Se les notan las costuras. El Gobierno de Pedro Sánchez está entregado de hoz y coz a Unidas Podemos de cara a una investidura que, a decir verdad, se le acaba de poner de color hormiga después de la sentencia del Tribunal de Justicia Europeo sobre Oriol Junqueras en el sentido de que tenía que haber tenido el permiso para recoger su acta de eurodiputado en el Parlamento comunitario.
No obstante, el Ejecutivo socialista tiene como primer socio preferencial a los de Pablo Iglesias y, en aras a conseguir su voto afirmativo en una sesión de investidura que está aún por determinar, no le duelen prendas en hacer todo tipo de gestos, incluso anecdóticos, para hacer ver a los morados que ahora sí están dispuestos a entregarles parte del botín que Sánchez no les quiso entregar en el mes de julio de 2019.
¿Y cuál es la última astracanada que se le ha ocurrido a la factoria de Moncloa? Pues la autoría le corresponde a Fernando Grande-Marlaska, a la sazón ministro del Interior, que no ha tenido mejor ocurrencia que preguntar a los futuros policías por cómo se escribe la palabra casoplón.
Hay cuestiones que no son, precisamente, casualidad y esta pregunta tiene toda la intencionalidad del mundo. Y no es de extrañar que el antaño excelente magistrado esté a día de hoy temblando ante la posibilidad de no seguir en su cargo, de ahí que haga lo que sea para contentar al que puede ser su vicepresidente en cuestión de semanas…o de meses.
