PRENSA Y PODER

Este es Iván Golunov, el periodista que tiene de los nervios a Putin y asustado al Kremlin

Este es Iván Golunov, el periodista que tiene de los nervios a Putin y asustado al Kremlin
El periodista Ivan Golunov. EP

Iván Golunev, parece mayor, pero sólo tiene 36 años. Ha trabajado como periodista freelance para medios como Vedomosti, Forbes, RBK, Slon Magazine y la televisión Dozhd. Siempre en eso tan resbaladizo que en la profesión se denomina ‘temas de investigación’. y actualmente escribe para el medio Meduza.

Poca gente había oído hablar de él hasta hace unos días y es bastante probable que el propio Iván tuviera pocas ganas de hacerse famoso. Al menos por unos acontecimientos tan dramáticos como los que han agitado su vida y la miles de personas en Moscú, durante las pasadas dos semanas.

Como relata Gonzalo Aragonés en ‘La Vanguardia‘, el 6 de junio de 2019, Iván se dedicaba a lo mismo de siempre, al periodismo de verdad, el que desentraña la corrupción y lleva un poco de alivio al débil y cierta intranquilidad al poderoso.

Iván se dirigía a una cita en el centro de Moscú cuando la policía le dio el alto y comenzó su calvario .

Este duró cinco días. Tiempo suficiente para que unos desaprensivos agentes de la ley inventasen pruebas para inculparlo, para que sus compañeros de profesión diesen la voz de alarma, para que la sociedad civil se indignara, para que quedase en evidencia que, más que un error policial, podríamos estar ante otro caso para silenciar a quien ha molestado a alguien con poder y sin escrúpulos.

“El arresto de Golunov es un escupitajo en la cara a todos los periodistas de Rusia”, dijo el veterano Vladímir Pózner.

Nacido en Moscú, Iván Golunov no pudo pasar a finales de los 90 los primeros años de su vida profesional en mejor sitio que en Nóvaya Gazeta, el reputado periódico opositor en cuyas páginas escribió hasta su asesinato Anna Politkóvskaya. Luego escribió para otras publicaciones hasta llegar al online Meduza, un medio online muy liberal..

Meduza fue creado en 2014 por Galina Tímchenko y otros periodistas que la siguieron tras ser despedida de Lenta.ru porque el digital que ella dirigía publicó una entrevista con Dimitró Yárosh, líder del movimiento ultranacionalista ucraniano Sector de Derechas.

Meduza se instaló en Riga (Letonia) para evitar la censura y publicar temas que normalmente no trata la prensa rusa.

Es en este medio donde Iván Golunov ha publicado sus artículos de denuncia por los que algún desalmado ha querido enviarlo a prisión. Los agentes de policía que le detuvieron aseguraron que tenía cocaína y la droga sintética mefedrona en su mochila y en su piso, además de balanzas para pesarla, y le abrieron una acusación por “tráfico de drogas”, con lo que se le podría costar 20 años de cárcel.

Llegaron a publicar en su web fotos “de su apartamento” que luego se demostraron equivocadas, lo que aumentó las sospechas de montaje.

En esos cinco días también dio tiempo para que el Kremlin se diera cuenta de que el enfado aumentaba geométricamente, que la injusticia era evidente y que había que reaccionar para que una bomba social no le estallara en las manos.

Además de periodistas, famosos como el actor Konstantín Jabenski o el cómico Alexánder Nezlobin denunciaron el caso en directo en televisión, e incluso los canales estatales dudaban de la versión policial.

Podía ocurrir como en 2005, cuando los jubilados se pusieron en pie de guerra porque les querían quitar el transporte gratuito; o como en 2012, tras las elecciones a la Duma, con las mayores protestas desde que Vladímir Putin dirige Rusia; o el año pasado, cuando la reforma de las pensiones hizo tambalear la popularidad del presidente ruso.

El opositor Alexéi Navalni decía hace siete años “el poder tiene miedo”. Tal vez no es literal, pero se observa cierto vértigo cuando la injusticia es evidente y el enfado grande.

El 11 de junio el ministro del Interior, Vladímir Kolokóltsev, anunció que Golunov quedaba libre “por falta de pruebas”. Pero esta exculpación no es el punto final.

“No, querido ministro, esto así no funciona. Al periodista hay que liberarlo no por ‘falta de pruebas’, sino porque hay pruebas de su inocencia. E inmediatamente encerrar, como mínimo bajo arresto domiciliario, a todos los que le detuvieron, dieron órdenes, le golpearon en la cabeza y violaron sus derechos”, escribió Serguéi Murashov en la revisa Snob.

Golunov es un símbolo contra la maldad. A la mayoría de la sociedad rusa no le preocupa que las elites políticas y económicas, oligarcas o silovikí, desempolven sus kompromats para apuñalarse entre ellos. Pero la posibilidad de que puedan inculpar a cualquier persona de a pie con pruebas falsas y llevarlo un montón de años a la cárcel suena tan terrible como para que la contestación social sea imparable.

“La compensación moral para mí será que esto no le vuelva a pasar a nadie más”, dijo Iván Golunov tras recuperar la libertad.

El Kremlin reaccionó con rapidez para soltar al periodista, pero no para corregir vicios pasados. La manifestación del día 12, convocada al principio por la libertad de Golunov, se convirtió en muestra de repulsa por lo ocurrido. Pero el poder no la autorizó y para disolverla usó lo de siempre, a fuerza de la policía, que arresto temporalmente a 550 personas.

La Historia del KGBPD

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Autor

Manuel Trujillo

Periodista apasionado por todo lo que le rodea es, informativamente, un todoterreno

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