España tiene una tasa de mortalidad infantil entre las más bajas de Europa. Desde 2006 ha ido disminuyendo y el año pasado se situó en un 2,6% manteniéndose igual que en el 2016, según el informe que elabora el Instituno Nacional de Estadística (INE).
A pesar de ello, ocurre y, en la mayoría de los casos, inesperadamente.
El síndrome de muerte súbita del lactante se define como la muerte repentinae imprevista de un bebé menor de un año aparentemente sano.
Generalmente se encuentra muerto al pequeño después de haberlo puesto a dormir, no mostrando signos de sufrimiento.
Entre los factores de riesgo destacan la exposición al humo de tabaco, una temperatura demasiado elevada en la habitación, el exceso de ropa de cama y una postura inadecuada a la hora de acostarlo, entre otros.
El riesgo es ligeramente superior en el caso de los varones.