro de su banda todavía en Rumanía es tan real como la confesión que un delincuente albano-kosovar, detenido en Madrid tras una cadena de golpes empresas de varios polígonos industriales, le hizo a un veterano policía cuando le preguntó por qué tenían tanto desprecio por la vida de sus víctimas, a las que habían golpeado con dureza, y por la propia:

«Sabe», le dijo con una medio sonrisa y mirándole con fijeza a la cara, «yo era policía en Kosovo y viví la limpieza étnica».

Los funcionarios relatan estas experiencias para explicar por qué España ejerce un singular atractivo para las mafias del Este, y también de otros países, y la razón por la que actúan con una violencia desconocida hasta hace poco por estos pagos.

Los hilos de las mafias que trabajan en España son movidos por auténticas factorías del crimen, que «trabajan» todo tipo de delitos, y que tienen implantación internacional.

La dirección de estos grupos está normalmente en un país extranjero, mientras que España tienen decenas de «sucursales», de ramificaciones dirigidas por sus lugartenientes que, estas sí, pueden estar especializadas en una modalidad delictiva.

Avala esta teoría una estimación policial que afirma que el 90 por ciento de los asaltos a los chalés son obra de extranjeros.

De la misma manera que se puede hablar de una internacional del terror, con vasos comunicantes que se prestan ayudas unos a otros, quizás quepa referirse a una «internacional del crimen organizado», que cuenta con elementos absolutamente profesionales, muy fajados en el crimen y bastante violentos.

Ante este fenómeno caben dos posturas: reconocer el problema e intentar arreglarlo o achacarlo -como ha hecho el director general de la Guardia Civil- al «alarmismo y la percepción subjetiva de inseguridad».

Resulta inaceptable pensar que a los ciudadanos les gusta pasar miedo porque sí. Es de esperar que el Gobierno opte por la primera alternativa y se centre en multiplicar los medios de los que dispone el Estado para luchar contra estas multinacionales del crimen, sin parcheos ni técnicas del avestruz.

LA PROTECCIÓN Y LA SEGURIDAD, UN DERECHO MAYOR.

Mientras los expertos policiales aseguran que las bandas son cada vez más profesionales y «multidisciplinares» (lo hemos visto en las calles de Moratalaz con los secuestros exprés), el refuerzo dispuesto por el Ejecutivo para hacer frente a la ola de asaltos a chalés en Cataluña se basa en agentes que acaban de terminar su formación.

La improvisación gravita sobre un asunto que no surge de la noche a la mañana. Como también publica hoy este periódico, informes de Interpol alertaban hace cuatro años de este sombrío panorama delictivo. Para ello utilizaba la gráfica imagen del «mercado común del crimen».

Poco se ha hecho desde entonces para limitar los efectos de esta expansión del crimen y para devolver el sosiego a unos inquietos ciudadanos que no son «alarmistas» por reclamar que el Estado les proteja de una manera efectiva.

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