El miedo al islamista condena a muerte la fiesta de Moros y Cristianos

El miedo al islamista condena a muerte la fiesta de Moros y Cristianos

Juan Cruz Osta y Migel Pato(Periodista Digital)-. Tal como van las cosas, tendría que llamarse muy pronto «Sólo cristianos». Y eso que los «Moros y Cristianos» es una de las fiestas más antiguas, arraigadas y con tradición de España. Son los efectos perversos de la mezcla del miedo y de eso que se llama «corrección política».

Obsesionados por no ofender a los musulmanes, no hace mucho que estuvieron a punto de quitar una estatua del Apostol de la catedral de Santiago de Compostela. Esa en la que aparece luchando contra los moros. El arzobispado, muy cuco, ha tapado a los moros con flores y la figura sigue allí, en una capilla lateral, pero no tardará en caer.

Lo mismo que las fiestas de Moros y Cristianos que se han visto envueltas en una especie de histeria colectiva en la que hemos caído al caer ante el chantaje fundamentalista de los radicales islámicos.

Como dice el maestro Antonio Burgos, «cautiva y derrotada la Historia Contemporánea con la Memoria Amnésica, (…) comienza ahora la reescritura de la Edad Media de acuerdo con la praxis de lo políticamente correcto.» La visión buenista y tontorrona del pasado, por quedar de supertolerante y comprensivo en el presente, lleva a situaciones tan ridículas como pedir que se supriman las tradicionales fiestas de moros y cristianos o que desaparezcan las cabezas de moros cortadas del escudo de Aragón.

¿Obligarán también por decreto a los Matamoros a pasar por el Registro Cívil? Esperemos que, por la misma regla de tres, los británicos no celebren más Warterloo o Trafalgar. Y los rusos ya pueden ir olvidando que fueron ellos los que tomaron el búnker de Hitler.

«Se veía venir.» Como escribío en su día Burgos en el ABC

De aquí a nada, del mismo modo que los republicanos han ganado ya la batalla del Ebro y los nacionales nunca entraron en Madrid, ni tomaron Teruel, ni ocuparon Barcelona, Rodrigo Díaz de Vivar será derrotado por la morisma, por lo que habrá que reeditar una versión políticamente correcta, no racista ni sexista, del Poema del Cid para uso de escolares, sin que las tierras de Castilla se ensanchen con galopada alguna de silla de caballo cristiano.

Y es que «en esta España light (…)ya hemos inventado la fiesta de moros y cristianos sin moros: sólo con cristianos.» Y así de avergonzados la exportamos. Resulta que la Fiesta de Moros y Cristianos de Alcoy representará a España como invitada de honor en el desfile de la Hispanidad que se celebra en la Quinta Avenida de Nueva York. Pero lo llamativo es que sólo desfilarán las comparsas cristianas.

La razón es que desde Nueva York se recomendó que sólo desfilara la comparsa cristiana por si no se entendía la participación mora en la fiesta.

Como dice Antonio Burgos «aguanten la risa, por la gloria de Mahoma, que esto es muy serio.»

CRÍTICAS DEL IMÁN DE MÁLAGA

Todo esto viene precedido de las críticas de un imán de Málaga a las fiestas. Y lo dice así el columnista sevillano del ABC,

Cumpliendo así de paso las aspiraciones del presidente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas e imán de Málaga, que exige que las fiestas de moros y cristianos sean suprimidas «en aras de la buena convivencia». De la Alianza de Civilizaciones, vamos.

El concejal de Fiestas del ayuntamiento de Valencia, Félix Crespo, ha defendido el festejo diciendo que

Para poder hablar de una fiesta, primero hay que conocerla en sus raíces. Esta fiesta ha demostrado que es muy digna, respetuosa, lúdica y participativa.

Concluye su análisis Antonio Burgos:

Esto es un primer paso. En el siguiente, veremos cómo tales fiestas levantinas serán autorizadas solamente si se asegura la victoria de la Media Luna sobre la Cruz, de los moros sobre los cristianos, como ya ocurre con la memoria histórica de la batalla del Ebro. Hasta llegar al fin último, que será reescribir la Reconquista como se ha reinventado la guerra civil. Ya verán ustedes cómo ríe Boabdil cuando los Reyes Católicos sean derrotados y, como el de la checa de Bellas Artes, nunca vayan a Granada.

LA BRONCA PERPETUA

Ignacio Camacho, andaluz también, analiza para el diario de Vocento la cuestión. Y es que la cosa tiene bemoles.

Después se cabrean porque el Papa les canta las verdades, pero es que hay musulmanes que llevan el gen prohibicionista en la sangre. Son incompatibles con la risa, con la diversión, con la alegría. Un defecto muy español, por otro lado; debe de tratarse de un sustrato heredado de la larga etapa de dominancia árabe.

Y concluye la irónica columna:

Sólo faltaba, pues, que por complacer a la santa ira islámica nos cargásemos las fiestecitas de moros y cristianos, esa amable patraña de disfraces que acaso sea la última palestra en la que todavía no nos estamos atizando los españoles con esa maldita ferocidad tan familiar y tan recurrente en nuestros fracasos.

