übeda: El olivo en la Antigüedad

(PD).- Las primeras noticias que tenemos sobre el cultivo del olivo se remontan a mediados del tercer milenio antes de nuestra era. Fue en la región de Siria donde, según la información actual, se inició su cultivo. Los archivos de Ebla (2500 a.C.) ya nos informan de un cultivo extensivo del olivo.

Más tarde, Chipre, punto de contacto de la civilización griega y fenicia, sirvió de puerta de entrada del cultivo del olivo en el mundo griego, que lo extendió hasta Italia. Los fenicios lo extendieron hasta Cartago y Cádiz.

En las religiones mediterráneas antiguas el aceite tuvo un gran valor simbólico, tanto como elemento de ofrenda a los dioses, como elemento de la vinculación con la divinidad a través de las unciones. La Biblia nos relata como Noé, tras el diluvio, fue soltando aves, con la esperanza de que volviesen con algún testimonio de que las aguas habían descendido y que la vida volvía a la tierra. Una paloma volvió con un ramo de olivo en el pico, simbolizando la paz entre Dios y los hombres.

En la mitología griega, dos dioses, Atenea y Poseidón, compitieron ante Zeus, dios supremo de la religión griega, por convertirse en el dios protector de la región del Ática. Poseidón ofreció el caballo a los hombres, venció Atenea, que ofreció a los hombres el olivo y su aceite, la ciudad tomó el nombre de su diosa: Atenas.

En época romana, el aceite de la Bética, se difundió por toda Europa Occidental y en menor medida en la parte oriental del Mediterráneo. Gran parte del aceite de oliva consumido en Roma procedía de la Bética, como han atestiguado las ánforas olearias del Monte Testaccio en Roma.

Desde los inicios de la cultura mediterránea, hasta hoy, el olivo ha sido, y es, símbolo de unión y de paz

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