La utopía de la radio pública

La radio pública es «la calidad, el interés general y el servicio público«. Hasta la saciedad hemos oído la retahíla que cada vez que un partido está en la oposición acusa al que gobierna de no respetarla. Por supuesto, la audiencia no es el «principal objetivo«. La publicidad no es el problema. Todo esto ha dicho el nuevo presidente de RTVE en la cadena SER. Y que en septiembre, más nervio y más juventud en RNE. Luis Fernández, innovando.

Luis Fernández le ha concedido a su amigo Carles Francino la primera entrevista a un medio privado desdepués de acceder al cargo.

«Luis Fernández, que trabajó en esta casa, aunque también trabajó en la cadena COPE. Todo el mundo tiene un pasado.»

El nuevo presidente de la Corporación RTVE, creada en junio de 2006, se compromete a seleccionar los contenidos de la nueva radiotelevisión española con el único límite de «la ley, el buen gusto y el respeto a las minorías«. ¿Les suena el rosario? Pues ruega por nosotros.

«¿Ha dejado ya la tele pública y la radio aparcada la meta de convertirse en la líder del sector?», le ha preguntado Francino.

Y Fernández le ha dicho que la audiencia no es lo más importante, que ellos saben lo que es bueno para la gente, «interés público» ha utilizado textualemente, y que «si van acompañados de audiencia, mejor, pero no es nuestro principal objetivo«. Ruega por nosotros.

Como ejemplo de programas del corazón de «buen gusto«, Fernández ha puesto los ejemplos de lor programas de Anne Igartiburu y Cristina García Ramos.

«La función del servicio público no radica tanto en los géneros seleccionados sino en sus contenidos y en sus tratamiento».

¿Qué ocurre con Radio Nacional de España? Algo vamos a hacer para darle más marcha, ha venido a decir.

«Hay que meterle nervio y rejuvenecer la audiencia de Radio Nacional de España. En septiembre empezarán a verse los primeros resultados».

Y ruega por nosotros. Rosario de intenciones válido para cualquier nuevo directivo de un Ente público de comunicación. Véase la hemeroteca. O sea, como quien oye llover. Una letanía para la subvención. Qué penitencia.

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