«Sexo en Nueva York» es una máquina de hacer dinero

(PD).- La máquina de Sexo en Nueva York sigue haciendo dinero cuatro años después de su último capítulo. En mayo se estrenará en Estados Unidos la película que retoma la historia de Carrie Bradshaw y sus tres amigas, después del clímax de la despedida, en la que míster Big acudía al rescate de Carrie en París.

Escribe David Alandete en El País que, pesar del gran secretismo con el que se ha rodado el filme, es difícil esconder grabaciones de exteriores en Manhattan, por lo que cientos de neoyorquinos han visto a Sarah Jessica Parker -productora, además de protagonista, de Sexo en Nueva York- vestida de novia y montada en un carruaje junto a sus amigas.

Y aunque en la pantalla todo serán desayunos y sonrisas, en la vida real el proyecto casi se hunde por una trifulca nada discreta entre Parker y Kim Cattrall, que interpreta a la insaciable Samantha. Según los tabloides de Nueva York, Cattrall paralizó el rodaje hasta el pasado otoño porque quería recibir los mismos honorarios que su compañera de reparto.

Sexo en Nueva York se mantuvo seis años en televisión, con un considerable éxito de audiencia. «Lo que una serie debe tener para sobrevivir seis temporadas es alma». Lo dijo Sarah Jessica Parker en un documental emitido antes del capítulo final. Bajo esta premisa, los críticos de televisión americanos le auguran una vida muy breve a Cashmere mafia, con la que comparte productor -Darren Star (Sensación de vivir, Melrose Place)-, número de protagonistas y escenario.

En Cashmere mafia, cuatro mujeres trabajan en la cumbre del éxito, quedan para desayunar y utilizan la palabra «pene» tantas veces como pueden. Con la actriz Lucy Liu a la cabeza, las iniciadas de esta mafia femenina intentan compaginar sus vidas en lujosos apartamentos de Nueva York mientras encuentran o afianzan el amor.

El crítico de The Washington Post John Maynard lo resumía así de claro el pasado fin de semana: «La serie me hace pensar en una cualidad muy importante que hacía de Sexo en Nueva York algo tan divertido: humildad. A los personajes de Cashmere mafia les falta este aspecto».

El San Francisco Chronicle no fue mucho más piadoso. Advertía a los espectadores de los «estereotipos planos» y «los trucos baratos en la trama» de una serie que no sirve más que para «introducir publicidad de forma rápida». Sobre su banda sonora decía: «Es tan parecida a la de Sexo en Nueva York que alguien podría denunciarles». De hecho, se estrenó después de un nuevo episodio de Mujeres desesperadas, y en media hora perdió un 15% de la audiencia heredada de esta veterana serie.

El 7 de febrero llega a la televisión estadounidense la otra gran heredera de la serie protagonizada por Sarah Jessica Parker. Lipstick jungle, con la actriz Brooke Shields a la cabeza, trata también sobre mujeres, está también ambientada en Nueva York y viene firmada por la escritora Candace Bushnell, creadora de Sexo en Nueva York.

La producción de Lipstick y de Cashmere les costó a los padres de Sexo en Nueva York un divorcio nada amistoso. Cuando la serie acabó, Bushnell comenzó a preparar un proyecto cortado con el mismo patrón. Entonces, su amistad con el productor Darren Starr era tan estrecha que incluso se alojaba en su casa frecuentemente.

Así concibió la historia de Nico, Wendy y Vicky, tres triunfadoras en Nueva York tras la crisis de los cuarenta. Después de meses de trabajo vendió el guión a NBC. Cuando le comunicaron la compra de los derechos quiso celebrarlo con Starr, pero éste le tenía preparada una sorpresa: él mismo se había embarcado en un proyecto muy similar llamado Cashmere mafia, que se iba a emitir en ABC. Aunque la amistad está rota desde entonces, Sexo en Nueva York sigue en la brecha, como las mujeres a las que retrata.

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