¿Qué motivaciones le llevan a un empresario a comprar un medio de comunicación que está no sólo en franca decadencia, sino en la ruina más absoluta y con visos de echar la cancela de por vida? ¿Es por amor al arte, en este caso a la profesión periodística, por actuar a la desesperada intentando sacar los restos de un tesoro prácticamente expoliado o para ser el enterrador definitivo del medio, pero dejando por el camino truncadas las esperanzas de unos trabajadores que confiaron en sus vacuas promesas?