¿Ya no quieren Pedrojota y Losantos «saber la verdad del 11-M»?

(PD).- Aprendimos con El Mundo y con la COPE a diferenciar entre Goma 2 ECO, Goma 2 EC y Titadyn. Dinamita con apellido que fue lo que explotó en los trenes de Madrid aquella aciaga mañana del 11-M. «El juez da por cerrada la investigación sobre el explosivo del 11-M y niega nuevas diligencias«. Los explosivos, asunto de vital importancia antaño, ahora queda relegado a páginas interiores. Ni siquiera una nota en la portada. En la edición digital, imposible encontrarlo.

El juez da por cerrada la investigación sobre el explosivo del 11-M y niega nuevas diligencias. El magistrado Pablo Ruz, conforme al criterio fiscal, rechaza medidas como reproducir las explosiones. Las medidas fueron solicitadas por uno de los miembros de la pericial, padre de uno de los fallecidos.

Ni rastro de la información en la portada de El Mundo. Complicadísimo encontrarlo en la edición digital del mismo periódico. Federico Jiménez Losantos, en la COPE, sin hacer escandalera sobre el tema. ¿Por qué? ¿Ya han desistido de saber la verdad de lo que pasó el 11-M o se han cansado de denunciar lo que ellos consideran desvergüenzas judiciales?

Hay que pasar varias páginas del periódico de Pedrojota Ramírez para tener noticias del asunto. Manuel Marraco, especialista en tribunales de El Mundo, escribe:

El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz ha rechazado nuevas diligencias sobre los explosivos del 11-M solicitadas por víctimas del atentado, alegando que serían inútiles porque la materia ya ha quedado zanjada en el juicio por la masacre.

Entre esas medidas denegadas por el magistrado, a las que la Fiscalía se había opuesto, se encuentra la reproducción de las explosiones del 11-M en un vagón de las mismas características, «realizando diferentes pruebas de explosivos Goma 2 ECO, Goma 2 EC y Titadyn». El objetivo del escrito presentado por la abogada Manuela Rubio era determinar «qué tipo de explosivo pudo ser utilizado en los trenes», así como su cantidad y el tipo de iniciador que pudo emplearse.

¿Han dejado solo Losantos y Pedrojota al antes muy mentado Luis del Pino? Parece que sí. El único que hace un análisis de la resolución judicial es él.

La abogada de Gabriel y Pilar Moris presentó, nada más acabar el juicio, una batería de diligencias para tratar de aclarar qué es realmente lo que estalló en los trenes. Y el juez Pablo Ruz no se ha andado con tantos remilgos como Bermúdez. Después de la friolera de 18 meses, ha contestado a la solicitud de diligencias desestimándolas todas, por ser «inútiles, dilatorias y perjudiciales».

¿Inútiles? ¿En qué sentido puede ser inútil tratar de averiguar, por ejemplo, qué explosivos fabricados desde el año 1999 contienen metenamina, DNT o nitroglicerina, componentes todos ellos aparecidos en diversos análisis de los explosivos del 11-M?

¿Dilatorias? ¿Y eso lo dice el mismo juzgado que tarda 18 meses en contestar a la solicitud de diligencias? Desde luego, si algunos tuvieran la cara un poquitín más dura, podrían partir adoquines con la nariz.

¿Perjudiciales? Como no sea para la carrera profesional de algunos o para el futuro de esta casta político-judicial que nos gobierna, no veo en qué puede ser perjudicial pedir que se aclare qué explosivo se utilizó para asesinar a 192 personas.

Lo único que está claro a estas alturas es que el 11-M sirvió para poner en marcha muchas dinámicas, cuyas consecuencias las estamos viendo desde hace ya casi cinco años. Y está claro que los intereses creados para no averiguar qué pasó el 11-M deben de ser enormes, porque si no, no se explica que tanta gente sea capaz de renunciar a sus principios y a su deber profesional para conseguir, como sea, que se entierre la masacre de Madrid bajo un manto de olvido y de confusión: hay que tapar el 11-M a cualquier precio, lo quieran las víctimas o no.

Y concluye Luis del Pino:

Lo único bueno que tiene este enroque de la casta es que resulta tan grosero, tan evidente, tan a calzón quitado, que nadie que no forme parte de la propia casta puede a estas alturas dejar de preguntarse qué narices es lo que hay que tapar en el 11-M para que todo el mundo, jueces incluidos, haya perdido el pudor de semejante forma.

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