Pedro Sánchez se pensará muy mucho este 26 de julio de 2019 el leer la prensa de papel o escuchar las tertulias de radio y de televisión. El presidente del Gobierno en funciones se lleva una somanta de palos en esta jornada no tanto porque no haya sido capaz de formar Ejecutivo, sino porque ha llegado a mentir a todos los españoles asegurando que tenía cerrada una alianza que no fue tal.
¿Nos iremos a unas nuevas elecciones o habrá una negociación con los partidos constitucionalistas para evitar la vuelta a las urnas y establecer una gran coalición como en Alemania?
El editorial de ABC habla de teatro vergonzoso lo vivido en el Congreso entre PSOE y Podemos:
Resulta accesoria la insólita y vergonzosa simulación teatral a la que el PSOE y Podemos han sometido a los españoles. El daño infligido a nuestra democracia y a nuestra imagen de nación solvente ha sido brutal. Las consecuencias son muy nocivas: España continuará al menos dos meses más con un Gobierno en funciones, y la posibilidad de celebrar elecciones en noviembre crece exponencialmente en un escenario de ralentización económica e inseguridad política generalizada. Sánchez debería rectificar su concepto del cordón sanitario a la derecha y exponer claramente que no pactará nunca con quienes se propongan destruir los consensos constitucionales. Si no lo hace, nunca dará margen alguno a Pablo Casado y a Albert Rivera para manejar la opción de una «abstención técnica», o un «voto patriótico», que avale la garantía de un gobierno socialista en solitario
Ignacio Camacho hace una brillante comparativa de como quedó la tarde del 25 de julio de 2019 la reedición del famoso Gobierno Frankenstein:
La imagen resultó demoledora de puro siniestra: era el laboratorio del Gobierno Frankenstein en plena faena. El PSOE aportaba el cuerpo y la cabeza, Bildu y ERC los brazos y sólo faltaban las piernas, que por supuesto las tenía que ajustar Iglesias. Pero el líder de Podemos decidió dejar al monstruo inerte sobre la mesa, a pesar de que Alberto Garzón, su socio de IU, pidió a la presidenta Batet un receso para intentar muñir antes de la votación un acuerdo de urgencia.
Luis Ventoso aboga por una repetición electoral:
Lo mejor serían otras elecciones. Los españoles tendrían la oportunidad de meditar sobre si desean un cierto retorno al bipartidismo, que permita reformar la ley electoral para dar estabilidad al país, o continuar con la ensaladilla de siglas, los facazos por las sillas y la parálisis. Ayer el dato de paro fue el peor desde 2012. Entretenidos con Franco y el Falcon, llevamos sin Gobierno desde junio de 2018.
José María Carrascal no duda de que cuando se holgazanea acaban sucediendo cosas como que una investidura no salga adelante:
El número que montó con Iglesias a lo largo de esta semana va a quedar como un modelo de «cómo no se hace política». Tras haber holgazaneado a lo largo de los últimos meses y pese a declararse «socios preferentes», sin llegar a ninguna parte, al darse cuenta de que la fecha señalada se les echaba encima, iniciaron una puja de propuestas con ánimo de cargar al otro la culpa de que no hubiera acuerdo, pugna que duró hasta minutos antes de que empezara a votarse la investidura. Mostrando una falta absoluta de profesionalidad e incluso de inteligencia. Lo que no se arregla en meses no se puede arreglar en horas. El resultado fue que no hubo ganador. Los dos perdieron, pero Sánchez más abultado, por ser el que más arriesgaba.
El editorial de La Razón exige a Sánchez una rectificación en sus pactos o dar un paso al costado:
Sólo una rectificación completa, un giro de 180 grados en la estrategia seguida hasta ahora por el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, puede evitar que España vaya a una repetición de elecciones o, lo que sería mucho peor, que la investidura del candidato socialista trajera lo que, a todas luces, se ha tratado de evitar: que Podemos se hiciera con los ministerios del gasto público y con la llave de la reforma laboral. Porque, desde la más mínima coherencia, las razones en las que Sánchez ha basado su rechazo a la oferta de un Gabinete de coalición con la izquierda radical seguirán vigentes el próximo 23 de septiembre de 2019, e insistir en la pretensión de que el partido que lidera Pablo Iglesias renuncie a reclamar la cuota de influencia que le otorga, legítimamente, por supuesto, la actual aritmética parlamentaria es volver al círculo vicioso. Si el candidato no es capaz de otear otras soluciones, que existen por muy difíciles que se presenten, lo mejor para España, para su partido e, incluso, para el mismo es que dé un paso atrás y permita al PSOE elegir una figura alternativa de mayor consenso.
