El cámara nazi que murió en Bolivia

El cámara nazi que murió en Bolivia

Alfonso Daniels (BBC Mundo).- Un apuesto camarógrafo de cabello oscuro aparece de pie en un trampolín, filmando a una nadadora a punto de saltar al agua.

En otras fotos, aparece cargando un bote de goma cerca de una piscina vacía en la que filmaba competencias de natación, colocando -con paciencia- una pequeña cámara en uno de los asientos del bote de remo.

Éstas son algunas de las fotografías de los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 que salen a la luz por primera vez, y que dan una oportunidad única de ver cómo se hizo «Olympia», la película sobre los juegos.

Este film, una de las películas deportivas más impresionantes de todos los tiempos, fue una pieza clave en los esfuerzos del ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels, por mostrar el esplendor de la nueva Alemania.

El camarógrafo que aparece en las fotografías es Hans Ertl, mano derecha y amante de la directora de «Olympia», Leni Riefenstahl, célebre por sus producciones propagandísticas para la Alemania nazi. .

Amor verdadero

Su hija Beatriz, de 63 años, entregó estas fotos que mantuvo guardadas en una caja de cartón en su casa de Kupini, un barrio pobre de La Paz.

Mi padre conocía muy bien a Hitler, se conocieron en los Olímpicos. Allí también conoció a mi madre, que trabajaba como secretaria. Pero Leni, por supuesto, fue su verdadero amor.

«Él seguía repitiendo esto hasta los últimos días de su vida», me dijo Beatriz mientras me mostraba la bolsa de dormir de su padre y la camisa marrón que usó cuando trabajó como fotógrafo oficial en el norte de África para el Mariscal de Campo alemán Erwin Rommel.

Después de ser arrestado brevemente al final de la Segunda Guerra Mundial por las fuerzas aliadas, Ertl huyó a Chile y más tarde a Bolivia, a donde llegó en 1953.

Impune

Ertl seguía los pasos de nazis como Klaus Barbie, el «Carnicero de Lyon», a quien se solía ver sentado en un café de La Paz, rodeado de guardaespaldas. Ertl viajó a América del Sur con su esposa y sus tres hijas, incluida Beatriz.

Un día, se rompió la caja de cambios de su vieja camioneta militar, y mientras esperaba a que viniesen a reemplazarla, descubrió una granja en venta llamada «La Dolorida», en medio de la selva boliviana, en el este del país.

La compró, limpió el terreno de árboles y construyó una casa en la que vivió por el resto de su vida, cuidando a sus animales.

«Estaba en el medio de la nada. Recuerdo que acostumbraba a engordar su ganado con marihuana. Tenía 15 perros y numerosos gatos, había también víboras y tarántulas», me dice Beatriz con una sonrisa.

Monika

Irónicamente, su hija favorita, Monika, se unió al grupo guerrillero de izquierda Ejército de Liberación Nacional (ELN) y en 1971 mató a «Toto» Quintanilla, el cónsul boliviano en Hamburgo, el hombre que le había cortado las manos al Che Guevara.

Dos años más tarde Monika fue ultimada por militares bolivianos en las calles de La Paz.

Monika era su hija favorita. Mi padre era muy frío con nosotros y ella era la única a la que quería. Él nació como resultado de una violación, mi abuela nunca le demostró cariño y eso lo marcó para siempre, él sólo le mostraba afecto a Monika.

Él quedó en shock cuando ella se unió a las guerrillas, la echó de la granja. Monika se transformó en la mujer más buscada de toda Sudamérica.

Mi hermana pasó cuatro años con la guerrilla y nos escribía una vez por año diciéndonos que no nos preocupáramos, que ella estaba bien, pero nunca la volvimos a ver. Mi padre supo de su muerte por la radio ‘La voz de Alemania’. El gobierno de Bolivia nunca nos entregó su cuerpo.

En La Dolorida, vestido de militar

En Bolivia, Erlt continuó con su trabajo, fotografiando a los indígenas y a las misiones jesuitas del siglo XIX que hay en la zona.

«Filmar era su vida, pero un día, a comienzos de la década de los ’60 tuvo un accidente. Su tractor se desbarrancó por un puente de madera justo cuando llevaba consigo su última película. Todas las cintas se perdieron y la productora alemana que lo contrató le hizo juicio. Después de este incidente, nunca volvió a agarrar una cámara», cuenta Beatriz.

Ertl murió hace ocho años en su granja -que ahora se ha convertido en museo- a los 92 años de edad,

A pesar de que se negó a regresar a Alemania, le pidió a su otra hija, Heidi, que el enviase una bolsa con tierra alemana, una de las últimas cosas que ella hizo por él antes de las que las relaciones entre ambos se rompiesen por completo, sólo diez días antes de su muerte.

Hoy está enterrado en una pequeña parcela de tierra en «La Dolorida», vestido con su viejo uniforme militar que usó el último día de su vida.

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