Pedro Sánchez despertó este 31 de marzo de 2020 con una cabeza de caballo entre las sábanas.
Durante 24 horas las aborregadas televisiones privadas le enseñaron los colmillos de sus rottweilers mediáticos para recordarle que su apoyo no era gratis. Y la amenaza ha tenido su recompensa.
Su periodismo sumiso, obediente y lacayo tiene un precio: 15 millones de euros en ayudas públicas en forma de subvenciones a las cadenas privadas para ayudarles, ante la drástica caída de anunciantes que están sufriendo como consecuencia de la alerta sanitaria provocada por el coronavirus Covid 19.
El Gobierno se plegaba así a las lacrimosas peticiones de UTECA, expuestas en su comunicado del 20 de marzo de 2020:
«Ante la dramática caída de la publicidad, y siendo ésta nuestra única vía de financiación, nos vemos obligados a solicitar al Gobierno la adopción de un conjunto de medidas específicas que remedien, aunque sea parcialmente, la debacle que se dibuja en el sector en el presente ejercicio y que permita estabilizar las plantillas en un momento tan crítico…».
PÁNICO EN EL IBEX
No fue el confinamiento, el arresto domiciliario extremo al que nos ha sometido este Gobierno social comunista lo que ha hecho reaccionar al IBEX 35.
Tampoco han sido los discursos incendiarios de Pablo Iglesias o Irene Montero a quienes los amos del dinero consideran unos andrajosos oportunistas.
Ha sido la rueda de prensa de una ministra comunista que viste como una señora del barrio de Salamanca, Yolanda Díaz, que le pidió «empatía» a las empresas, la que generó miedo en la CEOE. Olían a ‘exproópiese’.
«Es la única herramienta que tenemos para bajar la curva de contagios, pero estamos dejando las actividades esenciales, no estamos parando el país«, dijo Díaz, durante una entrevista en laSexta.
Por si no lo habían entendido, luego llegó Pablo Iglesias para traducírselo a los amos del dinero leyéndoles el Artículo 128 de la Constitución: «Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general», disparando el pánico entre los empresarios y las sospechas de posibles nacionalizaciones en sectores clave como los de los suministros o la banca.
Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general (Artículo 128 de la Constitución) #EsteVirusLoParamosUnidos pic.twitter.com/nLP6VYPvkB
— Pablo Iglesias ? (@PabloIglesias) March 29, 2020
Una tragedia humanitaria como el coronavirus les ha obligado a reaccionar: aquí lo hemos dicho hace tiempo: una de las lecciones que nos deja esta tragedia es que el sector privado español se ha volcado en ayudar a los afectados por el virus mientras que el Estado les ha abandonado.
Y sonaron tambores de guerra en el IBEX, abandonando su tradicional servilismo con la casta progre para alzar la voz.
Antonio Garamendi, o grandes empresarios como Francisco Riberas, acogían ya con estupor la falta de planificación. Constaban en sus carnes que el presidente ‘fake’ no era más un publicista embaucador incapaz de gestionar una crisis que le quedaba demasiado grande.
El disparate de demonizar a las empresas en un momento en que la crisis económica está dejando a familias enteras literalmente en la calle por la paralización económica provocó un milagro: las televisiones —cuyos dueños últimos son los serviles amos del dinero— levantaron la veda y comenzar a crujir a Sánchez. Como lo oyen.
Ocurrió el 30 de marzo de 2020. Perros rabiosos de la izquierda mediática como Javier Ruiz o Ana Terradillos dejaron de ladrar contra el PP y atacaban al Gobierno con apenas una semana de diferencia. Los intereses crematísticos del cártel televisivo conseguía el milagro de la pluralidad y la crítica. Al menos por unas horas.
La ruptura de la alianza entre el IBEX y el poder político era un aviso a navegantes. O nos rescatas con dinero público o verás la que te viene.
Probablemente solo sea un rebote, un aviso tan propio de esta gente a la que no le gustan los escándalos pero menos les gusta que le toquen el bolsillo. Pero comienzan a hartarse. Comienzan a ver que el estado de alarma es la antesala al precipicio.
El duopolio da la orden de criticar al Gobierno y al día siguiente Sánchez les regala 15 millones de euros en ayudas que pagaran los españoles cerrando sus negocios y perdiendo sus empleos. No tienen vergüenza.