Toni Bolaño cree que Iglesias, en el caso de una repetición electoral, debería de marcharse:
Si vamos a elecciones, Podemos puede empezar a entonar su propio réquiem. Los votantes de izquierdas no dan crédito y el que rompe, paga. Lo mejor que podría hacer Iglesias es irse. Se echó a un lado por la presión interna y si en algo quiere a la izquierda, debería dar el paso final para dejar a otro, u otra, al frente de la negociación porque con Iglesias, no. Es imposible.
Pedro Narváez no tiene piedad ni de Pablo Iglesias ni de Pedro Sánchez:
La historia cierta es que hemos pasado tanta vergüenza que esos parlamentos donde los diputados acaban tirándose las sillas a la cabeza parecen de «Barrio Sésamo». Pablo ha sido, más que una reina, un peón… albañil. Mucho pico y pala pero la gloria se la quiere llevar un arquitecto, el señor del ajedrez monclovita que preparó un jaque mate a la izquierda para quedársela. Ahora Sánchez va desnudo. Borracho de soberbia. Bajito en su metro noventa. Fracasado antes de su próxima victoria.
El editorial de El País aboga por explorar nuevas vías antes de llegar a la repetición electoral:
El plazo para regresar a las urnas ha comenzado. Ni es una fatalidad ni hay por qué resignarse a que lo sea, en la medida en que solo significa que a partir de este momento está tasado el tiempo para volver a hacer las cosas como corresponde en un sistema parlamentario. Ninguna excusa es válida para que los principales partidos no comiencen desde hoy mismo la búsqueda de la mayoría que ahora no ha sido posible. En esta ocasión, el candidato debería llegar a la nueva ronda que convoque el jefe del Estado con su obligación cumplida, es decir, con un pacto ya negociado. Las heridas abiertas por la estéril escenificación de estos meses constituye un obstáculo. Pero, en contrapartida, la clarificación de los espacios políticos, que se ha producido sobre todo en la última jornada de la investidura puede ser el instrumento para superarlo. Salvo Ciudadanos, Vox y JuntsxCat, que se situaron deliberadamente en vía muerta, el resto de las fuerzas, incluido el Partido Popular, expresaron una u otra disposición para que este Legislativo cumpla con su primer deber constitucional: investir un Ejecutivo.
El editorial de El Mundo le recuerda a Sánchez que debía haber escuchado y tenido en cuenta los consejos del fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba:
La sesión de ayer vino a dar la razón al difunto Rubalcaba. A quien Sánchez rindió honras fúnebres sin acompañarlas del correspondiente ejercicio de autocrítica. Rubalcaba sabía que no se puede gobernar España con lo que llamó la vía Frankenstein. Que el PSOE, un partido sistémico de la democracia del 78, no podía acometer la gobernabilidad del Estado con Podemos, Batasuna y dos partidos promotores de un golpe de Estado cuyos líderes están en la cárcel o fugados. Sin embargo, Sánchez vendió a las bases del PSOE que sí era posible, y con ese argumento ganó las primarias a Susana Díaz y desalojó después a Rajoy del poder en la moción. Consideró entonces que pagaba un precio asumible por La Moncloa, pero no lo era ni para España, ni para la democracia, ni para el PSOE y ni siquiera para el proyecto de supervivencia personal de Sánchez, como se vio ayer en el Congreso: solo le apoyó su partido y un regionalista cántabro.
Santiago González cree que lo mejor que puede hacer Sánchez ahora mismo es seguir apañándose con los presupuestos elaborados por Mariano Rajoy:
He seguido con atención todo el proceso de la fallida investidura y solo hay una cosa que no entiendo: que tantos españoles consideren un bien de Estado inaplazable un Gobierno de coalición entre el PSOE y Podemos. Es mejor que Sánchez se vaya apañando con los presupuestos de Rajoy.
David Gistau recuerda que Sánchez tendrá que renunciar a sus principios y a sus vetos si quiere ser investido en septiembre de 2019. Y ya sabe que ERC, con Rufián a la cabeza, no podrá brindarle su apoyo si ya hay sentencia contra los golpistas:
Lleva dos intentos fracasados –he ahí el resistente– y el auxilio que podría pedir a los partidos de la derecha obliga a salvar una distancia: la que el propio Sánchez estableció cuando, en las elecciones, motivó a su electorado invitándolo a luchar contra el fascismo redivivo. Fascismo al que luego procedió a implorar la abstención en nombre de los conceptos constitucionales comunes porque los radicales impresentables en sociedad resultaban ser, de repente, los designados como socios en la primera línea de contención del fascismo. El próximo intento se hará bajo el impacto de la sentencia, y ya Rufián ha advertido de que entonces no podrá ayudar a nadie.