Una ficción sangrienta y asesina

(PD).- Han reescrito al Historia, usando los libros de texto, su televisión y sus periódicos. Olvidan que Vizcaya fue parte integral de esa Castiolla que tanto vituperan y que las provincias vascas han estado viculadas a España desde los remotos tiempos de los visigodos. De ahí que el chantaje de ETA y Batasuna sea doblemente rechazable.

No sólo porque es intolerable reivindicar objetivos políticos mediante métodos violentos, sino porque ni siquiera existe base histórica o jurídica para plantear la soberanía de un país (Euskal Herria) que sólo existió en la imaginación de Sabino Arana.

Subraya Ignacio Merino en Epoca que la vinculación de las tierras vascas con España se remonta a hace más de 15 siglos. La noción de España, que toma carta de naturaleza con la llegada de los romanos, estaba ya presente varias centurias antes de nuestra era por la visión y experiencia de griegos y fenicios.

Cuando en el siglo III a.C. llegan los cartagineses, llaman a este territorio Spania (tierra del Norte, y no “tierra de conejos” como suele decirse a menudo). Amílcar desembarcó en Spania pensando en obtener metales y mercenarios para el enfrentamiento que Cartago mantenía con Roma, pero una vez conoció la tierra, quiso conquistarla entera. En aquella primera guerra de independencia española se confederaron tribus y pueblos de la Península para resistir al avance púnico.

Los vascones entre ellos, al igual que los turdetanos de las riberas del Betis (Guadalquivir), los vacceos del Duero o los arévacos de la actual provincia de Soria. Aquellas etnias eran auténticas naciones que controlaban suficiente territorio y recursos, y es en ese modelo donde la actual Euskadi puede encontrar su identidad más genuina.

Lo que tampoco quiere decir que sea la única ni que gobierne las posteriores, pues desde entonces se han sucedido los siglos y con ellos la identidad nacional se ha ido enriqueciendo con aportaciones de distinto origen. Pensar que en Vasconia sólo han estado, y desde siempre, los vascones es tan ridículo como creer que todos los madrileños descienden de carpetanos o los de Barcelona son limpiamente layetanos.

La Historia no se sustenta con mitos ni leyendas fantásticas a lo Sabino Arana. No fueron los vascones quienes se enfrentaron ferozmente a los romanos, sino los cántabros y astures. Fue desde el puerto de Bilbao, precisamente, donde Augusto organizó la gran campaña contra estos pueblos rebeldes, ayudado por sumisos vascones.

Sí fueron rebeldes con los visigodos, cuando Hispania se convirtió en Estado y tanto Atanagildo como Leovigildo acudieron con sus ejércitos a sofocar la rebeldía. De una de estas victorias sobre los vascones nació Vitoria, la urbe que fundó Leovigildo en su campamento para conmemorar su triunfo. Durante la Alta Edad Media, los vascos comparten con todos los pueblos peninsulares la tarea de la recuperación de la Patria Goda de manos musulmanas.

Surgen los señoríos, amparados primero por la monarquía navarra y luego por Castilla, cuando los magnates que dominaban Vizcaya, Álava y el occidente de Guipúzcoa reconocieron a Alfonso VI de Castilla y León, mientras que los potentados de la parte oriental guipuzcoana y los navarros proclamaron rey a Sancho Ramírez de Aragón. Navarra fue la madre, y de ella nacieron Castilla y Aragón.

Fue la herencia de Sancho el Fuerte la que produjo estas primeras divisiones territoriales. Los señoríos de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa entraron, pues, en la órbita castellana sin que mediara guerra, invasión o forzada imposición. Conservaban sus privilegios y la manera democrática de gobernarse a través de los concejos de homes buenos, como tanto gustaba en la primitiva Castilla. En 1332, la Cofradía de Arriaga ofreció el gobierno de Álava al rey Alfonso XI de Castilla, un juicioso y excelente gobernante de cuyo prestigio querían favorecerse frente a navarros y guipuzcoanos. Poco después, el mismo monarca era recibido con júbilo en Guernica, pues los vizcaínos deseaban una mayor alianza con Castilla.

En el mismo reinado, el propio señorío de Vizcaya volvía a la Corona castellana. Una buena prueba de la fusión entre vascos y demás peninsulares es que por entonces, en la Edad de los Descubrimientos, las gentes del mar llamaban vizcaínos a todos los españoles, igual que catalanes en el Mediterráneo occidental de los almogávares o gallegos en la actual Argentina.

Vascos fueron Juan Sebastián Elcano y muchos otros marineros que bajo el pendón de Castilla, y luego con la bandera reunida de los Habsburgo, fueron a América y sentaron allí sus hispanos reales. Hubo vascos ilustres en los gobiernos ilustrados y entre los guerrilleros que lucharon contra Napoleón. Absolutistas y liberales.

Pintores como Zuloaga y pensadores como Unamuno. Genios que han paseado el ser de España por todo el planeta. Ciudadanos honrados que aman su tierra, que se sienten vascos pero que no les duele su genealogía hispana ni ser hermanos de gallegos, extremeños o valencianos.

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