(PD).- La bola estaba en el tejado de Pedrojota. Primero fue el corresponsal de El País en París, que pedía el cierre de El Mundo y la COPE. A los días, Jesús Moreno, director de El País, delante de Jesús Polanco, Juan Luis Cebrián y Joaquín Estefanía salió haciendo méritos diciendo aquello de que estos medios son «desestabilizadores de las instituciones democráticas». Pedrojota, claro, sale en defensa de su medio y de sí mismo. El fondo del asunto, cómo no, las investigaciones del 11-M. ¿Se acuerdan de lo que decía Cebrián cuando los GAL? Pues lo mismo ahora, viene a decir.
Desde el comienzo de la vista oral del Juicio del 11-M la guerra de medios se ha recrudecido. Unos acusan a otros de «conspiranoicos» y los otros acusan a unos de «oficialistas«. Los unos dicen que lo que pasó aquellos aciagos días está en el sumario y los otros que hay gato encerrado. Este posicionamiento tiene a los periodistas estrella de los diferentes medios con las uñas afuera.
La liebre la soltó el correponsal de El País en Francia, que en la televisión pública francesa pedía el cierre del diario El Mundo y de la cadena COPE. Ambos medios pidieron al alimón el desmarque de los directivos del periódico. La respuesta del diario de PRISA nunca llegó.
Pedrojota, en su Carta del Director de El Mundo(€), se defiende. Y lo hace, en principio, aduciendo principios elementales de toda democracia.
«Si las exageraciones y dislates del meritorio nuevo director de El País presentando a EL MUNDO como el mayor «desestabilizador institucional» -¿por qué no decir «enemigo del pueblo», Moreno?- en todo el orbe occidental hubieran sido una súbita erupción cutánea propia de toda funcionalidad adolescente, no sería necesario tener que recordar principios tan elementales tales como que la tolerancia es la columna vertebral del pluralismo y que nadie hay tan enfermo como el maniqueo que, a base de ver en su adversario el compendio de todos los males, termina odiándolo hasta el extremo de sufrir con su felicidad y no poder soportar su propia existencia.»
Para luego poner la mirada en tiempos pretéritos, los tiempos de El País de Cebrián.
«El problema es que esto viene de atrás. De muy atrás si nos remontamos al tiempo en el que Juan Luis Cebrián bautizó como «sindicato del crimen» a quienes íbamos cercando con nuestras averiguaciones a los criminales a los que él protegía, sindicando todo tipo de réditos con González, o simplemente de hace unos meses si tomamos como referencia un artículo del propio consejero delegado del grupo Prisa con el elocuente título de Sobre la mierda (de toro). Desde que su amigo, íntimo colaborador y alma gemela proclamara en un almuerzo en Don Benito que «Aznar y Anguita son la misma mierda» y añadiera después ante 3.000 personas en Granada que «el que es una auténtica mierda es Pedro J.», nadie había vuelto a recurrir a esa solución final de la dialéctica que es la escatología.
Bajo el disfraz de un anglicismo, Cebrián se permitía referirse a este diario hablando de «pendejadas altisonantes», «periodismo amarillo, máquina de difamar», «diseminación de basuras», «mentiras e injurias», «desvaríos» que fomentan «la calumnia y la maledicencia» o «voceador de inmundicias». Todo ello a cuenta de nuestra investigación tenaz, abierta y multidireccional sobre la tremenda masacre del 11-M y en paralelo a la consumación por parte de su propio periódico de una manipulación informativa que analistas menos moderados que yo podrían definir, con no poco fundamento, precisamente con algunos de esos epítetos.
Desde que pretendieron inventarme condescendencias primigenias con los GAL, a base de alterar el sentido de algunos párrafos sacándolos de contexto -como si todos tuviéramos un pasado colaboracionista del que avergonzarnos en el armario-, y se vieron obligados a hacerse eco del alud de protestas de sus lectores, que constataron la trapacería tras nuestra reproducción íntegra de los artículos, no habían perpetrado otra igual. «Mientras ‘El Mundo’ pague, les cuento la Guerra Civil», tronaba un titular a tres columnas en portada. «Las conversaciones en la cárcel de Suárez Trashorras, el minero procesado por los atentados», proclamaba un relampagueante subtítulo. La burda falacia proseguía en el arranque de la información y culminaba con un editorial anatematizador titulado A cualquier precio. Sólo los lectores más pacientes y meticulosos llegaban a enterarse, párrafos adentro, de que lo que Trashorras había comentado a sus padres no es que EL MUNDO le hubiera pagado por unas recientes declaraciones en las que había roto sus dos años y medio de silencio, tal y como se pretendía hacer creer con tamaña tormenta tipográfica, sino que imaginaba, suponía o elucubraba que tal vez lo hubiera hecho con una tercera persona -su ex compinche Nayo-, que a miles de kilómetros de distancia había dicho cosas desagradables para él. Total que en el primer alumbramiento con despliegue de luz y sonido del meritorio nuevo director -Moreno ya firmaba el periódico- parturiunt montes, nascetur ridiculus mus.»
