Enrique de Diego (Periodista Digital)-. He venido sosteniendo, siempre como hipótesis, la posibilidad de que la banda terrorista ETA tuviera relación con la masacre de Atocha. Esa conexión etarra sólo podía darse en los tramos originarios, facilitando al proveedor de los explosivos, o en facilitar las técnicas necesarias para armar las bombas con el sistema de los teléfonos móviles.
Después de lo publicado por ABC, me veo obligado a rectificar y a dejar esa hipótesis en almoneda, a punto de ser desechada. Por supuesto, se trató de un atentado islamista, sin ningún género de duda, y por supuesto se cometieron fallos tanto en relación con la prevención (sin evaluar el incremento de riesgo a raíz de la postura del Gobierno de apoyo a la intervención en Irak, e incluso las previas amenazas de Al Qaeda, grupo para el que España-Al Andalus es un objetivo prioritario) como, después, en relación con la utilización partidista, por parte del PSOE, del choque emocional de la masacre.
Según los informes publicados por ABC, los ataques islamistas más graves desde el 11 S han seguido pautas similares al del 11 M. De manera muy manifiesta, el reciente de Bombay es casi una copia del de Madrid.
Además, según la Unidad Central de Información Exterior
La técnica de utilizar móviles programados para activar bombas es una técnica que se enseñaba en un campo de entrenamiento de Jalalabad (Afganistán) que estaba dirigido por el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM).
A ese grupo pertenecían varios de los miembros del grupo terrorista islámico.
La técnica utilizada por ETA en relación con los móviles no es la misma que la de los islamistas. Según lo publicado por ABC
Así mientras los primeros usaron los móviles como activadores a distancia, los segundos lo hicieron como temporizadores. Es decir, dos formas distintas de fabricar bombas.
DELINCUENCIA COMÚN
Sobre otra de las cuestiones en las que se han generado dudas absurdas, fruto de la ignorancia y el desconocimiento de los conspiranoicos, el citado diario señala que
En los ataques de nuestro país, los terroristas recurrieron a la delincuencia común, algo que les permitió su adscripción a la corriente Takfir Wal Hijra, que autoriza a realizar actos contrarios al islam si se utilizan para atacar infieles.
Bueno, ese criterio es general en el islamismo, que considera virtuosa la simulación frente al infiel. El integrismo tiene uno de sus viveros más habituales en las cárceles. Aquí los sindicatos de funcionarios de prisiones denunciaron que en la salmantina de Torras los integristas prácticamente se habían hecho con el poder. Al Zarqawi, muerto en Irak, y uno de los más sanguinarios, tenía una larga trayectoria de delincuente y un itinerario similar a El Chino.
Toda vez que se ha desactivado la estrategia de echar abajo el sumario, generando dudas inanes sobre el explosivo utilizado en los trenes, y que no van a quedar impunes los islamistas, me parece que quienes tienen que empezar a dar explicaciones son los que han inventado una delirante teoría de la conspiración, sin fundamento alguno.
PERIODISMO, NO PROPAGANDA
Es hora de reivindicar que el periodismo está relacionado con la información y no la propaganda, con la búsqueda de la verdad. Y reflexionar sobre el hecho lamentable de que algunos han considerado que sus seguidores son capaces de asumir cualquier criterio que se les venda, aunque sea mercancía tan evidentemente averiada.
Eso induce a pensar a un factor de gregarismo en una parte de la derecha, que se ha acostumbrado a recibir consignas mediáticas. Y a un desprecio hacia ellos por parte de sus gurú. Sólo así puede entenderse, no justificarse, que El Mundo se haya desprestigiado de manera irreversible presentando a Suárez Trashorras como “víctima”, que presentara su enésima versión como la verdad absoluta, que haya asumido una desquiciada teoría conspiratoria, de la que a día de hoy no ha dado el más mínimo dato.
La búsqueda de la verdad y el respeto a los ciudadanos obliga a rectificar cuando uno se ha equivocado. Es lo que hago. Espero que los mentirosos y manipuladores de El Mundo y la COPE sigan el ejemplo.