Javier Ortiz insiste en acusar a Markaska de juzgar al entorno etarra por «asuntos personales»

(PD).- ¿Insisten en acusarle de prevaricar? O sea. Cuando Zapatero decidió hincar la rodilla española ante una banda terrorista -con la ayuda impagable de su coro mediático- María Antonia Iglesias salía contra una de las piedras que aparecía en el camino: Grande-Marlaska. Y lo hacía como más le gusta a Iglesias: con el ataque ad hominem. Javier Ortiz, que mora en Público, vuelve a la carga: Si «pequeño Marlaska» actúa es «a partir de sus resentimientos privados».

¿Están acusando al juez de prevaricador? En plena tregua de ETA, cuando los «hombres de paz» decidieron perdonar la vida a los españoles durante unos mesecillos, María Antonia Iglesias, que no defrauda, analizaba así las actuaciones del juez indómito Fernando Grande Marlaska:

«Aparte de este proceso jurídico y de lo que haga el señor Marlarka, que también el señor Marlaska es para echarle de comer aparte, porque aquí nadie es independiente».

«Tiene una particular fobia contra la gente de Batasuna por motivos que no vienen al caso y que no creo que sean respetuosos mencionar aquí. Pero eso lo sé yo, lo digo con todo conocimiento de causa».

Era el dos de junio de 2007, en los micrófonos de Punto Radio.

Casi un año después, cuando ETA sigue disparando, cuando Garzón y demás jueces «veleta» ya vuelve a la senda recta de Marlaska, Javier Ortiz, ex jefe de Opinión de El Mundo, columnista estrella ahora en el diario-regalo de Zapatero a Nacho Escolar, Público, ha escrito lo mismo que su compañera María Antonia Iglesias:

«El titular del Juzgado Central de Instrucción número 3, Fernando Grande Marlaska, ha procesado a la alcaldesa de Hernani, Marian Beitialarrangoitia, por una cuestión de quítame allá esos nombres de calles. Al juez de la Audiencia Nacional le parece fatal que el pueblo guipuzcoano tenga una vía urbana en honor de los gudaris y otra que recuerda a una persona que él da por hecho que fue integrante de ETA, aunque nunca fuera condenada en firme por serlo. Y empura a la actual alcaldesa, por más que los nombres de esas calles no sean cosa suya, porque los decidieron los munícipes anteriores».

Y concluye Ortiz:

«No pretendo dármelas de freudiano, pero me malicio que el paso de Grande Marlaska por Euskadi y el trato despectivo y desagradable que algunas gentes zafias de la izquierda abertzale concedieron entonces a sus asuntos personales tienen un peso decisivo en sus querencias, fijaciones y fobias actuales».

«No obsta. Una cosa es que uno esté razonablemente resentido y otra que se dedique a juzgar, venga o no a cuento, a partir de sus resentimientos privados».

¿Están acusando al juez de dictar resoluciones injustas a sabiendas por «asuntos personales»? ¿Le están acusando de prevaricar?

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