Cuandio quienes tienen que vigilar al poder son parte del poder

(PD).- El soniquete se ha repetido hasta la saciedad: «Somos los vigilantes de los que mandan». Pero cada día resulta más claro que algunos medios de comunicación actuan como lo contrario. Y Eduardo Arroyo pone el asunto sobre la mesa en El Semanal Digital y lo analiza hasta el fondo.

El pasado día 25 de junio una agencia española hacía público un titular que decía: «Un alto cargo vaticano reconoce que la pedofilia afecta al 4% de los sacerdotes». A continuación, la agencia explicaba que «el cardenal prefecto de la Congregación para el Clero del Vaticano, el brasileño Claudio Hummes, ha calificado la pedofilia como un crimen terrible y reconoce que afecta al cuatro por ciento de los sacerdotes.

Teniendo en cuenta que en el mundo hay alrededor de medio millón de sacerdotes católicos, el cálculo de Hummes daría como resultado que son unos 20.000 los implicados en casos de estas características».

La noticia, según la propia agencia, procede de una entrevista realizada al cardenal Hummes en la revista Vida Nueva, en Roma. No daba fecha y, por lo tanto, era algo difícil acceder a ella en su versión original pero, sin embargo, la noticia hecha pública fue recogida y divulgada por multitud de medios que hicieron el típico «cortar y pegar».

Así, de entre los medios digitales, pude verla en Yahoo.com y en Orange.es. También apareció en La Vanguardia y en El Periódico de Catalunya. Lógico: con semejantes noticias la progresía mundial está feliz porque así puede acusar a la Iglesia de algo que suscita la repugnancia casi universal. Es cierto que con «un cuatro por ciento» no puede generalizarse pero sí que sirve para poner bajo sospecha casi a cualquiera que lleve sotana o similar.

Ahora bien, me pregunto cuantos de esos que se han frotado las manos por haber podido clavarle otro puñal a la Iglesia habrán ido a las fuentes originales. Cualquiera con un poco de sentido crítico se hubiera preguntado: ¿Qué dijo realmente el cardenal?

El caso es que accedí a la entrevista en la agencia de noticias católica Zenit.org, que el pasado 3 de junio hacía publico el texto completo. En el citado texto, el cardenal Hummes, refiriéndose al año sacerdotal inaugurado por Benedicto XVI el pasado 19 de junio, decía: «Es un año positivo y propositivo.

No se trata, en primer lugar, de corregir a los sacerdotes. Hay problemas que siempre deben ser corregidos y la Iglesia no puede cerrar los ojos, pero sabemos que la grandísima mayoría de los sacerdotes tienen una gran dignidad y adhieren a su ministerio y a su vocación. Dan su vida por esta vocación que han aceptado libremente.

Lamentablemente se dan los problemas de los que nos hemos enterado en los últimos años relativos a la pedofilia y otros delitos sexuales graves, pero como máximo quizá pueden llegar a un cuatro por ciento del clero. La Iglesia quiere decirle al 96 por ciento restante que estamos orgullosos de ellos, que son hombres de Dios y que los queremos ayudar y reconocer todo lo que hacen como testimonio de vida».

Fíjese el lector que la declaración es bastante diferente. En primer lugar el cardenal habla de pedofilia «y otros delitos sexuales graves», no solo de la pedofilia, por lo que el número de pederastas estimado por el cardenal sería en todo caso inferior al 4%. Dado que, en el conjunto de perversiones sexuales, la pedofilia no es de las más frecuentes, ese porcentaje podría ser incluso bastante inferior al cuatro por ciento.

En segundo lugar hay que señalar que Hummes establece, en términos estimativos –»como máximo»- y en términos probabilísticos -por eso dice «quizás» y utiliza el subjuntivo en «puedan»- un tope del cuatro por ciento aquejado de taras sexuales. En algunos medios no se han parado a pensar si el número de pederastas en otros «colectivos» es o no mayor que ese supuesto cuatro por ciento.

