Obama o el riesgo de pasarse de gracioso

Obama o el riesgo de pasarse de gracioso

(PD).- Aquí se estila que el político de turno pase la mano por el lomo del periodista, acepte un tuteo sonrojante y sonría como un pasmado, cuando esos reporteros provocadores, que se han convertido en ingrediente obligado de toda cadena, se plantan micrófono en ristre en un acto oficial y formulan una pregunta grotesca o impertinente.

Va siendo hora de que quienes nos gobiernan o pretenden hacerlo, pongan coto a tanta memez. No se a ustedes, pero a uno s ele cae el alma a los pies cada vez que ve a personajes, en principio respetables, estirar los labios y buscar desesperadamente una frase ingeniosa, para “quedar bien” con el payaso de turno y divertir a la parroquia.

En ese terreno, el francés Sarkozy marcó una raya en octubre de 2007, cuando mandó a paseo a Lesley Stahl. Seguro que han visto el vídeo y tienen fresca en la retina la imagen del presidente francés levantándose, dando una palmadita en el hombro a la periodista norteamericana y despidiéndose del equipo de la CBS con una despectivo “ánimo”.


Le sobró, sin duda, llamar “»imbécil» a su secretaria de prensa, por concertar la entrevista en mal día, pero en el resto estuvo impecable. Uno esperaba lo mismo o algo mejor de Barack Obama, pero no ha sido así.

Como escribe Pedro Rodríguez en ABC, en la vida política, el humor es el equivalente a la dinamita: puede servir para derribar muros pero también para saltar por los aires.

En el caso de Obama —al convertirse en el primer ocupante de la Casa Blanca que participa en un programa de humor «late-night»— la experiencia ha terminado en chamusquina al adentrarse por la senda de las bromas políticamente incorrectas.

En un momento de la distendida entrevista con el cómico Jay Leno, Obama fue preguntado sobre su habilidad notoriamente mala para jugar a los bolos.


El mandatario, que en la Casa Blanca dispone de su propia bolera, comentó que había llegado a 129 puntos, muy por debajo de la puntuación perfecta de 300.

Limitación que el propio Obama calificó entre carcajadas de la audiencia como propia «de las Olimpiadas Especiales o algo similar».

Antes de que programa grabado en los estudios Burbank de California fuese emitido durante la noche del jueves por la cadena NBC, la Casa Blanca se ha visto obligada a solicitar disculpas por el desafortunado chiste a costa de los Juegos Paralímpicos, iniciativa en la que participan 180 países para ofrecer alicientes deportivos a niños, jóvenes y adultos con discapacidades intelectuales.

A bordo del «Air Force One», el avión presidencial, el portavoz Bill Burton explicó el chiste fallido de Obama como «una declaración fuera de lugar sobre la habilidad del presidente para jugar a los bolos que de ningún manera busca ridiculizar a nadie». El propio presidente también llamó a Timothy Shriver, responsable en Estados Unidos del «Special Olympics», para explicar que su intención nunca había sido humillar a esa organización o a personas discapacitadas.

Todos como Risto Mejide
Shriver ha destacado que «las palabras hacen daño y las palabras importan». Reproche especialmente duro contra un político como Barack Obama, famoso por su maestría en el arte de la retórica electoral.

Además, para más ignominia, Timothy Shriver ha recordado que precisamente en Detroit reside un participante del programa de Olimpiadas Especiales con toda una plusmarca de tres juegos perfectos.

Durante su intervención en el «Tonight Show» de Jay Leno, Obama también se atrevió a comparar el ambiente político en Washington con el archipopular concurso de televisión «Operación Triunfo» («American Idol»). Pero con la gran diferencia de que todos se parecen al juez más intransigente y duro.

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