I
Si ayer eran las catástrofes, hoy son los conflictivos sindicales los que jaquean a este Gobierno autonómico. Médicos de todos los estamentos en huelgas intempestivas, sindicatos que velan por la no desaparición de las brigadas antiincendios, mariscadoras que cortan calles (ayer, fueron las de Ferrol) o que se levantan de mesas de negociación rechinando impotencia (lo hicieron las de O Burgo, el jueves) y hasta bomberos comarcales en demanda de una mejor situación. La última fue una movilización de agricultores que tienen la sensación de que «las cosas siguen igual en el campo». Quizá lo más preocupante de la improvisación y el desgobierno del bipartito haya sido la huelga sanitaria en el Centro de Transfusión de Galicia (CTG). En Vigo ya tuvieron que suspender varias intervenciones quirúrgicas por falta de sangre. A pesar de los ejercicios potemkistas de TVG, la situación roza el colapso asistencial.
II
Reaparición del invento progre por excelencia, el «noitebus». El Gobierno y los medios lo anuncian festivamente. No es para menos. Papá Estado ofrece barra libre a los jóvenes para que se pongan ciegos a reventar y luego los pasa a recoger para que no se maten en la carretera. Eso es hacer progresismo: ya no bastaba con organizarles el botellón sino que ahora al rebaño adiestrado se le pone un bus para que lleguen a casa. Me temo que con esas políticas paternalistas no podremos esperar a futuro jóvenes responsables, autónomos y con capacidad para decidir por sí solos lo que les conviene. Y luego la guinda la pone la conselleira de Política Territorial, María José Caride, diciendo que se incrementarán a 18 las rutas del ‘Noitebús’ en los días festivos y fines de semana de las fiestas navideñas. «La combinación ocio-alcohol es peligrosa», recordó. Gracias, conselleira. La combinación Xunta-carreteras, también. ¿Le suena el socavón de la vía O Salnés o el reciente derrumbe en el corredor de O Morrazo? Usted salió pidiendo «tranquilidad» pero a los conductores les cunde el pánico y ahora miran a los cuatro costados por si les llega a venir un desplome de tierra. Tranquilos, conductores: una comisión de investigación impulsada por el bipartito se ocupará del tema. Las conclusiones ya están redactadas. Falta la investigación…
III
Sabíamos que el presidente de la Xunta es una persona irascible. Lo vimos nervioso y agresivo con la prensa durante los fuegos de agosto y volvimos a ver su falta de talante en la crisis de O Salnés. «No nos van a enseñar a construir a nosotros», dijo despachando a un periodista. Faltaba más. No sólo saben construir sino que también se les da muy bien despilfarrar. El problema llega cuando tienen que decidir para qué sirve lo que construyeron. Es lo que pasa con la Ciudad de la Cultura. Touriño prometió que para antes de fin de año diría para que serviría. Creó una Fundación -que tampoco se sabe para qué sirve-, se sacó la foto y se fue a dormir la siesta. Mientras pasan los días y las horas, Ánxela le reza a Breogán y mira para otro lado.
IV
La chapuza de O Salnés. Un socavón en una vía rápida esencial por la que pasan 30 mil autos al día. ¿Qué hace el bipartito? Culpar al PP por haber utilizado unos tubos metálicos para el drenaje que el agua se encargó rápidamente de convertir en chatarra. Y cuando Caride estaba mostrando las fotos de los tubos, alguien le chista: -«Shhh, shhh, que la Xunta también está construyendo con esos mismos tubos…» A la Xunta le vale todo con tal de demonizar al anterior Gobierno. Acostumbrados a ser oposición, no saben gobernar, no les preocupa solucionar los problemas de la gente. Tienden a atacar al adversario porque es lo que manda la política de comité. Por eso tiene razón Ernesto Pombo al decir que nuestra clase política, con dinero a raudales y tecnología punta, construye chapuzas mientras que los romanos hace dos mil años construían murallas o torres que duran hasta hoy. Y a los ciudadanos sólo nos queda el refugio de la resignación. No podemos construir por ti, Touriño.
