«Fui víctima de un trato irrespetuoso y humillante en EFE»

«Fui víctima de un trato irrespetuoso y humillante en EFE»

(PD).- Es un suma y sigue. Después de que Periodista Digital diera cuenta de la tensa situación que se vive en la agencia estatal de noticias, las denuncias que llegan a este periódico se acumulan. En esta última entrega se pone en evidencia a la organización que dirige Alex Grijelmo en su oficina de Bogotá. Un desbarajuste que tiene, como siempre, unas víctimas y que Grijelmo tendría que hacer mirar.

Mauricio Villamil Betancourt ha querido hacer pública su situación y la de los empleados en Agencia EFE S.A. Colombia a través de Periodista Digital.

«Primero debo aclarar que mi relación con la directora XX no siempre fue espinosa. Todo fue consecuencia de un conflicto anterior que tuve con una coordinadora que ya no trabaja en EFE y que ahora vive en España. Se llama XXX, quien vio en mí a alguien con capacidad para liderar el grupo de trabajo pero no aceptó mi personalidad altiva, contestaria y soberbia, que nada tiene que ver con el desempeño de un buen empleado, siempre he sabido que si a un empleado se le deja trabajar en paz, no tendrá motivos para convertirse en un fastidio, pero si al empleado se le ataca continuamente este deberá hacerse respetar. XXX quiso imponerse sobre mí a la fuerza, sabiendo que yo, además de tener más experiencia en periodismo, tenía mayores cualidades como persona y en carisma, lo que me dio un lugar especial en el grupo de trabajo. Porque ella sólo se llevaba bien con dos personas de nueve que trabajábamos con ella».

Y sigue la carta:

«Esto le molestó en tal grado a XXX que emprendió una campaña para desacreditar mi trabajo. Lo que nunca esperó era que yo le hice frente sin titubear hasta el punto de que elevé una queja formal por acoso laboral ante el comité de la empresa.
El resultado de esa queja fue una disculpa oficial por parte de XXX y su compromiso a dejarme en paz. Meses después XXX decidió renunciar e irse a vivir a España. Cuando ella se fue supuse que mi situación iba a mejorar, pero ignoraba que la señora XX, quedaba con una extraña fijación en mí».

«Mi estado anímico y mental siempre estuvo golpeado pero aún así siempre hice el mejor de los trabajos en la mesa. Siempre me destaqué por ser quien ayudaba a los demás o quien mejor hacía su trabajo. Pero una observación malintencionada de XXX, convirtió mi enfermedad en objeto de dudas y pesquisas».

«Ella hizo un comentario frente a todos poniendo en duda la veracidad de mi enfermedad y expresó su molestia ante mi ausencia (que estaba legalmente justificada) ya que tuvo que apoyar al grupo de trabajo en días que no le correspondía a ella trabajar».

«Al terminar mi incapacidad de una semana, y a mi regreso a la oficina, mi relación con ella había cambiado de forma unilateral, empezó a revisar mi trabajo con lupa y a exponer a grito entero mis errores por una coma o una tilde».

«Los errores que ella veía no eran más que ganas de desacreditar mi trabajo y cuando elevé la queja ante el comité, el conflicto tocó áreas de la empresa que yo nunca sospeché, como la directora, ya que el comentario malintencionado sobre mi enfermedad había hecho eco en ella a tal punto que ordenó al abogado de la empresa solicitarme por escrito y de forma oficial la entrega de mi expediente médico para así justificar mis ausencias».

«La ley colombiana protege esa información ya que es confidencial y personal. A la empresa sólo le importa que el empleado lleve la autorización de incapacidad expedida por la empresa de seguridad social pero EFE sólo quería ver mi expediente».

«Yo al ver la mala intención en esa solicitud decidí negarme a entregar mi expediente y sólo entregué un certificado médico que explicaba que mi enfermedad no había sido causada por la empresa o por el trabajo que realizaba».