Pedrojota Ramírez recala en el episodio del corresponsal:
«El director debió poner tan ridículo ratoncillo en manos de un subdirector, el subdirector lo encomendó a un redactor jefe, el redactor jefe se lo pasó a un tertuliano de la Ser, el tertuliano de la Ser a un comentarista de CNN+, el comentarista de CNN+ a quién sabe qué buena comadre y la buena comadre al corresponsal de El País en París que abrió la puerta de la jaula en una emisión de France 5 y soltó al centro de la pista un espectacular león rugiendo y dando zarpazos: no sólo Trashorras había declarado que EL MUNDO le había pagado, sino que lo había hecho ante el juez y denunciando que había sido para implicar a ETA en el 11-M, por todo lo cual -conmoción y espanto entre la desinformada audiencia- «en cualquier otro país ese periódico estaría cerrado».
Fue tras nuestro público emplazamiento para que aclarase si hacía suyas la versión y la receta de su replicante parisino, cuando el meritorio nuevo director nos presentó ante los alevines de su máster de periodismo como la mayor amenaza mediática para la democracia jamás surgida a ambas orillas del Atlántico. Ignoro si cuando sus jefes le pasaron luego la mano por el lomo, estaba también presente el Júpiter tonante que hace unas semanas creyó llegado su turno dentro del concurso televisivo por ver quién dice algo más denigratorio del director de EL MUNDO, apoyándose nada menos que en la tragedia de la T-4: «Te hace mucha gracia todo lo que tiene que ver con el terrorismo… ¡Qué contento estabas el otro día con el atentado!».»
Se pregunta retóricamente: «¿Qué habremos hecho nosotros para merecer todo esto? ¿Será por lo del gran grupo editorial en marcha, junto a los colegas y amigos de Recoletos? ¿Tendrá que ver con la acentuación de la tendencia -nueva subida significativa de EL MUNDO, nueva caída de dos dígitos de El País- en los inminentes datos de la OJD de enero? ¿O todo se circunscribe, en realidad, al «¡vale ya!» que de modo coral se nos pretende imponer con relación al 11-M, como si en el sacrilegio de nuestra incredulidad se compendiaran todos los motivos que a sus ojos nos hacen execrables?»
Para llegar al tema del juicio del 11-M: «Se comporta como uno más de esos colegas que tienen decidida de antemano su postura y ni siquiera se molestan en averiguar si la verdad va a estropear o no sus titulares.»
«Cuando el tribunal del 11-M ordenó analizar los restos de explosivos hallados en los focos de los trenes, nunca pensé que ni el Ministerio del Interior ni El País fueran a reconocer nuestra decisiva contribución a que esa esclarecedora prueba se llevara por fin a cabo, pero sí que di por sentado que la formación adquirida como químicos tanto por Rubalcaba como por Moreno facilitaría mucho la interpretación objetiva de sus resultados. Hétenos aquí, sin embargo, que a la vista de los informes provisionales, uno y otro ya han proclamado -directamente o por persona interpuesta- que la reiterada detección de una sustancia como el dinitrotolueno que no forma parte de la composición de la Goma 2 ECO es precisamente la prueba definitiva de que lo que estalló en los trenes fue Goma 2 ECO. ¡Toma ya! Será que los que no sabemos nada de química somos nosotros. O que no tenemos el desparpajo de presentar como «muestra de Goma 2 ECO proporcionada por la Unión Española de Explosivos a la Policía para su análisis» lo que no es sino el mismo trozo de dinamita ya aportado como supuesta «muestra patrón» en 2004 no por el fabricante sino por el destituido jefe de los Tedax Sánchez Manzano. Entonces estaba contaminado por metenamina y ahora -qué casualidad- por dinitrotolueno.»
Y concluye:
«Nunca propugnaremos el cierre de El País ni les lapidaremos con pedruscos del calibre -¡«sin parangón en Occidente»!, ha dicho el meritorio- de los que ellos nos lanzan a nosotros. (…)Serán el tiempo, los tribunales y los lectores quienes nos la den o nos la quiten. Y conste, una vez más, que este periódico no sostiene al día de hoy ninguna versión alternativa sobre lo que ocurrió el 11-M, pero sigue convencido de que no ocurrió gran parte de lo que nos dicen y de que mucho de lo que ocurrió aún no nos lo ha dicho nadie.»
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