EL CARDENAL CAÑIZARES SALE EN DEFENSA DE LAS FIESTAS

El arzobispo de Toledo y primado de España ha destacado por su defensa de la cultura Occidental frente a los ataques de los radicales islamistas. Sin paliativos. Ahora pide respeto a «unas tradiciones colosales» porque no se puede «destruir la identidad de un pueblo»

Siguiendo los postulados del Papa Benedicto XVI, afirmó que «Europa comienza cuando se une el cristianismo con el logos helénico, la fe y la razón». Así, «Europa -y España y Occidente- o es cristiana o dejará de ser Europa».

Respecto a las fiestas de moros y cristianos, y dados los recortes en ellas por censuras islámicas -en el pueblo de Onteniente, por ejemplo, se ha suprimido la explosión de un muñeco moro-, el valenciano Cañizares sostuvo que «hay que respetar unas tradiciones de gran belleza y unas fiestas colosales».

Recordó su primer destino como sacerdote en Alcoy,

Donde hay las mejores fiestas de moros y cristianos de España; querer cambiar eso es no entender para nada la historia y el patrimonio de un pueblo. No se puede destruir esa identidad que no supone violencia ni exclusión de los musulmanes.

REPERCUSIONES DE LO POLÍTICAMENTE CORRECTO

Y es que lo políticamente correcto lo invade todo. Si albergan alguna duda, abandonen por unos minutos sus fuentes de información habituales y naveguen por el dial de la radio, la parrilla de televisión y las páginas de los periódicos.

Se quedarán pasmados. Y no ante la furia de los fanáticos musulmanes, sino ante la estupidez de los progres occidentales. En particular la de los españoles, que -una vez más- se han lanzado en tropel, por ejempolo, a vituperar al Papa y a defender a capa y espada el derecho a la ira de los islámicos.

Se trata de una faceta más de la mamarrachada general. Si un ex ministro del Gobierno de España, natural de Córdoba y candidato socialista a la presidencia de Generalitat afirma sin estar bebido que Rubianes es «parte de la cultura catalana» y que hay que exportarlo, cómo no va a aparecer en la Cadena SER un tipo de voz engolada asegurando que la yihad es el equivalente mahometano de la Teología de la Liberación cristiana.

Eso o que el verdadero peligro es monseñor Cañizares y despropósitos mayores. Y no son oyentes coñazo los que sueltan semejantes sandeces, sino periodistas de relumbrón, profesores de universidad, políticos de peso y artistas de renombre.

EL ATAQUE CONTRA SANTIAGO MATAMOROS

La pieza -que pretenden quitar los profestas de lo políticamente correcto- muestra a un Santiago de mirada dura y espada en alto triunfando victorioso sobre los sarracenos, que se representan con unas temerosas cabezas con turbante humilladas bajo los cascos del caballo blanco del Apóstol.

No es la única imagen del Santiago Caballero (una de las representaciones características en la imaginería del santo) que se encuentra en la basílica, pero al Cabildo le parece una de las más evidentes y visibles, puesto que está destinada al culto.

Si se imponen los «claudicantes», la pieza, de José Gambino, será trasladada en unos días al Museo de la Catedral y en su lugar se instalará otra talla del mismo autor. Se trata del Santiago Peregrino que preside actualmente la Sala Capitular, donde se reúne habitualmente el Cabildo.

Aunque el clima de temor tras el atentado de Atocha ha acelerado el cambio, la seguridad no es la única razón del retiro del Matamoros. Según señalan fuentes de la Basílica, se considera desde hace tiempo que la pieza no es la más adecuada para representar el actual espíritu de la Iglesia y sobre todo el mensaje que quiere transmitir la Catedral como eje de la tradición jacobea.

El Apóstol Peregrino es una imagen universal, la otra talla está ligada a una época histórica y a unas circunstancias concretas.

Por eso los canónigos -temerosos de ser criticados- añadan pensando que el mejor lugar para el descanso de este Apóstol guerrero es el museo, junto a otras valiosas obras de arte sacro que poco a poco han ido retirándose de las naves de la basílica para hacer sitio a otras piezas o para asegurar su conservación

La fiera imagen del santo contrastaba además con el espacio que le estaba dedicado. Situado entre la capillas de Santa Catalina y de Lope, la de Santiago Matamoros es en realidad un pequeña hornacina que aprovecha un antiguo acceso a ésta última. No hay más elementos en el hueco que la talla, protegida por una reja, y las velas que algunos fieles, con más semblante pacífico que guerrero, encienden mientras le dirigen al Apóstol sus oraciones y súplicas.

PIEZAS SIMILARES

Más difícil será la retirada de los santiagos caballeros que todavía campean no sólo en la Catedral sino también en la ciudad. Sólo hay que recordar que es nuevamente un Apóstol a caballo y espada en mano el que encabeza el baldaquino del Altar Mayor.

