Lo cuenta la reportera Lucía Vinaixa para El Español. Se ha infiltrado en el programa de citas de Cuatro First Dates para conocer las entrañas del programa que presenta Carlos Sobera en Mediaset. Son desayunos, no pagas la cena, está todo guionizado, no puedes elegir ni el vestuario… son algunas de las cosas que descubre Lucía y les reproducimos en Periodista Digital…
Explica que el primer paso para salir en First Dates es rellenar un formulario infinito en la web en el que te hacen todo tipo de preguntas. Después, adjuntar un vídeo y cinco fotos tuyas.
Dos días después de rellenar el formulario me llama una redactora del casting de First Dates para convencerme para salir en el programa. -¿Y qué hay de mi reputación? -Tranquila, la gente se olvida de quién eres.
Cuando das absolutamente toda tu información personal al equipo de First Dates te imaginas que tendrás muchas cosas en común con tu cita. Durante la búsqueda de mi hombre, la redactora me hizo una entrevista de media hora por teléfono.
Insistió mucho en saber más sobre mi interés por viajar, si me gustaban o no los latinos, mi elección de ser vegetariana y mi opinión sobre la tauromaquia.
Y llegó el día. Allí estaba yo. Recién maquillada, peinada y con un micrófono en el escote que iba a grabar cada una de las palabras que saliesen de mi boca. El contrato ya estaba firmado. Los derechos de imagen ya no me pertenecían. La prueba estaba en mi cartera en forma de billetes. En concreto, tenía guardados 90 euros.
Empujé el portón y me adentré en una sala que parecía sacada del imaginario mundo de George Orwell. Incontables cámaras de vídeo apuntaban hacia mí. Todos y cada uno de mis movimientos eran grabados.
Estaba citada en Atocha a las 9 de la mañana. Lo que pensaba que iba a ser una romántica velada era en realidad un desayuno. En efecto, gran parte de las citas de First Dates ocurren por la mañana.
Fue poner un pie en los estudios del reality show y ya todo eran prisas. Algunas personas se lo piensan dos veces y deciden no aparecer.
Teníamos un cuarto reservado para nosotras. Allí nos cambiamos, firmamos los contratos y nos maquillaron. No podíamos movernos con total libertad por el edificio porque en otras de las habitaciones estaban nuestras citas.
“Aquí tenéis vuestros 90 euros por salir en el programa. La cena son 15 euros y la tendréis que pagar con vuestro dinero, pero después se os devolverá”, explicó una de las trabajadoras. “Pero si queréis invitar a vuestra pareja lo haréis de verdad”, añadió.
La elección del vestuario no era totalmente nuestra. Los días previos a la cita nos pidieron que llevásemos dos conjuntos de ropa y luego ellos nos dirían cuál sería el ideal para salir en pantalla.
Tras terminar la cena, mi cita y yo tuvimos que ir corriendo a una sala donde nuestro guionista nos hizo 30 preguntas sobre el transcurso de la cena de forma individual y que teníamos que responder mirando a cámara.
El requisito importante era reformular la pregunta para que así pareciese que estaba respondiendo de forma natural.