Físicos cuánticos de la Academia de Ciencias de Austria, la Universidad de Viena y la Universidad de Ciencia y Tecnología de China llevaron a cabo un experimento que demostró la posibilidad de teletransportar estados cuánticos complejos de alta dimensión.
Los investigadores teletransportaron el estado cuántico de un fotón (partícula de luz que puede portar la información) a otro, situado a distancia.
No es el primer experimento de este tipo, pero anteriormente solo se logró trasmitir los fotones en dos niveles, llamados también ‘qubits’, o sea en la conocida información digital con valores «0» y «1».
Esta vez los investigadores lograron teletransportar un estado de tres niveles, un llamado ‘qutrit’.
Según informaron en la revista Physical Review Letters, el exitoso experimento podría rendir frutos enormes en cuanto a la forma en se organiza y se trasmite la información, incluyendo la posibilidad de una Internet cuántica mucho más rápida y segura.
¿Y LAS PERSONAS?
El diccionario de la Real Academia Española (RAE) no recoge las palabras teletransporte y teletransportar.
Aunque encontramos una definición de ellas en la Wikipedia, donde se dice que teletransportar es transportar un objeto de un lugar a otro sin que exista un medio físico que haga ese transporte.
Con los conocimientos científicos que tenemos en la actualidad, el teletransporte de objetos no es posible. Pero en ciencia nunca se puede decir que algo es imposible.
Para poder teletransportar un objeto inanimado habría que desintegrar totalmente ese objeto; es decir, romper sus átomos, sus moléculas, etc… y todo ello se movería, llegaría a otro lugar y se volvería a recomponer en su destino.
Es seguro que cuando se haga realidad el teletransporte se comenzará con objetos inanimados porque si hablamos de seres vivos, la complejidad es todavía mayor. La cuestión es que los seres vivos, sobre todo las personas, no solo estamos formados por átomos, etc…, nosotros tenemos un cerebro y en el cerebro existen una serie de conexiones: recuerdos, pensamientos o sentimientos.
Es decir, tenemos una actividad bastante diferente de una piedra o una taza. Por lo tanto, deshacer un organismo vivo y que la recomposición de ese individuo dé lugar a ese mismo ser con sus mismas conexiones cerebrales parece muy complicado.