Me pregunto qué porcentaje de pederastas habrá entre los periodistas o entre los políticos de izquierdas o entre los liberales. ¿Quién está en condiciones de asegurar que es inferior al cuatro por ciento?

No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que entre la noticia de esa agencia -difundida al mundo- y el original de la agencia Zenit hay una sutil pero esencial diferencia. Lo expresado por el cardenal Hummes no equivale ni mucho menos al reconocimiento oficial de «un cuatro por ciento» de pederastas en la Iglesia.

En un contexto más cotidiano, si usted estos días ha padecido un dolor de cabeza y toma una aspirina, es posible que su médico le diga que por alergia y otras patologías graves, como máximo presentes en un 0,5% de la población, usted quizás pudiera llegar a morir de un choque anafiláctico. Esto es tan diferente de admitir que la aspirina mata que por ello nadie deja de consumir aspirinas. Quiero con esto decir que nos encontramos ante un caso evidente de ingeniería periodística y propaganda abierta, de esa que ningún periodista querría admitir que existía en la antigua URSS como existe en las democracias occidentales modernas.

Por eso la noticia hecha pública es tan sibilina e inexacta que uno se pregunta quién ocupa los primeros puestos del «ranking» mundial de la chusma del siglo XXI y también lleva a concluir, al cabo de los años, que en la profesión periodística se concentra una cantidad de embusteros profesionales posiblemente superior a cualquier otra.

Me gustaría saber quién controla a los medios de comunicación y por qué, amparándose en un supuesto «derecho a saber» de la gente, se introduce subrepticiamente una tergiversación interesada que implica, de facto, la negación del derecho a defenderse de un arma de destrucción masiva como son los medios de comunicación. Sucesos como los comentados en este artículo, evidencian que el progreso de nuestro tiempo es relativo y que más bien estamos viviendo, como creía Arthur Koestler, un progreso técnico totalmente descabalado del progreso moral, una crisis donde se han destruido todos los resortes que hacen posible la vida auténticamente humana que los hombres necesitamos. Porque el caso que aquí se comenta no es ni mucho menos un caso aislado.

Por ejemplo, durante la guerra de Irak, los 175 periódicos que Rupert Murdoch posee en tres continentes lanzaron 40 millones de ejemplares difundiendo las mentiras y las medio verdades que conducirían a variar el eje geoestratégico del mundo. Pero, ¿quién controla a Rupert Murdoch? La respuesta es nadie.

Estos días, cuando asistimos a la supuesta crisis del régimen iraní, los periodistas occidentales, y multitud de medios de comunicación en bloque, han olvidado sospechosamente las reglas más elementales del fair play y han prescindido de aquella información que, sencillamente, no les interesa. Todos ellos han preferido sostener la tesis de ese poder que desde arriba ordena lo que hay que pensar y que oficialmente no existe porque el pueblo es «soberano» y para eso vivimos «en democracia». Pero ya volveremos sobre el asunto iraní.

En definitiva, doy gracias a Dios por no ser periodista y por no cobrar un duro por lo que hago. No quisiera que alguien pensara que hago tabla rasa de una profesión porque no es así, pero los medios son un «colectivo» al que no se critica lo suficiente o del que se habla poco pese a que, lejos de controlar al poder como pretende la vulgata democrática, son uno de los pilares centrales del poder desde hace unos doscientos años.

Son capaces de inventarse todo un mundo virtual basado en la estafa para luego demostrarlo con doscientas cadenas de televisión globales repitiendo miles de veces los mismos eslóganes sintéticos. A este respecto, la profesión periodística no difiera nada, en muchos casos, de la de un tratante de noticias, que «tunea» su mercancía al gusto del poderoso.

Pero que quede claro que no es un tema meramente comercial sobre el que convenga frivolizar. Los dueños de los medios, que son los señores del dinero, saben muy bien que es precisamente ahí donde se está librando la batalla por conquistar el corazón de los hombres. Ellos quieren someterlo a una esclavitud mucho más brutal y despiadada de lo que el mundo haya visto hasta ahora.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído