LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

¡Qué cara tienes, Sánchez! El presidente exige a PP y Ciudadanos una abstención que él negó a Rajoy hasta en 17 ocasiones

Santiago González: "Basta oír a Pablo Iglesias para comprender que Pedro Sánchez lo ha puesto mirando a Málaga en posición oferente"

¡Qué cara tienes, Sánchez! El presidente exige a PP y Ciudadanos una abstención que él negó a Rajoy hasta en 17 ocasiones
Pedro Sánchez cuando le negaba el pan y la sal a Rajoy y ahora exigiendo a Casado responsabilidad a los populares PD

¿Será capaz, finalmente, Pedro Sánchez de gobernar en España? Todo parece indicar que sí, pero desde luego no al precio que él imaginaba, es decir él solo y recurriendo cuando le hiciera falta a apoyos puntuales. Lo que sí le recuerdan en alguna tribuna de opinión de la prensa de papel de este 12 de junio de 2019 es que ahora exige responsabilidad a PP y a Ciudadanos absteniéndose en la investidura cuando él, en 2015 y en 2016 , le negó hasta en 17 ocasiones a Mariano Rajoy esa gran coalición y hubo que recurrir a la repetición electoral el 26 de junio de 2016.

Bieito Rubido, en su Astrolabio de ABC, le recuerda al presidente en funciones y candidato a repetir en La Moncloa, Pedro Sánchez, que él, hasta en 17 ocasiones, le negó a Rajoy la posibilidad de un Gobierno en coalición:

Si en este país habitara una clase política sensata, que no la hay, ahora mismo Sánchez trataría de armar un gobierno de coalición con PP y Ciudadanos. Exactamente la propuesta de Mariano Rajoy, quien, en 2015 con 123 escaños y habiendo ganado las elecciones, quiso formar un Ejecutivo que diese estabilidad a España y contase con el concurso de los otros dos partidos constitucionalistas. Sánchez, el contumaz –que no resistente–, dijo «no» hasta en diecisiete ocasiones. Pero la vida devuelve los tortazos y, tras su victoria «rotunda», el presidente en funciones anda buscando formar un gobierno de “cooperación”. Lo ideal sería que Casado y Rivera entrasen en él y que el consenso de los tres nos hiciese avanzar hacia una democracia de más calidad. España se pondría al día y afrontaría por fin sus reformas pendientes. Desgraciadamente, tal cosa no ocurrirá. Las luces cortas y la falta de sentido de Estado y de la Historia nos conducirán de nuevo a la ciénaga política, donde el candidato socialista solo tiene un objetivo: ocupar la silla.

José María Carrascal apunta que Sánchez ya se ha dado cuenta de que para ser presidente del Gobierno no podrá serlo en la soledad que pretendía e intentar pasar cuatro años jugando a la geometría variable:

Si Sánchez es presidente, no será en la espléndida soledad que deseaba, para pactar con unos u otros según le conviniese. Es más: no cuenta con el socio que pretendía, Ciudadanos. Tendrá que hacerlo con Podemos, que ni siquiera suma para la mayoría absoluta, sino «resta», como ha admitido Ábalos en una de las declaraciones más sangrientas para Iglesias. Será un gobierno de «cooperación», no de «coalición», y si recibe cartera ministerial está por ver, pero de decidir el tono «social» del gabinete puede despedirse. Desde luego, derogar la reforma laboral no va a ocurrir. Sánchez está hoy en una socialdemocracia de tono centrista, alejado de los planes de Iglesias, que tendrá que aguantarse si quiere pintar algo.

Un corto editorial de La Razón ejemplifica el estado de pordioserismo que está mostrando estos días el líder de Unidas Podemos:

Pablo Iglesias está forzando hasta rozar la mendicidad política una silla en el Consejo de Ministros. Es una manera de salvar la precariedad política en la que ha quedado Podemos bajo su autocrático mando. De Gobierno de coalición, acepta ahora uno de cooperación, también conjunto, plural, incluso de mayoría socialprogresista. Puro nominalismo para ocultar lo fundamental: saber si Pedro Sánchez le está engañando. Pudiese ser: tener a Iglesias de ministro es un pago que puede resultar excesivo y sin vuelta atrás.

