(PD).- Después de tres años, las guerras de las caricaturas danesas no se borran y hay gobiernos que están avivando la crisis al instigar protestas contra los humoristas o los periódicos que se atrevieron a informar sobre la polémica, según el seguimiento de este problema de la Asociación Mundial de Periódicos (WAN).
Los caricaturistas y periodistas del mundo árabe, Europa y EEUU dicen que la crisis de las caricaturas danesas está siendo «manipulada por gobiernos represivos para restringir aún más la libertad de expresión».
Por ejemplo, Marruecos. La semana pasada, un importante miembro del parlamento acusó al Gobierno de instigar las manifestaciones contra «Le Journal Hebdomadaire» por publicar las caricaturas en Casablanca en 2006 contra, informa el Comité por la Protección de los Periodistas (CPJ), a pesar de que el periódico informaba sobre la polémica y no volvió a publicar las caricaturas.
Según el parlamentario, un alto funcionario del Ministerio del Interior se había puesto en contacto con al menos dos miembros de un partido de oposición para instarlos a manifestarse contra «Le Journal». Para la manifestación se presentaron muchos servidores públicos; muchos declararon que se encontraban ahí por órdenes gubernamentales.
«Las autoridades no dudan en usar este escándalo internacional para silenciar la voz de un periódico independiente que las criticó», dijo Ali Amar, el editor ‘del periódico.
En una mesa redonda organizada por la WAN antes de su congreso en Suecia la semana pasada sobre si se deberían imponer límites a la publicación de material ofensivo, impactante o perturbador, los oradores reconocieron que esas caricaturas pueden ofender y de hecho lo hacen. Concluyeron que a pesar de eso la libertad para publicar es necesaria.
«Si ya no tenemos el derecho de ridiculizar a los que nos causan terror, estamos en problemas»; dijo Philippe Val, el director editorial del semanario satírico francés «Charlie Hebdo». El periódico se defendió con éxito de una demanda interpuesta por organizaciones musulmanas francés después de que volvió a publicar las caricaturas danesas.
La ley islámica en general se opone a cualquier representación del profeta por temor a que pueda llevar a la idolatría. A principios de 2006, una docenas de caricaturas de Mahoma, publicadas originalmente por un periódico danés, suscitaron un debate acerca de la delgada línea entre el respeto por la religión y la libertad de prensa, así como feroces protestas en países musulmanes cuando varios medios, europeos en su mayoría, las reimprimieron.
El dibujo de Mahoma con un turbante en forma de bomba apareció una vez más en los periódicos daneses este febrero, después de que la policía danesa dijo que frustró un plan para asesinar al caricaturista que la dibujó.
Val y otros dicen que era imposible comprender por qué los musulmanes estaban protestando sin ver las caricaturas. «De otro modo sólo se enterarían del escándalo sin saber de qué se trataba, lo cual es increíble en una democracia», dijo.
Jehad Momani, ex editor en jefe del tabloide «Shihane» en Jordania, usó el mismo razonamiento para volver a publicar las caricaturas y fue arrestado por cargos penales de blasfemia e incitación a la violencia por ello. «Fui castigado porque intenté presentar una respuesta racional y evitar el conflicto político y cultural entre nuestras civilizaciones»; dijo.
Cartoonists Rights Network International (Red de Derechos de los Cartonistas Internacional, CRNI) informa que el fiscal de Jordania citó a uno de los caricaturistas y a diez editores de los periódicos que reimprimieron las caricaturas para responder a cargos de blasfemia y amenazas a la paz nacional. El grupo que está detrás de los cargos, un grupo de organizaciones de medios de Jordania y personas que se hacen llamar El Profeta Nos Une, dice que si los daneses no comparecen en Jordania, el grupo pedirá a INTERPOL que los arresten.
En Argelia, Ali Dilem, un renombrado caricaturista con una reputación internacional bien cimentada, se ha enfrentado a 50 juicios debido a sus dibujos que con frecuencia ridiculizan a líderes argelinos y las políticas del Gobierno árabe. «No he tenido problemas con los argelinos que he conocido. Se trata más bien de las autoridades», dijo.
Miklos Haraszti, representante de libertad de los medios para la Organización por la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), quien presidió la sesión, dijo que la sensibilidad despertada por los cartones se está usando fundamentalmente como pretexto. «La sensibilidad, por supuesto, podría ser de las autoridades, no necesariamente religiosa», agregó.
No son sólo los funcionarios los que han usado las caricaturas para limitar la libre expresión o como pretexto para la violencia.
La semana pasada, un terrorista suicida detonó su vehículo frente a la embajada danesa en Islamabad y mató a ocho personas, informa Reporteros sin Fronteras (RSF). Un comandante de al-Qaeda en Afganistán asumió la responsabilidad y dijo que era un acto de venganza por las caricaturas de Mahoma. Advirtió que si Dinamarca no ofrece una disculpa por los dibujos, el estallido en la embajada será «sólo la primera gota de una lluvia».
La declaración, publicada en un foro en línea que con frecuencia usan los militantes islámicos, también felicitó a los militantes pakistaníes por ayudar al ataque, que se produjo mientras Pakistán busca unos polémicos acuerdos de paz con los militantes en las regiones tribales de la frontera con Afganistán.
La bomba en la embajada fue la primera fuera del atribulado noroeste de Pakistán desde que el nuevo Gobierno del país tomó posesión a finales de marzo y el ataque más mortífero contra Dinamarca desde la publicación de las caricaturas.