Se ha hartado Federico Jiménez Losantos del doble juego de Albert Rivera. Más atento ahora al idilio que tiene con la cantante Malú, el líder de Ciudadanos lanza mensajes que son contradictorios y la militancia le ha pillado el truco.
En su tribuna de este 30 de junio de 2019 en Libertad Digital, Losantos explica que Rivera no puede decir a la vez que no a Sánchez, pero sí al PSOE:
En su discurso al partido, que hoy -no ayer- sería compartido por sus votantes, porque Sánchez se ha destapado como socio fiel de la ETA y Podemos, Rivera dijo una gran frase: «Diremos no a Sánchez y sí a España». Pero no se puede estar con la España que se opone a su descuartizamiento sin contar con Vox. Y Rivera cuenta y no cuenta, su partido lo insulta en los mismos términos que la propaganda socialista y comunista, pero pacta con Vox a través del PP en Andalucía y donde hay una alternativa a la Izquierda.
Recuerda como en Castilla La-Mancha está haciendo seguidismo del sanchismo apoyando ni más ni menos que a Page, un reconocido sanchista:
Pero, ojo al cuco, no en todas partes. Su compromiso con España queda en suspenso en Castilla-La Mancha, donde pacta con García Page una especie de enmienda a lo que llama torticeramente el sanchismo, o sea, el PSOE con el que él no pacta para que su partido sí pacte con el PSOE. Eso le parecerá muy inteligente, pero no deja de ser una tomadura de pelo. Y jamás heredará así las bases del PP, bien al contrario: las irá perdiendo. Dice que el PP no puede ser alternativa porque tiene 50 casos de corrupción. ¿Y el PSOE? ¿50.000? ¿Y quién es su socio preferente? El PP de la corrupción, creo. La verdad es que ese fatuo saltimbanquismo moral de Cs resulta cada vez más estomagante.
Contra el PSOE en general y con el PSOE en particular
Tampoco libra a sus hombres en Madrid:
Esta semana, en Madrid y Murcia, seguirá el carnaval de negaciones y afirmaciones sobre este asunto. Y no sabemos por dónde saldrá Aguado, que tras romper el cordón sanitario de Monasterio ha abierto la puerta a Fray Gabilondo, que corre a ofrecerse como santo para la peana naranja. Lo malo es que cada idiotez de Ciudadanos provoca una estupidez de Vox. Y ambos ayudan esforzadamente a la restauración del PP, pero eso sólo se sustanciará si Sánchez ajusta fuerzas con Podemos en nuevas elecciones. Mientras, la repelente frivolidad de los portavoces -Franco en Murcia, Aguado y Monasterio en Madrid- supone una humillación diaria a los votantes de las tres fuerzas de centro-derecha, que las respaldaron para echar a la izquierda, no para echarse en cara sus respectivas debilidades.
Y le aclara conceptos esenciales:
Pero volviendo a Rivera, gran protagonista de este estío abrumador, hay que insistir en que, ni como bisagra ni como alternativa, se puede estar contra el PSOE de Sánchez y con el PSOE de Page, que, claro está, no ha roto con Sánchez tras la entrega de Navarra y la toma de TVE por el comando informativo de la ETA dirigido por Otegi pero al que abrió la puerta desde dentro el Gobierno de Sánchez y todo el PSOE. Para ser alternativa a la Izquierda, Rivera debe entender a los 2.700.000 votantes de Vox. O, al menos respetarlos. Si no, el virtuoso «no a Sánchez» puede quedarse en «Ya no, ay, al PSOE», en unas elecciones generales que parecen a la medida de Pablo Casado. Ah, y de aquella FAES de antaño, que se fue extraviando hasta perderse en los meandros del Poder. Rivera, es verdad, no ha fundado nada igual ¡Y se llaman ilustrados! ¡Han estado en París!