Prácticamente una réplica en piedra de esta imagen preside el Obradoiro desde los tejados del Pazo de Raxoi. En ambos casos su presencia políticamente incorrecta se justifica porque la retirada supondría un grave mutilamiento de conjuntos escultóricos y arquitectónicos de gran valor.

Sobre esta situación tan ridícula y grotesca como vergonzosa ya se han escrito algunos artículos que cabe destacar como el del prestigioso escritor Arturo Pérez-Reverte donde ironiza con bastante agudeza sobre el tema bajo el títilo “Santiago Matamagrvíes”:

Que sí, hombre. Que sí. Me parece de perlas. A ver por qué diablos se han mosqueado algunos carcamales por el hecho de que el cabildo de la catedral de Santiago de Compostela, con buen criterio y admirable visión de la coyuntura, anuncie la retirada de la belicosa imagen del apóstol Santiago escabechando morisma: una talla de madera policromada del siglo XVIII en la que, con absoluto desprecio hacia la realidad multicultural, el respeto a la totalidad de etnias y la verdadera misión de los ejércitos españoles, que es hacer de oenegés y de Beba la Enfermera poniéndole tiritas a la gente cuando se hace pupa, representa al Hijo del Trueno en actitud neonazi, espada en mano, ejerciendo intolerable violencia racial contra el colectivo magrebí que en el siglo IX se buscaba la vida en Clavijo.

Ya era hora, aplaudo, de que alguien pusiera coto a esa provocación. Gesto que estoy seguro responde a causas éticas -al fin la Iglesia Católica ha visto la luz, después de tantos siglos pidiendo leña y cajitas de fósforos- y no a la egoísta preocupación ante la posibilidad de que un peregrino chungo llamado Ornar o Ali, por ejemplo, al grito de Alá Ajbar, meta una mochila bomba debajo del botafumeiro y nos fastidie el Jacobeo. Es más. Creo que al hilo de esa admirable iniciativa, el nombre de Santiago Matamoros que figura en tantos textos seculares y en tanto monumento, debe ser reescrito de forma
conveniente. Santiago Matamagrebíes suena menos ofensivo y más socialmente correcto. Porque una cosa es explotar a mis primos por cuatro duros y llamarlos moromierdas por la calle, y otra herir su sensibilidad sensible con iconografía fascista. Ojo.

Por eso, puestos a mejorar el ambiente, estoy dispuesto a ir más lejos. Para radical, yo. Así evitaré cartas como la última, en la que un lector imbécil me llama de derechas porque hace semanas critiqué la eliminación del yugo y las flechas, sin caer en la cuenta, el analfabeto, de que yo no me refería al emblema falangista, sino al Tanto monta, monta tanto de Isabel, reina de Castilla, y Fernando, rey de Catalunya, antes absurdamente llamado rey de Aragón. Pero a lo que iba. Decía que lo de quitar a esa mala bestia asesina del apóstol Santiago dando mandobles debe hacerse no sólo en Compostela, sino en todas partes: el palacio Rajoy, la ciudad, el Camino, etcétera. Y
puestos a ello, a fin de mantener las sensibilidades musulmanas en estado razonable, sugiero eliminar también las cadenas que figuran en el escudo de España y en el de Navarra, pues conmemoran otras cadenas aciagas: las que rodeaban la tienda del Miramamolín -Al Nasir para los amigos- aquel año 1212 en que los almohades se llevaron las suyas y las de un bombero en las Navas de Tolosa. En la misma línea sería aconsejable, asimismo, eliminar la granada del escudo español, por razones obvias: ese Boabdil llevado llorando a la frontera entre tricornios de guardias civiles, como el Lute. Y ya puestos a meter mano al escudo, sería bueno revisar las dos siniestras columnas del Plus Ultra, con sus con-notaciones de genocidio y limpieza étnica, que a cualquier mejicano o peruano deben de ofenderle un huevo y parte del otro. Sin olvidar un buen trabajo de piqueta en los escudos imperiales del siglo XVI donde campea el águila bicéfala franquista.

La tarea es vasta, pero necesaria. Esa Rendición de Breda, por ejemplo, donde Velázquez humilló a los holandeses. Ese belicista Miguel de Cervantes, orgulloso de haberse quedado manco matando musulmanes en Lepanto. Esa provocación antisemita de la Semana Santa, donde San Pedro le trincha una oreja al judío Malco en claro antecedente del Holocausto. Y ahora que Chirac nos quiere tanto, también convendría retirar del Prado esos Goya donde salen españoles matando franceses, o los insultan mientras son fusilados. Lo chachi sería crear una comisión de parlamentarios cultos –que nos sobran-, a fin de borrar cualquier detalle de nuestra arquitectura, iconografía, literatura o memoria que pueda herir alguna sensibilidad norteafricana, francesa, británica, italiana, turca, filipina, azteca, inca, flamenca, bizantina, sueva, vándala, alana, goda, romana, cartaginesa, griega o fenicia. A fin de cuentas sólo se trata de revisar treinta siglos de historia. Todo sea por no crispar y no herir. Por Dios. Después podemos besarnos todo; en la boca, encender los mecheritos e irnos juntos y solidarios, a tomar por saco.

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