(PD)-. Mario Benedetti decía que cuando algo le enfrenta a una persona, la conciencia le envía un cuento ¿Le sucede esto a usted? ¿Para contar una realidad surge un cuento?
– Escribo un cuento cuando no tengo respuesta. Si ve la proporción de ensayos y de cuentos que tengo es evidente que tengo menos respuestas y más preguntas.
Hay dos temas muy presentes en su obra: la realidad del argentino y el judaísmo. ¿Cuando oye hablar del 60º Aniversario del Estado de Israel que es lo que piensa?
– Antes de pensar, siento una gran alegría. Mi abuelo escapó de Polonia en el 39 y llegó a Argentina cuando todavía los judíos no tenían un Estado. Toda su familia pereció en Polonia. Es una alegría y alivio de que exista un Estado judío.
– Israel es un país compuesto por exiliados, convocando a todos los perseguidos del mundo. En eso de convocar a los perseguidos sólo es comparable con la Estatua de La Libertad que llama a los pobres.
Detrás de esa alegría del Sesenta Aniversario, siempre está la otra historia que es el conflicto.
– Creo que es un conflicto que está en la época contemporánea pero que es tan viejo como los judíos. Es el concepto del antijudaísmo.
Eso lo dice en alguno de sus artículos, donde no es que amen a Palestina sino que odian a los judíos, es lo que reflexiona usted.
– Israel es el único país que teniendo el poder y la capacidad de sugerirlo ha propuesto la creación del estado palestino. El liderazgo sionista siempre favoreció la creación del Estado de Palestino tanto en la ONU como en los años después.
Parece que hay una piedra angular que es el tema de Jerusalén, donde nadie sabe muy bien cómo dividir la ciudad.
– Creo que no es Jerusalén lo que impide la negociación. El otro tema de negociación es el tema de los descendientes de los palestinos que reclaman volver a un estado palestino.
– Jerusalén no tenía tampoco tanta centralidad en el mundo árabe antes de la creación del Estado de Israel.
Los santos lugares…
– En la propuesta de Barak que apoyo un 95 por ciento estoy de acuerdo en cómo dividir los santos lugares. Hay una propuesta autonómica. La mezquita de Jerusalén está bajo el “mando” de la autoridad religiosa islámica. Hay una autonomía bastante completa. Pienso que si pasa un año sin atentados se le puede dar la vuelta a todo.
Dicen que la mayor tragedia entre los judíos y palestinos es que tienen mucho en común ya que jamás ninguno ha sido aceptado.
– Pienso que no es el punto del drama, sino que los palestinos comparten con el resto del mundo árabe una relación de fascinación y odio con las democracias, al menos a los palestinos que yo tengo acceso.
– Uno nota una mimetización con el discurso democrático y en algún momento tiene una doble contradicción, donde se apegan a sus tradiciones e intentan ser demócratas. En la cotidianidad Palestina está permitido pegarles a las mujeres y, hay que tomar medidas: o se está en contra de esta tradición o se está a favor de la democracia.
Dice que su obra se define en tres palabras “no me olvide”. Ése es el deseo de la inmortalidad de todo escritor y de todo lo que cuenta.
– Cuando uno dice “no me olviden” hay dos elementos: uno de pura vanidad según el cual deseas vivir en la memoria de los lectores y otro mandato es el de no olvidar.
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