¿Tetas de interés público?

¿Tetas de interés público?

El Tribunal Supremo ha declarado de interés público las tetas de una señorita, que debía de ser de la misma opinión puesto que las enseñaba desprejuiciadamente en una playa. La señorita en cuestión, una antigua miss España llamada María Reyes, cambió de criterio al verlas en la portada de una revista y decidió que podía obtener un interés privado.

En concreto, treinta mil euros de interés. Y explica Ignacio Camacho en ABC que, como la exhibición se produjo en un ámbito abierto, el tribunal ha sentenciado con mucho sentido común que lo que se han de comer los cristianos lo pueden ver los gusanos: «O al revés, que ya no recuerdo».

Eso, sí, los magistrados han ponderado juiciosamente que el interés noticioso de la cuestión se reduce a «los medios del género frívolo o de entretenimiento», con lo que acota la posibilidad de que los senos retozones de la señorita Reyes puedan resultar objeto de debate político, cultural o filosófico.

Consideran con mucha propiedad los ropones que si la miss no deseaba dar notoriedad a su desnudo lo podía haber practicado en la intimidad en vez de en una playa, y que el «topless» visible para los bañistas es igualmente socializable para el resto de la ciudadanía a través de los medios de comunicación.

En esto debe de consistir el interés público, en la socialización de la belleza. Estamos ante una sentencia progresista, aunque algunos -y sobre todo algunas- no acaben de verlo de este modo.

El mismo tribunal ha considerado que los pechos de la difunta Carmina Ordóñez, retratados en todo su vivo esplendor en la piscina de un hotel, sí eran susceptibles de protección, puesto que su bellísima dueña fue fusilada por los «papparazzi» en un lugar privado.

El criterio judicial para evaluar la intromisión en la privacidad suele fundarse en la condición del lugar donde se produce el despelote. En ámbito público, se considera voluntad de exhibición. Si el sitio es privado, hay asalto indiscreto.

Al menos hasta ahora, y en España. Porque nadie parece considerar que Berlusconi, por ejemplo, disponga del derecho de reserva en su casa de Cerdeña, donde algunos invitados descuidones han sido fotografiados en posición de presenten armas.

Berlusconi, aunque sea un personaje público, bastante controvertido y no poco reprobable, quizá debería tener también derecho a la intimidad. Salvo que ciertos derechos no rijan para los políticos de derechas.

Como la notoriedad de María Reyes es sólo «del género frívolo y de entretenimiento», el debate no ha lugar. Tratándose de alguien que hizo de su belleza una herramienta de trabajo, podría incluso sentirse orgullosa; no todo el mundo alcanza el privilegio de convertir su cuerpo serrano en jurisprudencia.

A uno, qué quieren que les diga, el asunto le parece en verdad entretenido, y desde luego de notable interés. Jurídico, por supuesto.

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