Pedro Sánchez va a tener que gastar una onerosa partida en vaselina visto que el acuerdo con ERC se le puede venir abajo, al menos en el objetivo de ser investido presidente antes de que acabe el 2019. Su ansia era la de ser ya presidente de facto antes de que sonasen las 12 campanadas en el reloj de la Puerta del Sol de Madrid y los golpistas catalanes le han dicho que paciencia y, sobre todo, que su ministro Ábalos, el negociador, sea menos locuaz. A este paso, el ‘okupa’ de La Moncloa será capaz de brindar con Junqueras como lo hizo la socialista Idoia Mendía con el proetarra Arnaldo Otegi.
El editorial de El Mundo critica abiertamente la insistencia del PSOE por blanquear a formaciones que solo pretenden romper el marco constitucional:
Ábalos y otros portavoces socialistas se han esforzado por normalizar ante la opinión pública el pacto con formaciones que repudian el pacto constitucional del 78. La realidad es que resulta irresponsable e inexplicable que un partido sistémico como el socialista siga lanzado a consumar la formación de gobierno de la mano no solo de un pandemonio de fuerzas de tintes cantonalistas, sino de partidos que tienen como prioridad desbordar el marco constitucional. Tal como revelamos hoy, la ponencia que ERC evaluará en su Congreso de este fin de semana amparar la voluntad de alcanzar la autodeterminación mediante una estrategia que fuerce al Estado a negociar un referéndum. Esto quiere decir que ERC aprobará la vía unilateral antes de abstenerse para permitir a Sánchez gobernar con Podemos. A ello se une la negociación abierta entre el PSOE y Bildu, que no es fruto solo de la precariedad parlamentaria de Sánchez sino de un proceso de blanqueamiento de la izquierda abertzale por parte de los socialistas. Basta recordar la reunión de Patxi López con la dirección de Batasuna en 2006 pese a que este partido seguía ilegalizado y sin condenar la violencia, la foto de Idoia Mendia brindando en la navidad pasada con Otegi o la alianza del PSN con Bildu para auparse al poder en Navarra.
David Jiménez Torres vaticina que habrá algún socialista de los que ahora tanto afán tienen en encamarse con ERC que luego escribirá sus memorias y dirá que no podía prever lo que iba a suceder:
El cortejo a ERC, que comenzó en la moción de censura, junto al rumbo (re)elegido por el PSC, muestra que la corriente mayoritaria de nuestra izquierda se niega a sacar ninguna conclusión de los últimos cuarenta años de trato con el nacionalismo. O, cuando lo intenta, extrae conclusiones de una solidez realmente limitada, como que el problema con el Estatuto fue que alguien lo recurriera al Constitucional, o que el secesionismo ha sido una respuesta al presunto centralismo de nuestro Estado. Los constitucionalistas están divididos, sí, pero no tanto entre izquierda y derecha –como argumenta el discurso monclovita– sino entre quienes creen que debe aprenderse algo de lo sucedido en 2017 y quienes dicen que bueno, que lo primero es investir a un presidente socialista. Dentro de unos años, en sus libros de memorias, dirán que era imposible prever lo que sucedió después.
La Razón asegura que la supuesta discreción en las negociaciones entre PSOE y ERC solo responde a que lo que están pactando no aguanta ni La luz ni los taquígrafos:
La exigencia de mantener la más absoluta discreción en torno a los pormenores del pacto de investidura entre el PSOE y ERC parte de una lógica apabullante: se trata de una negociación que no aguanta la menor luz y, mucho menos, los taquígrafos, porque, para que tenga éxito, una de las dos partes, los socialistas o los republicanos, está obligada a una renuncia mayor de sus presupuestos políticos e ideológicos muy difícil de aceptar para sus respectivos votantes. No hay que buscar más trasfondo en la trifulca que, ayer, enfrentó al ministro de Fomento en funciones, José Luis Ábalos, y a la portavoz separatista catalana, Marta Vilalta, a cuenta del calendario de la investidura.
El editorial de ABC precisa que la investidura de Sánchez no puede deparar que se fuerce el Estado de Derecho para soltar a los golpistas:
Ni socialistas ni separatistas deben conjugar en sus planes el curso de los procesos judiciales, porque no está en su mano alterarlo, salvo que el PSOE esté dispuesto a quebrar los pilares del Estado de Derecho en esa dinámica de hacer «lo que sea» para lograr el apoyo de ERC, como pidió expresamente Miquel Iceta. Y en «lo que sea» ya se sabe que el PSOE es capaz de muchas cosas.
Luis Ventoso se imagina lo que puede ser un Gobierno de Sánchez si ERC le diese el visto bueno:
Imaginemos que ERC concluye que un Gobierno débil de Sánchez es su mejor opción para ir minando a España y lo apoya. El nuevo Ejecutivo sería un barco que zarparía con un lastre insoportable a babor (Podemos), atado al noray de las exigencias de los separatistas y con una carta de navegación obligatoria establecida por la UE. Un buque con tantas contradicciones no va a ninguna parte. Sánchez, aunque se dé boato a golpe de propaganda, es el ganador de unas elecciones con menos escaños de nuestra democracia (120). Un bipartito con Podemos saldrá a facazo diario, por el afán de protagonismo y los delirios económicos de los comunistas. Dos egos del calibre de los de Pedro y Pablo no caben un solo corral. Y sobre todo, los separatistas no tardarían en volver con la matraca del referéndum como exigencia inexcusable. Puede que Sánchez estrene un nuevo Gobierno eco-progresista-feminista para todos y todas. Pero será un pato cojo en su Moncloa y me apuesto una percebada regada con los más finos vinos de Monterrei a que acaba 2020 con los presupuestos del inmortal Montoro.