Unanimidad este 4 de septiembre de 2019 en las tribunas y editoriales de la prensa de papel para criticar con mayor o menor dureza el documento de las 370 medidas presentadas por Pedro Sánchez para intentar conseguir un acuerdo de última hora para ser investido presidente del Gobierno antes del 23 de septiembre de 2019 o para ‘adelantar’ el programa electoral de cara al 10 de noviembre de 2019 en el caso de tener que volver a las urnas.
El editorial de El Mundo critica la parafernalia de Pedro Sánchez presentando sus 370 medidas ¿electoralistas?:
Fiel al derroche propagandístico que, a falta de gestión, caracteriza el liderazgo de Pedro Sánchez, ayer el presidente en funciones anunció a bombo y platillo una «propuesta abierta de un programa común progresista». Consta nada menos que de 370 medidas, algunas de ellas tomadas del discurso de Podemos para presionar a Pablo Iglesias y al mismo tiempo seducir a su votante.
El bloqueo, en la desahogada versión del presidente en funciones, es responsabilidad de todos menos de aquel al que el Rey asignó la tarea de recabar apoyos para una investidura viable. Y en esto consistirá la próxima campaña electoral del PSOE si un acuerdo in extremis no lo remedia: en señalar tanto a la oposición como a sus socios en autonomías y ayuntamientos por haber obligado a los españoles a volver a votar. Entretanto, el país permanece en la más absoluta parálisis legislativa, la economía empeora y el programa de Sánchez insiste en aumentar el gasto y subir impuestos.
Rafa Latorre considera que a Sánchez solo le faltó ponerse a pegar carteles electorales:
A pesar de que ya toda la propaganda política está colonizada por el relato, una campaña electoral sigue necesitando de un programa y presentarlo es lo que ha hecho el secretario general y candidato del PSOE. Las 370 medidas de Pedro Sánchez para un programa progresista no son la base de una negociación con Podemos, ni siquiera una herramienta de presión a Pablo Iglesias. Para descartarlo basta con atender al itinerario que ha seguido el documento desde su redacción: del número 70 de la madrileña calle Ferraz al número 40 la calle Miguel Yuste y de ahí a un luminoso escenario en la estación de Chamartín, donde el presidente en funciones lo exhibió con sospechosa prosodia mitinera.
Santiago González le refresca al presidente que el apoyo de los asociaciones civiles no puede suplir a la esencia de la democracia, es decir a los 350 diputados elegidos en las urnas:
Ya en la introducción, página 3, se puede apreciar el voluntarismo que informa la propuesta: El PSOE obtuvo el respaldo mayoritario de la ciudadanía, a gran distancia del resto de la fuerzas políticas y se extrañan de que, pese a la contundencia del veredicto del voto, España siga «sin un Gobierno en plenitud de funciones». Igual es que han medido mal la contundencia del veredicto. Tampoco parece que el doctor Sánchez esté muy puesto en las generalidades de la democracia representativa. Cree que puede sustituir el voto de los diputados por el apoyo de la 376 organizaciones de la sociedad civil, feministas, ecologistas y docenas de grupos y grupúsculos con los que mantuvo 25 reuniones, a una media de 15 organizaciones en cada encuentro.
El editorial de La Razón considera que las 370 medidas no es más que pura farsa:
Más allá del desgobierno, la falta de Ejecutivo lastra cualquier respuesta de las administraciones ante la tormenta económica que se está fraguando. Los últimos datos del paro, que ayer deberían haber aguado el entusiasmo propagandístico de Sánchez, son la penúltima prueba de que el ciclo económico necesita de decisiones arriesgadas y valientes y no de mayor gasto público y endeudamiento. Una fórmula que ha hundido los últimos gobiernos socialistas. Pero el presidente del Gobierno en funciones parece decidido a seguir con la farsa. La mejor prueba, lo apuntado ayer por LA RAZÓN: mientras se apuraban los contenidos de las más de 300 medidas a presentar a Unidas Podemos, desde Moncloa se trabaja ya con las agencias de publicidad y análisis en una nueva cita electoral. El bucle político de Pedro Sánchez arrastra a todos. Sólo los tiempos constitucionales nos darán una salida.
