Los disparos informativos a ritmo de metralleta del propio presidente en temas de enjundia no dejan un segundo para quitarles los visones a los ministros/tras y ver qué llevan debajo. Tiene que pasar un Air Madrid para acordarnos que una tal Magdalena Álvarez es la que desfila con el abrigo de Fomento, o sea la responsable de que las cosas funcionen para que cientos de miles de personas no se queden con el billete en la boca en la escalerilla del avión. ¿Y qué lleva Maleni bajo su caro visón? Miren y vean.
Casi dos semanas después del desbarajuste, la Ministra de Fomento ha comparecido en el Congreso de los Diputados para decirle a sus señorías, y a los que sus señorías representan, que hicieron lo que tenían que hacer y que la culpa de toda es de Air Madrid.
No ha querido, nuestra Magdalena, responder a por qué se cerró la aerolínea en plenas vacaciones de Navidad, y sobre la situación en que ha dejado el cierre a los trabajadores de Air Madrid y a los viajeros con billete sin poder volar.
En «Historias de mi querida España» de Susana Moneo, ex mano derecha de Federico Jiménez Losantos en La COPE, ha dado un repaso a «mi Maleni».
«Cuatro directores de comunicación, tres jefes de gabinete, un Secretario General, son los más significativos del enorme baile de cargos de confianza del Ministerio de Fomento. Son constantes las peticiones de traslado y dimisiones. Oficialmente todos dicen lo mismo: Por razones personales. Pero lo cierto es que según nos confirman fuentes próximas a la ministra, se debe a su trato imposible. (…)
Ni Paco Virseda, experto jurista, toda una vida en el PSOE que fue, a petición de Zapatero, a ayudarle, aguantó tres meses. No admite otra opiniones y por tanto se ha rodeado de un equipo muy flojo que le hace el caldo gordo. Nos dicen textualmente que la mayoría no se atreve a rechistar.
No se habla Magdalena Álvarez con su Secretario de Estado, número dos del ministerio, Victor Morlán, pero no puede relevarlo porque es un nombramiento directo de Zapatero. Famosas son sus broncas y malas formas en reuniones internas, que tuvieron su reflejo público cuando culpó a su equipo de no controlar las preguntas de los periodistas o abroncó a la periodista que le preguntaba por el retraso del Plan Galicia. Entonces, un micrófono recogió su ira en esta frase: Me van a decir a mí, comentó, lo que es el Plan Galicia de mierda.»
Hace un año los españoles sufrían la imprevisión de un Ministerio que esperó a tener las carreteras como las de una postal navideña para empezar a preparar un plan y dejó durante horas y horas a miles de comtribuyentes atascados en sus coches. Menos hace que una panda de energúmenos armaban la de San Quintín en el aeropuerto barcelonés del Prat mientras la ministra, atónita, se entretenía en pararle a Esperanza Aguirre las radiales y la 501. Ahora, otros tantos miles de inmigrantes se quedan con el culo al aire por la sinvergonzonería de una compañía aérea y la incompetencia de una Administración pública que se pone in vigilando una semana antes de que estas personas embarquen para ver a sus familias a las que, en muchos de los casos, llevan años sin poder abrazar.
La ministra, debajo de su lujoso abrigo, está hecha andrajos. Y las pieles, según sus colaboradores cercanos, son de perro pequinés. Menuda hostia.
