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El Quilombo: El escalofriante testimonio de un periodista que apunta al suicidio de Blanca

Ayer, sobre las 12.30 h, un sargento del Servicio Cinológico de la Guardia Civil, libre de servicio, acompañado de un amigo y de su perra, hallaron el cadáver de la exesquiadora y campeona olímpica Blanca Fernández Ochoa. Tenía 56 años. Murió como dijo uno de los familiares en la montaña, el lugar que más amaba. El cadáver no presentaba signos de violencia. La muerte de deportista tan excepcional me lleva a dos reflexiones: la primera la tristeza de que se va una mujer mujer que hizo un sacerdocio al servicio de la nieve, una carrera durísima en la que la privaron de infancia para convertirla en toda una campeona olímpica a los 28 años La primera española en ganar una medalla.

Hoy en el ABC otra campeona olímpica, Mercedes Coghen, dice que Blanca fue una inspiración para esas campeonas que vinieron después. Fue la pionera. Mientras hoy educamos a nuestras jóvenes generaciones en la lágrima, la queja, la frustración y el rencor contra lo que somos, Blanca luchó sin hipotecas masculinas ni venganzas ni heteropatriarcados. Como dijo Juanma Rodríguez, “nos enseñó que España no tenía ningún déficit de ninguna clase, ninguna tara, y que España podía estar a la altura, que estaba a la altura”.

Su hermano había marcado el camino pero el sacrificio de ella fue mucho mayor porque tuvo que sacrificar su maternidad para conseguir hacer historia en el esquí español con la medalla de bronce de Albertville. Blanca sí tuvo que derribar barreras en un mundo que no se lo puso nada fácil. Fue una feminista de verdad, sin alharacas ni huelgas, ni 8 de marzo. Un feminista que le abrió el camino a otras mujeres, muy diferente a las feministas de ahora, las de cuota y camiseta, que adoctrinan a mujeres para pastorearlas como rebaño.

La segunda reflexión tiene que ver con el trato que le damos a nuestras glorias del deporte una vez que dejan de salir en la portada de Marca. Ayer en El Quilombo entrevistamos a Higinio Domingo Perucha. Perucha es una leyenda del ciclismo paralímpico español, fue el técnico que construyó los tándem que ganaron los Juegos Paralímpicos de Barcelona, Atlanta y Sidney. Hoy con 85 años malvive de okupa  en una taller de bicicletas. A Fabián Roncero, otra leyenda del atletismo español, lo encontraron de dependiente en ‘Decathlon’. Quienes conocían a Blanca Fernández Ochoa decían que estaba muy mal de dinero y que no se sentía valorada. Todo lo que le habían ofrecido era ser guía de montaña en Las Rozas.  Si al final se confirma la hipótesis del suicidio, algo que todavía está por verse, deberíamos replantearnos para qué queremos hacer unas Olimpiadas en Madrid si luego hacemos de nuestras leyendas del deporte un kleenex de usar y tirar. Deberíamos replantearnos si el destino que se merecía Blanca era el Decathlon.

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