José María Marco apunta que las propuestas de Sánchez son mezcla de fantasía y despilfarro:
Hay propuestas que llevan directamente al colapso del sistema de pensiones y otras que conducen sin remedio al aumento del paro, más o menos desbocado según la situación económica. Son tradiciones socialistas. Hay un despliegue de moderación dialogante en el asunto catalán, mucha terminología de izquierdas y sobre todo la ambición de hacerse con el núcleo más vibrante y movilizador del progresismo. Como en España todos los partidos, salvo VOX, aspiran al mismo marchamo, incluso los que no lo son como el Partido Popular, el PCP plantea un desafío a casi todo el espectro político. A la izquierda, es decir a Unidas Podemos, el de reinventar un registro y un espacio propio, una vez que los socialistas han absorbido y metabolizado su propuesta y su significado. Y a la derecha, la de imaginar un programa razonado y convincente que sirva, justamente, de alternativa al progresismo. (Sánchez y su equipo conocen el terreno en el que juegan). El PCP por tanto, va más allá del intento táctico de arrinconar a Unidas Podemos para unas próximas elecciones. Lanza un órdago estratégico para la hegemonía ideológica y política en nuestro país. Ni que decir tiene que todo es una pura fantasía, pero en eso consiste la política de nuestro tiempo.
El editorial de ABC tilda las medidas de Sánchez de un insulto a los españoles:
Esta puesta en escena que ha organizado la izquierda es ofensiva para los españoles, insulta su inteligencia. La falta de sinceridad de Sánchez convierte su gestión de la negociación con Podemos en una farsa. Todo es un juego de ambiciones personales. Sánchez no perdona. No ha perdonado a Susana Díaz su oposición interna y no va a perdonar a Pablo Iglesias que haya intentado arrebatarle el liderazgo de la izquierda. Aunque pase por encima de los intereses de España.
Para Luis Ventoso, el programa de Sánchez no solo es irresponsable, sino también palabrería hueca:
El presidente rubricó ayer el agosto con mayor destrucción de empleo desde 2010. Una vez más, comienza el «efecto PSOE». Pero el mismo día en que nos despertábamos con esa evocación del zapaterismo terminal, El Presidente y su bronceado Doñana comparecían en un espectacular acto bajo una bóveda de cañón de Chamartín para presentar su programa electoral para noviembre: las 370 medidas para «un Gobierno común progresista». Me las he leído, a pesar del muermo. Resumen: Sánchez propone gastar más en subsidios, subir los impuestos y continuar con la ingeniería social progresista. Justo lo que no hay que hacer ante vientos de crisis. Todo es inconsistente. Ni una sola cifra económica. Ni una explicación sobre cómo se van a costear los nuevos gastos sociales (hasta el ultrazurdo Jeremy Corbyn acompaña sus promesas de una memoria económica). Palabrería hueca.
Paco Robles acusa al presidente en funciones de tirar de chuleta ‘zapatera’ para conformar sus 370 medidas:
Como desengañados y desencantados nos sentimos los que aún creemos en el potencial de una España que estaba resurgiendo de las cenizas que Zapatero no quiso ver, como si fuera la sangre de Ignacio sobre la arena de la elegía lorquiana. Desengañados y desencantados en este noviembre que huele a lápices viejos y desgastados, a goma de borrar que usa el presidente cuando cambia de opinión y de criterio, a libros usados y mil veces subrayados que repiten lo mismo del curso anterior. Al final, Sánchez es un repetidor hecho a sí mismo. Y encima, se copia la chuleta que ya hemos descubierto sin que le hayan suspendido la asignatura.
Incluso El País ve la presentación de este documento como muy apurada para que pueda seducir a otras fuerzas políticas y cree que puede ser reciclado como programa electoral para el 10-N:
El candidato socialista a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, presentó ayer un listado de medidas sobre el que se propone articular una mayoría parlamentaria para un segundo intento de investidura en el que seguiría contando con Unidas Podemos como socio principal. El hecho de que el documento haya sido elaborado tras diversos contactos con organizaciones de la sociedad civil, así como lo ajustado del calendario en que ha sido presentado a sus posibles socios parlamentarios, lo convierte en un instrumento de doble uso: como borrador de negociación con otras fuerzas políticas, por un lado, y como programa electoral del Partido Socialista para el caso de no alcanzar un acuerdo, por otro.