(PD).- A este paso, los jurados del Príncipe de Asturias terminarán premiando o al alfabeto griego… O al Sistema Métrico Decimal. Este miércoles y tras una dura e intensa jornada de deliberaciones, en la que votaron hasta en siete ocasiones, hubo «fumata blanca» y galardonaron a Google. La decisión ha dejado a algunos estupefactos y a otros irritados.
Escribe Alfonso Rojo en ABC, que lo ocurrido le recuerda a su Ponferrada natal. Y lo explica así:
Todo el mundo sabe que uno de los hijos predilectos de mi ciudad natal es Luis del Olmo. Y no hay español que no haya escuchado al maestro de la radio ensalzar desinteresadamente ese precedente de la soldadura autógena que es el botillo picante o alabar las bondades de la capital del Bierzo.
Pues bien, durante décadas, con una cicatería digna de psiquiatra, algunos políticos locales lucharon con uñas y dientes para evitar que el bueno de Luis tuviera en su lugar de nacimiento una calle, una plaza o un parque que llevara su nombre.
Ya se ha arreglado el entuerto y ahora cuenta hasta con busto de bronce, pero cuando no era así -hace unos diez años- me topé en Casa Cubelos con uno de sus admiradores.
No sé ni cómo comenzamos a hablar del asunto. El caso es que en mitad de la conversación, para subrayar el despropósito que se estaba cometiendo con Luis, el tipo señaló hacia la rotonda dedicada a John Lennon situada enfrente y preguntó con voz ronca: «¿Sabe alguien qué coño han hecho los Beatles por Ponferrada?»
Parafraseando a mi paisano, me pregunto si no hubiera sido cien veces mejor entregar este año el Premio Príncipe de Asturias a nuestro querido y admirado Manu Leguineche, que dárselo al omnipresente buscador de Internet.
Es cierto que, en apenas diez años, Larry Page y Serge Brin han montado la mayor compañía de comunicación del planeta y que no hay cristiano que no use sus inventos, pero: «¿Sabe alguien que coño han hecho por el periodismo español?»
Porque lo que ha hecho Manu lo sabemos todos. Yo me desteté como reportero de guerra sin tener ni pajolera idea de quién era o qué hacía el polaco Kapuscinski, a quien también han dado el Príncipe de Asturias. Cuando empecé a ir a las guerras y vi por primera vez de cerca el resto espantoso de la muerte, mi modelo era Leguineche.
El mío, el de Gervasio, el de Julito Fuentes, el de Ramón Lobo, el de Enrique Serbeto…
No son Alfonso Rojo, Gervasio Sánchez, Enrique Serbeto, Ramón Lobo y otros reporteros españoles los únicos que piensan que ha sido una «memez» premiar a una herramienta y postergar un año más a gente como Leguineche.
Un día antes del fallo, algunos miembros del jurado manifestaron su preferencia por la candidatura del periodista Manuel Leguineche. El presidente de Onda Cero, Javier González Ferrari, fue uno de ellos: «Ya va siendo hora de que un español tenga el Premio Príncipe de Asturias. Leguineche es una persona que ha llevado el periodismo a las cotas más altas y se lo merece absolutamente».
Además, ante la posibilidad de que Google se terminara llevando el galardón (tal y como ha ocurrido), Ferrari ‘tiró’ de ironía, afirmando que el premio tendría que cambiar de nombre y llamarse: ‘Comunicación, Humanidades y Máquina Herramienta’. «Eso es lo que es ‘Google’, una máquina herramienta», apuntilló.
Una vez conocida la decisión del jurado, Ferrari seguía manteniendo su preferencia por Leguineche pero reconocía que Google era «más universal y una decisión magnífica» y que la del reportero «será en otra ocasión». Cambiaba en unas horas su opinión, pero no ha sido el único.
Una de las críticas más duras llegaba por boca del presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando González Urbaneja, quien habló de «cierto patetismo» y consideró que había otro candidato más cercano como Manu Leguineche.
«Tengo una opinión muy mala, no lo entiendo bien» dijo al conocer el fallo. Se debe, «supongo, a la pasión por la tecnología, pero me ha producido sorpresa». La concesión a Google tiene para él un «aire hollywoodiano», de búsqueda de cierta imagen aunque no niega que el buscador sea un «fenómeno importante».
Por poner de forma «instantánea y selectiva» al alcance de centenares de millones de personas «el enorme caudal de información de internet y haber hecho posible, en apenas una década, una gigantesca revolución cultural propiciando el acceso generalizado al conocimiento». Son los argumentos del jurado que en Oviedo concedió el Premio.
