(PD).- La dimisión de Ramón Calderón como presidente del Real Madrid se da por hecho. En apenas tres días, el Marca de Eduardo Inda acabó con el presidente del Real Madrid. La polémica en torno a la Asamblea General y la presencia de outsiders encargados de romper la oposición a Calderón creó un vendaval que hizo caer el castillo de naipes de éste.
Escribe Manuel R. Ortega en la magnífica Brújula de los Medios que hace en El Semamal, que el efecto dominó se reveló mortífero, y con el cese de Nanín se produjo el efecto contrario: que éste, fiel en la bonanza, largase a base de bien al verse fuera de la mamandurria.
Lo cierto es que lo de Calderón ha ido de desastre en desastre hasta el topetazo final. Si a alguien hay que reconocerle el papel de pionero es a José Antonio Abellán.
El de la COPE le puso pronto proa a Calderón en una guerra sangrienta donde se ha llegado, dicen por ahí, a filtraciones personales sobre el locutor. Abellán, gustará o no, pero hay que reconocerle haber sido el primero que denunció los escándalos de la gestión del empresario palentino.
No obstante, el papel de killer de Calderón ha correspondido a un Eduardo Inda que, con diplomacia y sonrisa, le ha ido clavando las tapas del ataúd. La Blitzkrieg de los últimos días –ojo, porque el modelo le ha recordado a más de uno a las del ABC de Luis María Anson, y no hay que olvidar que el periodista navarro viene del antiguo diario de los Luca de Tena– parece haber tocado a su fin, aunque, según le cuentan a El Semanal Digital, podría haber más material comprometido sobre Calderón guardando el sueño de los justos. Eso sí, no parece, a tenor de los episodios de los últimos días, que la posición de Inda al frente de Marca ande muy comprometida. Todo lo contrario.
En el aireado de trapos sucios de Calderón no han faltado outsiders que han golpeado duro. El más reciente, Interviú, con las revelaciones de una ex secretaria del club sobre comisiones y demás chanchullos, éstos apuntando directamente a Pedja Mijatovic. También contribuyó El Mundo. Y es que de nada le sirvió a Calderón, durante un tiempo, blindarse, según dicen, con el fichaje de Melchor Miralles: Pedrojota metió baza y el reportaje de los «cerdos galácticos» de Rumanía –aquellas gestiones de Calderón y su hijo para la cría de cerdos en dicho país ante el presidente rumano ostentando la condición de presidente del club blanco– fue un puñetazo directo al mentón.
Ante esta situación, tampoco sorprendente que los directores de Comunicación de la casa blanca hayan ido cayéndose del asiento. No había estrategia comunicacional que parase el aluvión. Nunca la hubo, por otra parte.
Eso sí, en este episodio ha resultado llamativo el silencio de los medios de Prisa sobre la crisis. Solo ante los hechos consumados, los ceses y el anuncio de una más que probable dimisión saltó la polémica a la SER, Cuatro, El País y As.