Las estrellas de la radio conservadora abandonan a Bush

(PD/Agencias).- «Las estrellas de la radio conservadora están rompiendo con los dirigentes republicanos de forma nunca vista en, al menos, 10 años». Lo cuenta Luiz Oz en El Mundo, citando un artículo publicado el 17 de octubre en el New York Times por Michael Harrison, editor de Talkers, la principal revista especializada en debates de radio.

La frase de Michael Harrison es lapidaria:

«Desde que Rush Limbaugh abanderó en su radio la causa del partido en 1994, arrastrando con él a una nueva generación de estrellas, no se había visto nada parecido».

Michael Savage, una de las voces más influyentes de la radio conservadora, ha arremetido contra la política de inmigración de George Bush. Y Laura Ingraham, que dirige una de las tertulias más seguidas, ha cuestionado, tras saltar el escándalo del congresista homosexual Mark Foley, «la capacidad de los actuales dirigentes para presentar con credibilidad la agenda conservadora al pueblo americano y movilizar a las bases».

Ante esta avalancha de críticas, el rasputín electoral de Bush, Kart Rove, y sus ayudantes invitaron un viernes de septiembre a los directores de programas afines de radio a una reunión con Bush en el despacho oval. Durante hora y media el presidente intentó convencerlos, con relativo éxito, de las bondades de la Guerra de Irak, de la lucha contra el terrorismo y de su política de inmigración.

La reunión, off the record, no tiene precedentes. Según el portavoz de Bush, Tony Snow, artífice del encuentro, «hay que asegurar que los amigos siguen siéndolo». Sabe de qué habla, pues poco antes de ser fichado como jefe de prensa de la Casa Blanca, él mismo se había sumado a las voces críticas.

Los demócratas necesitan ganar el martes 15 escaños a los republicanos en la Cámara de Representantes y 6 en el Senado para hacerse con la mayoría en el Congreso. Sin el apoyo incondicional de una radio conservadora como la de Limbaugh y Sam Hannity (los de mayor audiencia) o Savage (el tercero, con más de ocho millones de oyentes), los republicanos temen la deserción masiva de parte importante de su electorado.

Los demócratas, que han fracasado en sus intentos de montar radios liberales capaces de competir con las conservadoras (Air America, el proyecto más ambicioso, se declaró en bancarrota hace tres semanas), se frotan las manos. «Cuando los conservadores se agitan contra el presidente, las estrellas de la radio se ven obligadas a apoyarles», afirmó Tim Gram, analista del Media Research Center, en el mismo artículo del New York Times. De lo contrario, perderían clientela, publicidad y negocio.

Para frenar este desviacionismo peligroso, la Casa Blanca ha invitado a docenas de periodistas de radios amigas a montar estudios temporales en su sótano para entrevistar a los responsables de la Administración.

En una sola semana el líder del partido republicano ha intervenido en más de 20. Las críticas, al final de la campaña, se han moderado y 30 millones de oyentes de la talk radio conservadora han recibido buena dosis de propaganda. Hannity parecía otro tras verse con Bush. Pero Ingraham sigue quejándose. Una desagradecida tras disfrutar del privilegio de pasear en bicicleta con Bush.

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