José Cendón y Colin Freeman, liberados en Somalia tras el pago de un rescate de 200.000 €

(PD).- Lo más obsceno ha sido la cara de satisfacción. La de la vicepresidenta, cuando convocó una rueda de prensa vestida de arco iris para anunciar festiva que José Cendón ya no estaba en manos de los secuestradores.

Claro que era prioritario rescatar indemnes al fotógrafo español y al periodista británico. Por supuesto que la vida humana es el principal bien a proteger. Pero no todo vale.

Sólo faltaba que el Gobierno ZP no hubiera volcado esfuerzos diplomáticos para garantizar la seguridad de los cautivos, pero calificar de “positivo” el asunto, como han hecho Zapatero, De la Vega y Moratinos es casi una ignominia.

Como en secuestros anteriores donde ha habido rehenes españoles -la tripulación del pesquero Playa de Bakio o una cooperante de Médicos Sin Fronteras-, nadie del Gobierno de Zapatero ha querido hablar del pago de un rescate, ni mucho menos de cantidades. Pero se ha pagado y mucho, para que los secuestradores somalíes soltaran a Cendón y Colin Freeman.

Con menos remilgos que Zapatero y la vicepresidente De la Vega, el facineroso Mohamed Ali Suldan, miembro del clan somalí Ali Saleban, al que aseguró que pertenecen los captores de Cendón y Freeman, reconoció a la agencia Efe que hubo rescate y lo cifró en 200.000 euros (280.000 dólares) «que se pagaron hace dos días».

Al propio Ministerio de Exteriores español se le ha escapado que hubo un pago por la liberación y que las gestiones se llevaron a cabo con la mediación del Gobierno de Puntlandia. Lo admitió, cuando se quejó de la poca colaboración de los servicios británicos de Inteligencia para resolver este secuestro.

Sin decirlo explícitamente, el ministro Miguel Angel Moratinos insinuó que el desembolso ha correspondido a la empresa del diario Daily Telegraph para la que ambos trabajaban (Freeman desde hacía cuatro años y Cendón contratado expresamente para la cobertura gráfica en Somalia).

«Se ha conseguido su liberación con mucho esfuerzo bien coordinado entre el Daily Telegraph y la diplomacia española; hemos trabajado cada uno haciendo las labores que le correspondían», señaló Moratinos en declaraciones a la cadena Ser, antes de añadir: «Nosotros, como Gobierno, no sabemos nada de rescate».

Miente. Los secuestradores se llevaron hace más de un mes a Cendón y Freeman con la aviesa intención de agenciarse unos milloncejos, amenazando con hacer picadillo a sus rehenes. La parte más complicada de su plan, como comprobaron hace cuatro meses los asaltantes del “Ponant”, era escapar con el rescate y disfrutarlo.

Por suerte para los bandidos del clan Ali Saleban, como en su día para los piratas del Playa de Bakio, después de recibir las bolsas repletas de dinero, no ha habido nadie que intentara interceptarlos.

A diferencia de lo que hizo Sarkozy, nuestro siempre feliz Zapatero no ordenó a los militares españoles hundir las lanchas en que huían los criminales del Playa de Bakio ni buscar el escondite de los secuestradores de Cendón. Ni despachó helicópteros para acribillar su guarida. Ni contempló la opción de capturarlos, quitarles la pasta y traérselos maniatados a Madrid.

Si unos atracadores irrumpen en un banco de Madrid y tras amenazar con ejecutar a empleados y clientes, logran que se les entregue una pasta y se les facilite libre paso hasta un paraíso tropical, ningún responsable policial con dos dedos de frente presentaría los hechos como algo “positivo”. Pues igual en Somalia, con el agravante de que se ha mando un luminoso mensaje a los bandidos: “secuestren españoles, que pagan bien y no dan quebraderos de cabeza”.

El 26 de diciembre de 2007, dos cooperantes de Médicos Sin Fronteras, una española y una argentina, fueron secuestradas en la misma región que Cendón y liberadas una semana después. Entonces se habló de un pago de 200.000 dólares (155.000 euros).

El 20 de abril de 2008, los 26 tripulantes -13 de ellos españoles- del pesquero vasco Playa de Bakio cayeron en manos de los piratas. Agentes del CNI se trasladaron a Bosaso (Puntlandia) para prestar apoyo logístico al armador del barco, que fue quien desembolsó 1,5 millones de dólares (un millón de euros) para liberar a los pescadores.

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