LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

El astuto Gabriel Rufián esconde sus verdaderas intenciones cuando apremia a Iglesias para que apoye la formación del ‘Gobierno Frankenstein’

David Jiménez: "La reelección de Sánchez cortó para el PSOE, por tanto, una posible vía para alcanzar el poder: en el vértigo de unas primarias se tiende a olvidar que uno acaba recogiendo lo que ha sembrado"

El astuto Gabriel Rufián esconde sus verdaderas intenciones cuando apremia a Iglesias para que apoye la formación del 'Gobierno Frankenstein'
Pablo Iglesias y Gabriel Rufián.

Sigue pintando fea la cosa para un Pedro Sánchez al que se le acerca inexorablemente la fecha de la sesión de investidura del 22 de julio de 2019. De momento, sigue sin apoyos, esencialmente el de los podemitas, pero todo puede cambiar, según algunos columnistas de la prensa de papel de este 18 de julio de 2019, si de repente el ahora ‘moderado’ Gabriel Rufián logra del partido de Iglesias que se olvide de tanto ego y tanto cargo.

Eso sí, el de ERC esconde aviesamente que él tiene otros intereses, el de lograr que haya Gobierno en España antes de que el Supremo se pronuncie con la sentencia a los golpistas. Es sabedor que con un fallo desfavorable, lo de conformar Ejecutivo se iría por el desagüe.

Isabel San Sebastián ve el panorama político más que incierto y solo le ve a Sánchez una posible alternativa a ir a otras elecciones, que le plantee un pacto irrenunciable a Rivera:

Tengo para mí que las cosas han llegado a un punto que desborda lo político para entrar de lleno en lo personal. Y es que, además de narcisista, Sánchez es rencoroso. No perdonó a Rivera que esgrimiera su tesis plagiada desde la tribuna del Congreso y tampoco olvida que Iglesias le privó en 2015 de instalarse en La Moncloa, votando contra el pacto acordado entonces entre el PSOE y Ciudadanos. Hay algo de venganza, por tanto, en ese veto obstinado que el dirigente podemita no puede aceptar sin merma de su dignidad, por más que en él pesen, además, otro tipo de consideraciones de índole geoestratégica vinculadas a la presencia de uno o varios comunistas de manual en el gobierno de España. Algo que en la Unión Europea y en la OTAN no se vería con excesivo agrado. ¿Dónde encontrar la salida a este callejón tortuoso? Lo dicho; o se rinde Iglesias o se rinde Sánchez, que tiene al menos la opción de elegir ante cuál de sus adversarios claudica. Todavía puede abjurar de sus devaneos con el independentismo y hacer una oferta al partido naranja imposible de rechazar. Está en sus manos, siempre que Iceta se lo consienta.

Ignacio Camacho plantea una posibilidad diabólica para que Sánchez pueda ser presidente y, aunque es verdad que parece una opción complicada, viendo el percal político que hay en España nada es descartable:

El emperre de Iglesias plantea la posibilidad de que el nacionalismo ejerza con su apoyo directo y explícito el papel de árbitro casero. Si el que se abstiene al final resulta ser Podemos, bien por no coincidir con la derecha o por la improbable pérdida del referéndum interno, el eventual voto afirmativo de los golpistas catalanes podría decidir en el último momento. Y Sánchez se encontraría en la surrealista, flagrante e incomodísima evidencia de deber su elección a los testaferros de ETA y los reos del Supremo. ¿Difícil? Mucho. ¿Imposible? En absoluto. Ya lo votaron una vez, sin que el beneficiado se quejara, por cierto, y nada les impide volver a hacerlo.

David Jiménez, en El Mundo, señala que lo que está pasando ahora mismo en el PSOE no es más que fruto de lo que se sembró en las primarias votando a Sánchez:

Haber elegido al adalid del no es no ha impedido al PSOE obtener los réditos que podía esperar tras su abstención en la investidura de Rajoy. Se comprobó con la conmovedora carta en la que diputados socialistas pedían a sus homólogos en el PP y Ciudadanos que devolviesen el favor. Casado y Rivera nunca lo tendrán tan fácil para armar un argumentario: el único socialista que no puede pedir esa reciprocidad es, precisamente, el que hizo demagógica oposición a aquel ejercicio de madurez democrática. La reelección de Sánchez cortó para el PSOE, por tanto, una posible vía para alcanzar el poder: en el vértigo de unas primarias se tiende a olvidar que uno acaba recogiendo lo que ha sembrado.

El editorial de El Mundo resalta que si Sánchez recibe el apoyo del independentismo es porque él mismo ha alentado esa opción:

Semejantes socios dibujan un escenario tan alarmante como revelador de la situación real en que se encuentra el sanchismo, que no quiere asumir que sigue dependiendo de quienes lo llevaron a La Moncloa hace un año. Sánchez quiere huir de su pasado, pero el pasado siempre vuelve. Cuando despertó del ensueño triunfal de sus 123 escaños, la mayoría de la moción de censura seguía allí, esperándole. Esa pesadilla pudo haberla espantado Sánchez si hubiera tomado otras decisiones. Si hubiera renunciado a los pactos con nacionalistas y populistas en todos los lugares donde había una alternativa constitucionalista: de Navarra a Baleares, de la Comunidad Valenciana a la Diputación de Barcelona.

Javier Redondo apunta a los deseos de un Gabriel Rufián que busca que haya investidura antes de que llegue la sentencia del Supremo a los golpistas:

Los separatistas piden orden en la sala. Han leído bien: orden en la sala; y Rufián afea a Iglesias su tozudez no exenta de enrocado gamberrismo. El diputado Rufián vive de maravilla en Madrid, motivo suficiente como para que su partido, ERC, aliado de Bildu en el Congreso, pase por moderado frente a los alborotadores de Puigdemont. El otrora ala burguesa, cortés y de suave tono del supremacismo, JxCat, esconde sus cartas pero augura fiasco en la investidura; mientras, Torra insta a su partido a contribuir a mandar a pique la Legislatura si no hay compromiso por la celebración de un referéndum para la independencia. La vicepresidenta Calvo responde e insiste en que no lo habrá. JxCat es caza menor y no es necesario para la unción de Sánchez. Según Rufián, es más importante la sentencia del Supremo que el referéndum. Por eso prefiere acelerar los trámites de la investidura, porque en dos meses será imposible. Total, que la quiere.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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