Emboscada en Second Life

(PD).- Second Life (SL), cuya traducción sería “Segunda Vida”, es un mundo virtual 3D. Se inspira en la novela de Ciencia ficción “Snow Crash”, de Neal Stephenson y el movimiento literario “Cyberpunk”. Fue creado por Linden Lab y fundado por Philip Rosedale.

Second Life da la oportunidad de reinventarse a uno mismo. Para existir en SecondLife es necesario crear una figura virtual tridimensional o avatar. Puede jugarse con una cuenta gratuita. Sin embargo para poseer tierra y poder construir en ella es necesario crear una cuenta de pago, cuyo coste son unos 5 euros al mes.

No sabemos si Ignacio Camacho posee tierras en Second Life, pero en su columna de ABC acierta de pleno:

No hay escapatoria. Te metes en Second Life para construirte una existencia alternativa, en busca de una reencarnación virtual en la que aliviar la desesperanza de una realidad sórdida y gris que no crees merecerte, y te topas de bruces con Llamazares dándote la matraca en un cibermitin.

Sin piedad ni perdón; Llamazares emboscado en un rincón del mundo digital que habita al otro lado del espejo de cristal líquido de la pantalla, donde creías poder encontrar el consuelo ficticio de tu desventura.

Te metes en Second Life para ser rico si eres pobre, para ser guapo si eres feo, para ligarte a la vecina del segundo si no te comes una rosca, y resulta que allí están también ellos, los candidatos, con su monserga cainita, con su tabarra sectaria, con su monótona cháchara de populismo barato, acechando en una esquina para endilgarte el discurso del que tratas de huir fingiendo que eres diferente y ajeno. Vuelve a nacer para eso.

Un poco más allá, en algún lugar del laberinto titilante de la red, un tipo al que le desborda el alma de indignación por la ignominia ha montado una sentada virtual contra la excarcelación de De Juana.

Hay sedes del PSOE y del PP, pancartas electorales y quizá pronto una urna en la que también, probablemente, ganarán siempre los otros.

Algunos hijos de perra organizan tramas de ciberpederastia, y es de temer que en cualquier momento aparezcan los especuladores del ladrillo, los vendedores de milongas, los gurús de la telebasura y los terroristas callejeros.

La vecina seguirá sin hacerte caso y descubrirás que el pecado original ha fundado también el mundo de los falsos sueños digitales. Y que, disfrazado de «avatar», camuflado bajo la identidad oculta de esa segunda vida que creías haberte inventado para sobreponerte a la amargura de la primera, en internet eres también el títere tembloroso de una farsa estéril, la comparsa de una hueca ceremonia de poderes autosatisfechos, un triste ángel con alas cargadas de cadenas (decía Blas de Otero) al que nadie concede más rango que el de carne del cañón de la mentira, del partidismo y de la demagogia.

Hay un ruido de furia en la red, una tormenta de insultos que incendia los blogs con chispazos de rabia, un huracán de voces encrespadas que se disparan unas a otras venablos como balas, y que no viene a ser sino el reflejo de esta España del cabreo y de la ira, de la exaltación y de la cólera, del garrotazo fanático y del delirio enconado que azuzan los chamanes de la política.

En esta brutal encrucijada de odios, en esta liza salvaje y sectaria que agitan tipos de limpios cuellos blancos con carita muy digna y entrañas de hiel, quizá no esté lejano el día en que alguien queme en Second Life una sede del Partido Popular o la emprenda a bofetadas contra el trasunto cibernético de un concejal del País Vasco.

Hemos trasladado más allá del espejo la miseria moral de una política envilecida por el rencor al adversario. Y el que pretenda escapar enmascarado en la simulación de un «yo» postizo y acaso con más suerte, ha de saber que lo mejor que le puede pasar es tropezarse en cualquier esquina con la parla vacía de un Llamazares de pega.

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