Dávila: «Si Neira hubiera caído en manos de Montes en Leganés probablemente ya estaría muerto»

(PD).- Jesús Neira, el hombre que defendió a una mujer de las agresiones de su pareja, continúa grave pero ya ha reconocido a su esposa e incluso le ha apretado levemente la mano. Una esperanzadora noticia que no deja de tener sus otra lecturas. Isabel Durán: «Esto es un ejemplo para todos aquellos que hacen cantos a la eutanasia». Carlos Dávila: «¿Ustedes creen que si Neira hubiera caído en manos de Montes estaría hoy vivo? Seguramente no».

Buenas noticias para la familia y amigos del profesor Neira. El parte médico afirma que el paciente registra «breves períodos de respiración espontánea» y se ha constatado que «su situación ha mejorado respecto a su nivel de consciencia», aunque insiste en que su estado se mantiene grave.

El profesor, que despertó del coma el pasado viernes, sigue conectado a ventilación mecánica a pesar de algunos momentos de respiración espontánea. También mueve la boca como intentando hablar y asiente y niega con la cabeza.

Una buena noticia que La Espuela, la tertulia política de Carlos Dávila, Isabel Durán y Jaime González tienen a las doce de la noche en Intereconomía Radio, no quisieron dejar de analizar.

Isabel Durán entiende que el caso de Neira es una lección «para aquellos que hacen de la muerte su bandera. Los médicos habían dicho que era coma irreversible, ¿y ahora qué?».

Carlos Dávila le coge el guante, y va más allá:

«¿Ustedes creen que si Neira hubiera caído en manos de Montes estaría hoy vivo? Seguramente no».

Dura afirmación de Dávila contra el doctor Montes que coincide con la publicación de un libro de Cristina Losada, Morfina Roja, que va a traer más de un quebradero de cabeza al médico citado.

Según Losada, el hospital Severo Ochoa fue «fundado como escaparate de una política, la tripulación del hospital fue seleccionada en concordancia. Para los puestos de responsabilidad se eligió a médicos de reputada afinidad con la izquierda«.

«En el hospital se conformaría, así, un grupo de médicos con influencia y puestos relevantes, caracterizados por una gran carga ideológica en relación a la política sanitaria. Ello hizo que una parte de sus colegas los consideraran unos «iluminados» y les dieran el apodo de Sendero Luminoso».

«De haberse seguido el procedimiento acostumbrado hasta la llegada del anestesista, una parte de los pacientes que habían muerto en Urgencias, hubieran ingresado en planta, donde habrían fallecido o no. Nadie puede saberlo. Lo que ocurrió, sin embargo, es que el número de ingresos en planta se redujo mientras Montes fue el coordinador del servicio».

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