EN UN ACTO DE HOMENAJE AL POETA MARCOS ANA

Alerta ultra: Pablo Iglesias agita la calle reivindicando al comunismo y llama a organizar grupos activistas contra la derecha

"Cometimos errores, pero los cometimos luchando..."

Pone los pelos de punta escuchar al vicepresidente segundo del Gobierno y líder de Podemos, Pablo Iglesias, reivindicar a una ideología asesina a medio camino entre la distopía orwelliana y la reeducación maoísta como es el comunismo que defendió el poeta comunista y preso político durante la dictadura franquista Marcos Ana.

Lo alarmante es escuchar a Iglesias hacer un llamado a la resistencia callejera al modo de las sardinas italianas –el nombre procede de la convocatoria de los estudiantes boloñeses, que llamaban a llenar las plazas como “sardinas en lata”– que salen a la calle contra Mateo Salvini.

“La ultraderecha y la ultra-ultraderecha están amenazando las bases constitutivas de la democracia. Y no basta el Gobierno para resistir esa amenaza. Nosotros no podemos ocuparnos de todo; hace falta que la sociedad civil se organice”. Una clarísima declaración de intenciones.

«Hace falta que los militantes de Unidas Podemos y también los del PSOE se organicen en los barrios, en las ciudades y pueblos de nuestra patria para defender la democracia, hace falta que los estudiantes salgan a defender la educación pública, que los pensionistas salgan a defender a las pensiones, que los profesionales de la sanidad salgan a defender la sanidad pública…”.

Esa lucha democrática la vinculó con la memoria democrática del comunismo español, encarnada en personas como Marcos Ana:

“Defender la memoria democrática, como decía Alberto [Garzón, ministro de Consumo, que también participó en el acto de homenaje], no es defender el recuerdo, es defender las bases para construir el futuro: Es un deber patriótico defender a los héroes y las heroínas que se jugaron la vida y la libertad por la justicia social y por traernos la democracia”.

“Los comunistas también merecemos un respeto. Cometimos errores, pero los cometimos luchando, quizá bastantes porque luchamos mucho y ni un solo día nos sentamos a la puerta de nuestra tienda para ver pasar el cadáver de nuestros enemigos. Nadie puede olvidar –sin olvidar tampoco y respetar la lucha y el sacrificio de los demás– los miles de años que los comunistas dejamos en las cárceles y los cientos y cientos de camaradas fusilados en la lucha por la libertad. Es una realidad histórica incuestionable. Merecemos ese reconocimiento y deberían tener cierto rubor los que se apuntan a un anticomunismo oportunista y comercial que parece estar de moda. Se puede discrepar de nuestras ideas, o cambiarlas por otras, es un derecho legítimo y democrático que yo también aplico para reconocer y superar mis errores. Pero una cosa es no estar de acuerdo con los comunistas y otra bien distinta es la cultura o la enfermedad del anticomunismo.

Además, las ideas del comunismo, tan malversadas hoy, siguen siendo esencialmente justas y permanecen porque su noble utopía está por encima de las equivocaciones de los hombres, de los partidos, de sus errores y de los Estados que las desnaturalizaron y ensombrecieron la esperanza de una gran parte de Humanidad».

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