ARTÍCULO EN EL MUNDO

Sánchez Dragó provoca el pánico en Vox con un tremendo e irrevocable portazo

"Quédense el país, sus tribus y sus partidos, por lo que me atañe, donde ya están: en vía muerta, en la Morgue, en el limbo, en el infierno... Se lo merecen"

Sánchez Dragó provoca el pánico en Vox con un tremendo e irrevocable portazo
Sánchez Dragó se harta de las veleidades de los políticos.

Fernando Sánchez Dragó pega un puñetazo sobre la mesa este 7 de julio de 2019 en su tribuna del diario El Mundo y asegura que a él no le van a volver preocupado ni implicado en política después del poco edificante espectáculo al que se está asistiendo y que puede acabar con nuevas convocatorias electorales.

Asegura tajantemente el genial escritor que:

Se acabó, en lo que a mis columnas se refiere, la política nacional. La internacional, no, pues en ella no sólo pulsa el débil latido de la actualidad, sino también el de la historia e incluso el de la filosofía, infinitamente más vigorosos. Cierto es que lo he anunciado en otras ocasiones. La última fue el 1 de octubre del 17. Regresaba yo ese día de París, y me topé de frente con el bochinche catalán, el 155 con sifón, la espantada de Puigdemont y todas esas vainas. Tan rica era en aquel momento la paleta de colores puesta a disposición de los columnistas que me sentí vagamente obligado a mojar la pluma en ella.

Recuerda que cayó más de una vez en la tentación de escribir sobre política:

La penúltima vez fue a comienzos del último verano, pero la victoria de Casado en las primarias de su partido, la tan por mí anhelada defunción del rajoyismo y, sobre todo, la evidencia de que el membrudo Sánchez estaba dispuesto a desguazar lo poco que iba quedando del país en que los dos nacimos me movieron a seguir dando la tabarra con efímeras consideraciones sobre la res pública. Después llegó el rompimiento de gloria de Abascal en Vistalegre y su campanada en Andalucía, y cedí al impulso de seguir haciéndolo.

Sin embargo, parece haber llegado ya al hartazgo:

Ya está bien. Cuatro consultas en cuatro semanas, con sus respectivos pasacalles mitineros y las sórdidas negociaciones posteriores, es uno de esos aludes de oclocracia y demagogia que tumban al más pintado. Comprendo que mi credibilidad, si vuelvo a decir que la política no sólo me aburre, sino que me asquea, es escasa, pero aun así lo reitero, porque es verdad. Los míos lo saben. El 12 de marzo leí en este periódico una entrevista de Luis Alemany con Matilde Asensi, que acababa de publicar una novela (Sakura). Decía en ella la escritora a cuento de su forma de vivir: «No permito que nada indigno entre en mi vida, y eso incluye la política». Fue un redoble. Me obligó a reflexionar. No hay nada más rastrero, más inútil ni más fatuo que la política, reducida ahora a tedioso juego de algoritmos y sórdida esgrima de chantajes, y yo, desde que estuve, allá por el pleistoceno, en el parque jurásico del partido comunista, lo sabía.

Y lanza un mensaje del que también tendría que tomar buena cuenta el líder de Vox, Santiago Abascal:

Han sido veinte meses de pedaleo por el extrarradio de mi mundo. Ya me vale. Esta vez sí que sí. No permitiré que la política (la española, insisto) vuelva a ser objeto de atención en mis columnas. Quédense el país, sus tribus y sus partidos, por lo que me atañe, donde ya están: en vía muerta, en la Morgue, en el limbo, en el infierno… Se lo merecen.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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