La exclusiva `rosa´ de El País

La exclusiva `rosa´ de El País

Elena de Regoyos (Periodista Digital).- Ya la quisieran para sí el Diez Minutos o el Hola. «El sueño del Príncipe», abre este domingo el suplemento dominical de El País. Por cierto, un titular que no acaba de aclararse en todo el reportaje.


Con motivo del XXV aniversario de los Premios Príncipe de Asturias, este suplemento semanal ha logrado meterse en Zarzuela para fotografiar en exclusiva a Felipe y Letizia en plan familia feliz, al más puro estilo papel couché.

Ella, con taconazo, pantalón blanco y chaqueta de media manga negra, posa sentada en el brazo de un sofá de Palacio en que se sienta, junto a ella, el Príncipe de gris y con corbata verde. Las vistas tras ellos, sólo dignas de quien vive en un palacio: un gran ventanal con árboles de fondo.

La exclusiva dio que hablar, y mucho, a los programas televisivos del corazón, como fue el caso este sábado de Dolce Vita, en Telecinco. A través de él se conocieron detalles como que las fotografías de Gorka Lejarcegi para El País Semanal no se hicieron en la casa en la que vive el Príncipe, donde se pretendían hacer, sino directamente en Zarzuela.

Además, se analizaron diferentes aspectos, como es la ausencia de protocolo para tomar dichas imágenes, ya que Letizia aparece sentada en el brazo del sofá, en lugar de en los cojines del mismo, y está al lado derecho del Príncipe, siendo lo «correcto» que estuviera a la izquierda. Según comentaron, ella advirtió al fotógrafo no ser muy fotogénica, por lo que la sesión se demoró un poco.

En cuanto al reportaje de Jesús Rodríguez, que repasa los XXV años de premios Príncipe de Asturias, hace especial hincapié en sus difíciles comienzos ya que, dice, «la Fundación nació pobre». Tanto que tuvieron que pedir dinero a 50 empresarios para sufragar la cuantía de los premios. Aún así, hoy ya establecido y con gran prestigio internacional, otorga 50.000 euros de premio a cada galardonado, mientras que los Nobel están dotados con un millón por premiado.

La pesadilla del Príncipe

Además cuenta anectodas del plano personal, como cuando el Príncipe a los doce años se trabó en la lectura del discurso inaugural debido a la ortodoncia, lo que le causó pesadillas durante un tiempo:

«En contra de lo que pueda pensarse, aquel año del estreno no es el que don Felipe recuerda con pavor, sino el segundo: el de la confirmación de la alternativa. Cuenta con gracia que la entrega inaugural de los premios fue como lanzarse desde un trampolín por primera vez: como no sabes lo que es, no te lo piensas mucho…, y te tiras. En la segunda edición, en 1982, se encontró en Asturias un trampolín mucho más alto. No estaba cómodo, no conocía a nadie y tenía una ortodoncia que le impedía vocalizar bien. A mitad de discurso, en sus propias palabras, se le formó una sopa de letras delante de los ojos. Se atascó. Pasaron segundos que le parecieron minutos. Retomó el texto y salió airoso. Hubo una ovación en el teatro Campoamor. Durante una temporada, aún tuvo pesadillas infantiles en las que se enfrentaba sin palabras a un inmenso auditorio.»

La Princesa llora en privado

Años más tarde, ya hecho un hombre, el Príncipe de Asturias vivió la edición de más conmovedora para él, acompañado de su ya esposa Letizia Ortiz. Quien lloró hasta quedarse agusto antes y después del premio, pero en la ceremonia logró contenerse con cierta dificultad:

«Doña Letizia temía el momento de enfrentarse a los premios. Un acto que conoce desde niña y siempre la emocionó. Hasta el extremo de saltársele las lágrimas ante los gemidos de las gaitas asturianas mientras transmitía por televisión la edición de 2002. Sabía que en Oviedo podía derrumbarse. Lloró mucho en las vísperas del 22 de octubre de 2004. Y esa tarde, en el teatro Campoamor, aguantó con la cabeza baja y los puños crispados, un nudo en el estómago y la garganta reseca, el emotivo discurso del Príncipe. Si empezaba a llorar, ya no podría parar. Don Felipe estuvo tentado de detener su discurso, pero prefirió seguir adelante. Concluyó con estas palabras, en las que comparaba la fundación con un árbol, “que a partir de ahora contará también con el cuidado y la ayuda entregada de mi esposa, Leticia, la princesa de Asturias”. Después vendrían muchas lágrimas. Pero en privado.»

Un reportaje que sin duda hubiera deseado poder hacer, con tanta complicidad por parte de los Príncipes de Asturias, cualquier otro medio de comunicación, del sector que fuera. Y que, sin duda, habrá supuesto un importante aumento de beneficios respecto a otros domingos, debido la posibilidad de aumentar las tarifas de publicidad gracias a la exclusiva de portada.

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