Decía George Orwell que nadie instaura una dictadura para salvaguardar una revolución, sino que la revolución se hace para instaurar una dictadura. Esta frase resulta especialmente apropiada para describir lo que está sucediendo en estos días en Cataluña tras conocerse la sentencia del “juicio del procés”.
No asistimos a una sublevación popular sino a la acción de grupos organizados con los que el propio poder político catalán empuja al conjunto de los ciudadanos de Cataluña hacia la independencia forzosa. Así pues, se trata de una revolución ideada y promovida desde el poder cuyo fin es la inmunidad y perpetuación de ese mismo poder, es decir, la instauración de una dictadura fuera del marco constitucional español.
Javier Benegas, director de Disidentia.com, explica en El Quilombo la génesis del nacionalismo catalán:
“Lo que había ya estaba ahí, pero la dinámica era guardar las formas. No se salía al balcón a proclamar la República pero la República ya era en ciertamente real porque los derechos de los catalanes ya estaban al alcance de sus políticos y de sus organizaciones”
“La inmersión lingüista no iba de hablar en catalán sino de pensar como ellos”
“El nacionalismo les dice a esos chavales que no hace falta que se esfuercen por nada porque ya está la Generalitat para conseguir algo que de otra manera les sería más difícil conseguir. Se hacen selfies porque es un reconocimiento fácil, les hacen sentirse héroes, ser uno de ellos. Es una revolución pop. A esos chicos les han hecho creer que luchan contra el fascismo español. Y todo gracias a una maquinaria mediática fabulosa donde los periodistas y los intelectuales están comprados”
«Solo es democracias para ellos aquello que me dé la razón»