«Esta carta no satisfizo a la directora y así me lo expresó, me dijo que “tanto misterio le olía mal”. Nunca lo entendí. Pero igual hice caso omiso a su comentario. Porque al fin del cabo era irrelevante mi enfermedad si yo estaba cumpliendo con mi trabajo y en la empresa jamás se tuvo que realizar ningún plan de contingencia para atenderme de forma especial.
De hecho, todos sabían que yo estaba enfermo pero nunca nadie me vio diezmado o reducido porque yo nunca permití que eso sucediera a pesar de que en repetidas ocasiones me sentía morir del dolor físico y mental».

«La directora continuó el trabajo de XXX con respecto a la revisión del mío. Un punto o una coma eran suficientes para hacerme un llamado de atención. Tanta fue la presión a la que me sometió que terminé por cometer errores que sólo se atribuyen a la falta de concentración, que yo no tenía por estar tensionado ante la presión de XX. Un error que se podía solucionar con una corrección y que de hecho así se hizo, se convirtió para ella en motivo suficiente para darme un memorando (amonestación) para pegar en mi expediente interno.
Yo me negué a firmarlo y expresé que el motivo por el cual no lo firmaba era que lo consideraba arbitrario y ella montó en cólera, golpeó el escritorio y gritó “con usted no se puede, su soberbia no tiene límites”. El hecho quedó registrado en el expediente y ella se afirmó más en su persecución».

«El día 10 de abril se envió un “error” al servicio internacional y XX tomó la oportunidad y escribió un mensaje a mi correo personal haciéndome una amonestación oficial».

En este punto, el redactor y la directora se intercambiaron una serie de correos electrónicos con reproches. En uno de ellos, escribía Mauricio Villamil Betancourt:

«Son las formas del trato irrespetuoso y humillante las que ocasionan un ambiente laboral enfermo. Decirle a un editor que en la oficina está “sólo para poner puntos y comas” es un acto de irrespeto temerario. Amonestar por proponer un nuevo producto, por intentar dar más a la empresa y por suponer que se tiene el derecho a aspirar a cosas mejores dentro de la empresa y recibir un mal trato y llamado de atención brusco para que uno deje su actitud progresista, es de hecho un acto de agresión a un profesional que claramente está entrenado para ofrecer más. No para dedicarse sólo a poner “puntos y comas”»

«Nunca recibí una respuesta a este último correo que envié. Nunca recibí un mensaje de apoyo o descalificación. Sólo silencio por parte de la Directora Internacional de la Mesa Gráfica y por parte del Sindicato UGT. Por eso ahora quiero hacer pública la situación. Porque EFE no puede hacer con sus empleados lo que a bien le plazca y creer que sobre sus actos no habrán consecuencias».

Y concluye Villamil su carta pasando de su caso personal a la situación general de la oficina de la agencia española de noticia en Bogotá:

«En todo caso no soy el único que se queja por presiones, irrespetos, persecución, humillaciones e injusticias, pero si el único que decidió hacer algo al respecto.

«Muchos otros editores que en EFE califican como “Redactores”, se han visto en situaciones molestas y de estrés extremo. Estas personas podrían dar su declaración de forma confidencial para que ustedes confirmen lo que digo. Pero dudo mucho que accedan a ser parte de la denuncia so pena de perder sus trabajos».

«También existe la discriminación. Cuando a la mesa llega un nuevo integrante de nacionalidad española, se cumple el protocolo de presentación a todos los miembros de la mesa y se le da la rotación en todas las áreas para que sepa de qué se trata el funcionamiento de la mesa de edición. Cuando un colombiano llega, no se le hace la presentación y tampoco la rotación. Se le deja en su puesto y de ahí jamás se le mueve».

«En cuestión de aspiraciones a otras delegaciones, a los empleados de EFE S.A. Colombia se les deja claro que jamás pueden acceder o aspirar un cambio hacia otra delegación ya que no pertenecen a la plantilla de Madrid. Esas aspiraciones sólo las pueden tener los españoles o los empleados en plantilla española. De hecho, en casi tres años de existencia de EFE en Bogotá. Ya se han autorizado cuatro cambios, tres a extranjeros, dos españoles y una venezolana y uno a un colombiano. Pero lo que más llama la atención es que los cambios y traslados fueron autorizados para españoles que aún no cumplen un año en la empresa y los colombianos que llevan casi tres no pueden aspirar a esos beneficios».

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