Julián Cabrera da cinco motivos de peso para que Sánchez se piense muy mucho eso de las amenazas de repetir elecciones:

Solventado lo puramente humano llega el turno de un pragmatismo que deja la amenaza de nueva cita con las urnas en un mero amago táctico, sobre todo porque uno, ya no colaría el espantajo de la extrema derecha para movilizar a la parroquia propia, Vox lejos de tsunami es ola en retroceso. Dos, la torpe derecha puede que en una segunda oportunidad ya no lo sea tanto, quizás la mayoría absoluta del PSOE en el Senado ya no estuviese tan garantizada. Tres, como se vio el 26-M el PP comenzó a recuperar voto fugado a su costado derecho. Cuatro, un más que probable desplome de Podemos no tendría porqué ser proporcional a un notable aumento socialista. Cinco, citar de nuevo a los ciudadanos con las urnas no garantiza –se vio en 2016– que estos cambien mayoritariamente su orientación del voto. Ergo, lo de repetir una exitosa faena, como poco, es una arriesgada decisión.

El editorial de El Mundo subraya que Sánchez no puede exigir a PP y Ciudadanos una abstención porque sí, sin nada a cambio:

Aunque logre rebajar sus expectativas con la amenaza de la repetición electoral, Sánchez está abocado a entenderse con Iglesias. Ambos partidos se aseguraron el control de la Mesa del Congreso y acaban de asignar a capricho la ubicación de los grupos en el hemiciclo. Este periódico habría preferido otra cosa, y así lleva reivindicándolo desde la misma noche electoral: un pacto constitucionalista que orille a las formaciones extremistas y al separatismo. Pero el presidente en funciones, a quien corresponde la iniciativa, no ha querido explorar con sinceridad un pacto por el centro, sino que se ha limitado a exigir la abstención de PP y Cs sin otra contraprestación que la amenaza de echarse en los peores brazos. Como si el PSOE careciera de voluntad propia. O como si el inventor del no es no estuviera autorizado para exigir a los demás lo que él rehuyó, al coste del bloqueo nacional.

Santiago González destaca que a Iglesias le han puesto en posición mendicante y no sería de extrañar que al final los de Podemos se queden sin cargo en el Gobierno de Sánchez:

Bastaba oírle ayer para comprender que Pedro Sánchez lo había puesto mirando a Málaga en posición oferente. Ayer, después de la entrevista, el marqués de Galapagar ya no reivindicaba el Gobierno de coalición que tanto había reclamado desde el 28-A. Tiró de lo que a él le parecían sinónimos: Gobierno de cooperación, de colaboración, Gobierno conjunto, plural y, ante la insistencia de los periodistas, restó importancia al tema: «El nombre es lo de menos; lo importante son los contenidos», sin explicar en ningún momento las diferencias nominales, ni aclarar si habrá ministros de Unidas-Podemos en el Gobierno. Iglesias adornó la suerte con alguna de sus viejas muletillas, como la de que se ha acabado el tiempo de los vetos. No se trata de que el doctor Fraude tenga pensado vetar a ningún podemita para ese Ministerio de Trabajo que tanto parecía gustar a la augusta parejita de La Navata. Sánchez no les veta; se trata, sencillamente, de que no les quiere en el Gobierno.

Raúl del Pozo le aclara las cosas a los podemitas que creen que gobierno de coalición es lo mismo que de cooperación

Después de unas horas de suspense e incertidumbre, de aritmética parda, de bobadas, de lucha por el botín, de la oposición como farsa, de festival de odios y vanidades, esto se mueve. Pedro Sánchez recibió en Moncloa a Pablo Iglesias, 43 días después de las elecciones, y hablaron de un “Gobierno de cooperación en un tono positivo! según Iglesias. Y añadió con una inmensa inocencia, entre el cliqueo de las cámaras: «Tengo la impresión de que Pedro Sánchez no me miente y de que quiere un autogobierno con nosotros». No se habló de ministros sino de un Ejecutivo abierto a otros partidos. ¿Qué quiere decir Gobierno de cooperación? Un Gobierno no de coalición, sino de auxilios mutuos, plural, quizás, con personalidades cercanas a Podemos. Según Adriana Lastra, “plural, sin vetos, integrador, inclusivo, no cerrado como son los de coalición”, la novena maravilla del mundo.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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